Masacre en Jiguamiandó y Curbaradó

Desde el viernes 5 de diciembre y hasta el miércoles 31 de diciembre de 1997 un grupo paramilitar asesinó a 20 campesinos y desapareció a otros 11 en Jiguamiandó y Curbaradó.

Un grupo paramilitar con abierta complicidad de la Fuerza Pública incursionó en los caseríos Bella Flor Remacho, Urada, Santa Fé de Churima, Llano Rico, Apartadocito, Arrastradero, Zapayal, Brisas de Curvaradó, Nueva Esperanza, Andalucía y Puerto Lleras, ubicados en los ríos Jiguamiandó y Curbaradó, asesinando a 20 campesinos, y desapareciendo forzadamente a 11 más.

El grupo paramilitar había salido, en su mayoría de la población de Bajirá y la acción contó con el apoyo de helicópteros.

Durante el recorrido de muerte, los paramilitares asesinaron a Ruben San Pedro Tuberquia, Abel Guisao, Víctor Ramírez Soto, Esteban Barrio, Aurelio Agudelo, Eliseo Martinez, Andres Castaño, Gerardo Carvajal, Luis Enrique Correa, José Teofebes Gómez, Gerardo Vargas, Libardo y Argemiro Correa, a este último, los paramilitares lo decapitaron y le metieron la cabeza en el estómago y fueron desaparecidos de Santa Fé y Buena Vista Pablo López, Esther Hernández, Manuel Cuesta, Alcides Domicó, Julio Arturo Garces, José Hernández, Edision Manuel Hernández, Vartica Hernández, Pablo López, Mario y su hermano.

En la acción militar encubierta fue quemado el pueblo de Buena Vista y otros caseríos cercanos, mantuvieron cautivo por más de 20 días a un menor de 12 años, quemaron viviendas, destruyeron bienes indispensables para la subsistencia de la población. Y el 31 de diciembre para garantizar la salida de las unidades militares, se realizaron bombardeos en cerro Cara de Perro y los paramilitares volvieron a sus bases armadas.

Por los hechos de ese diciembre negro de 1.997 se produjo el desplazamiento de 1.200 personas, la mayoría llegaron a Pavarandó, sumándose a los más de 4.000 campesinos, la mayoría afrodescendientes, que desde el mes de marzo se encontraban desplazados forzadamente en este lugar, con un cerco militar de tropas de la Brigada 17 del ejército.

Hoy, la destrucción humana y ambiental en el Bajo Atrato chocoano continúa. Los centenares de crímenes de Lesa Humanidad en total impunidad, la apropiación ilegal de tierras amparada en “legalidades” de resoluciones del INCODER. La implementación de los agronegocios de la palma aceitera, la deforestación, los monocultivos de “Baby” de MULTIFRUIT (Del Monte), la explotación minera en el cerro “Cara de Perro” por la Muriel y la proyección de la Carretera Panamericana para el TLC y PPP, continúa como parte de la GENESIS DE LA DESTRUCCION.

Ante la destrucción en el bajo Atrato, la afirmación del derecho a la verdad, a la justicia, a la memoria.
Ante la destrucción en el bajo Atrato, propuestas de vida desde las Zonas Humanitarias, propuestas de defensa del Territorio desde las Zonas de Biodiversidad.

Ante la destrucción en el bajo Atrato, la afirmación de derechos de las familias de los consejos comunitarios del Curvaradó y Jiguamiandó, de las familias de los consejos comunitarios del Cacarica, asociadas en CAVIDA, desde la afirmación de la Memoria de los familiares de las víctimas de la violencia política en Riosucio, asociadas en CLAMORES.

Victimas de Jiguamiandó y Curvaradó en la Memoria

Victimas de Jiguamiandó y Curvaradó Sin Olvido