DeVer – La Paz urbana en Buenaventura se está convirtiendo en una vana ilusión

Desde el mes de diciembre del año 2023 se ha reactivado la violencia en Buenaventura, asesinatos, desapariciones, amenazas, tiroteos en algunos barrios y el establecimiento de fronteras barriales vuelven a generar una crisis humanitaria que se suma a una crisis social por la profunda desigualdad en crecimiento.

Quizás es tarde, pero el gobierno a través de la Oficina de Paz debería decir públicamente, si el espacio de conversación socio jurídico declarado públicamente en el mes de septiembre con resultados tangibles, se va a mantener o no. Desafortunadamente se ha dejado de responder a las expectativas generadas tanto para las estructuras urbanas generadoras de violencia, como para la sociedad en general de Buenaventura. La ausencia institucional es evidente, la ruta de participación establecida cuando se inició este proceso quedó absolutamente abandonado

La sensación de frustración es evidente en las comunidades barriales y en quienes han decidido apostar por una solución dialogada que permita deponer las armas y transitar a la construcción de espacios más armoniosos para des escalar la violencia heredada desde hace más de dos décadas, mientras existe un marco jurídico legal para la dejación colectiva de armas.

La Paz urbana también requiere de una mirada a sus causas estructurales. Mas de 1.700 jóvenes han estado inmersos en la crisis económica, social, cultural, ambiental, emocional a raíz de la inequidad, la falta de oportunidades, la exclusión, la marginación, señalamientos que un conflicto social y armado con características de clasismo, racismo y sexismo los ha convertido en personas sin futuro, que han visto como única oportunidad a la solución de sus condiciones objetivas de existencia la vinculación en dinámicas de violencia e ilegalidad.

Muchas de estas personas han manifestado su deseo de reconstruir sus vidas, de recuperar sus ilusiones, sueños y esperanzas, reconstruir los tejidos comunitarios y familiares desde una lógica transformante, disponiéndose a participar y asumir compromisos de no más afectaciones a la vida e integridad de sus conciudadanos. Sueñan con capacitarse, trabajar para sus familias, implementar iniciativas de producción que les permita superar los niveles de hambre y desnudez tanto en lo personal como en lo familiar y comunitario.

Es urgente la intervención institucional comprendiendo la complejidad y la importancia de retomar los niveles de confianza generados hasta hace unos meses con estos grupos urbanos considerados como de alto impacto; adentrarse en esas realidades que llevan a estos jóvenes hombres y mujeres a arriesgar sus vidas para satisfacer las necesidades básicas, como lo ocurrido el pasado martes 26 de marzo entre los barrios Juan XXIII y San Francisco de la comuna 7, donde un joven comprometido con el proceso de diálogo, desesperado al carecer de alimentos para su familia y sin más salida, optó por hurtar un mercado, desencadenando la reacción de varias personas, que de manera violenta agredieron al joven implacablemente, y sin medir consecuencias acabaron con su vida.

La situación real y el contexto que se vive en Buenaventura refleja un panorama de incertidumbre que requiere de la voluntad política del gobierno del cambio en cabeza de la Oficina del Alto Comisionado para la Paz, del respaldo de la comunidad internacional, de la comprensión y actuación decidida de la sociedad Bonaerense y de Colombia para rodear la disposición de las comunidades y de las estructuras armadas de continuar un camino de construcción de Paz urbana.

 

Con profundo dolor de patria e indignación.

Comisión Intereclesial de Justicia y Paz.

Bogotá D.C

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