Las “verdades” de Uribe, se dicen en lo que no dice

No hay paramilitarismo en Colombia, o ni un solo árbol será cortado para sembrar palma, fueron algunas de las expresiones del Presidente Uribe en su reciente viaje a New York a la sede de Naciones Unidas en donde desfilaron como es usual la mayoría de los presidentes del mundo. (Ver en http://web.presidencia.gov.co/especial/onu/index.html)

Una y otra vez había dicho que no quería la reelección, y meses después, se postuló a la misma, por supuesto luego de que su bancada modificó la Constitución del 9, mucha de la cual es el 35% que los paramilitares reconocieron que eran escogidos por ellos. Ha dicho insistentemente, que lamenta la situación de su primo, el senador MARIO URIBE (Ver en http://www.eltiempo.com/tiempoimpreso/edicionimpresa/justicia/2007-09-30/ARTICULO-WEB-NOTA_INTERIOR-3744344.html), hoy en indagatoria por estar vinculado con el paramilitarismo pero que debe actuar la justicia. También se siente mal porque un amplio número de senadores y representantes de su coalición se encuentren vinculados o encarcelados por parapolítica, agregando que deben ser juzgados, y eso después de que con su “voticos” lograron la aprobación de varios proyectos de gobierno. Al tiempo que aboga por el respeto al formal Estado de Derecho, su bancada plantea propuestas para que los posibles enjuiciados sean beneficiados de nuevos mecanismos de impunidad. Por eso hay que escuchar lo que se dice para comprender lo que no se dice, lo que está allí en el fondo es la verdad.

En los últimos 5 años ha sido usual la construcción de sofismas como tesis o frases bien armadas que confunden, que se hacen verosímiles. Estas tesis o expresiones esponja o de flasheo se convierten en “verdad institucional”, en “verdad oficial” en “verdad mediática”, en “verdad de sondeos”, en “verdad de la opinión pública”, en “verdad popular”. Esa sensibilidad consentida – experimentada como una realidad aunque no lo sea- y expresada en frases libreteadas ha construido un imaginario en el que se “creen” muchas cosas. No hay conflicto armado interno, lo que existe es una acción terrorista contra la sociedad, tesis alimentada por la escuela francesa que habla y deshabla sobre Colombia. La violencia ha sido generada por actores ilegales del conflicto en razón del control del tráfico de drogas, el Estado débil o el Estado víctima, la tesis de una escuela británica. Colombia es una democracia y estamos defendiéndola de bandas criminales. El desempleo ha disminuido gracias a los efectos de la seguridad. Hay reducción de la pobreza. Por primera vez en el mundo más de 2000 responsables de Crímenes contra la Humanidad, Crímenes de Guerras serán juzgados a través de la ley 975, o ley de “justicia y paz”. Esas y muchas son las verdades dichas

En realidad esas palabras convertidas en frases son simulación de la “verdad”. Los contenidos de las palabras concatenadas en discursos de poder han desvirtuado, han vaciado, han banalizado el sentido profundo de lo que las palabras significan pero han logrado hacer creer, hacer sentir, hacer experimentar, aunque sea una simulación. Pero también se aprende que la verdad está detrás de lo que no se dice.

En esa perspectiva es posible decir para el poder presidencial que el paramilitarismo ya no existe. Aunque como se constata a lo largo y ancho del país, las llamadas “bandas emergentes” otro expresión esponja, están conformadas por los mismos mandos altos con dirección delegada en mandos medios y los mismos armados que participaron en las estructuras “desmovilizadas”, en realidad, “removilizadas”. Léase el prefijo re – como repetición, como volver a, bajo unas nuevas formas de eficacia, por eso re movilizadas o en nuevas dinámicas de re ingeniería militar, política, económica y social.

La realidad muestra que hay una nueva fase del paramilitarismo. Lo que oculta Uribe, más allá de esta expresión, es que el paramilitarismo no es solo una estrategia militar, es un proyecto de sociedad y de Estado, un proyecto de organizaciones de las relaciones socioeconómicas, culturales, espirituales en conformidad con las lógicas del mercado global. Por supuesto no es el paramilitarismo de ayer. El puro y duro de los asesinatos, las desapariciones forzadas, el desplazamiento, la tortura, la masacre colectiva, la amenaza de muerte, el despojo violento de los territorios, el de la extorsión como expresión de la estrategia militar institucional eficaz. Se trata de eso mismo pero dosificado, sofisticado, cualificado desde la asunción en el poder del Estado, como “seguridad democrática” y “Estado comunitario”. Se trata de la gestación de un tipo de Estado definido corporativamente, de modernización y globalización del poder mafioso y terrateniente, ganadero y agroindustrial, y de la participación en el poder de dirección del gobierno, del poder legislativo y del poder de las cortes.

Y es “verdad” lo que Uribe dice: no existe el paramilitarismo. El paramilitarismo de viejo cuño, existe el paramilitarismo como construcción de Estado, no simplemente como antes, como estrategia criminal encubierta del Estado. Se ha pasado de fases de legalización de su lógica de operación militar, de disposiciones veladas de institucionalización a través de disposiciones de sometimiento a la justicia, de arrasamiento y persecución a seres humanos que encarnaban proyectos políticos y sociales alternativos a la fase del consentimiento y de la institucionalización. Y esa posibilidad pasa por la simulación de la justicia, o la impunidad, por la legalización de los bienes del tráfico de drogas o de las tierras ocupadas ilegalmente, ley de desarrollo rural o por la posibilidad de reconocimiento político propuestas de sedición.

Por esta misma forma de raciocinio pragmático sofista, un modo de la real política es posible que pueda afirmar que la palma no va arrasar las selvas. Es lógico ya lo hizo en grandes reservas forestales en el bajo Atrato y en sectores del pacífico cuenta con la anuencia de algunos sectores de comunidad. Formalmente no miente, aunque lo que dice, es mentira o es una verdad que se hace “creíble”, capacidad de los sofistas. Y por supuesto no miente porque en el Catatumbo, o en el Meta o en el Guaviare, las selvas vírgenes, ya no son primarias son extensión ganadera, y están aseguradas por el control paramilitar. O igual sucede en los Montes de María o en Sur de Bolivar o en el Cesar.

Ha ido quedando algo al descubierto del proyecto de Estado o de “refundación de la patria” como quedó explícitamente en el año 2000 en Santafé de Ralito, proyecto de poder político que posibilitó la elección y reelección de Uribe. Por ese mismo destape, que se suma a muchos más de la interacción entre tráfico de drogas, presión electoral, fraude electoral es que se diseñara unas disposiciones no solo para cumplir a los mandos visibles del paramilitarismo sino a la clase política que ha actuado como parte de la estrategia.

( ver en http://www.semana.com/wf_InfoArticulo.aspx?idArt=106641) Y eso hasta cuando los mismo comandantes paramilitares logren la impunidad y la participación activa en política, como recompensa a su gran labor en defensa de la patria, de la democracia y de la inversión nacional e internacional en Colombia. ¡Ah y por supuesto con el silencio sombrío que exculpa, que excluye la responsabilidad de la fuerza pública y de los mandatarios en lo que no se dice, pero ha sido el Terrorismo de Estado! Y en ese atropello de flasheo, el origen y la historia del presidente se muestra turbia pero rápidamente ocultable, desmentida, exculpada, y él como la víctima de la calumnia, de la injuria. Las referencias sobre el presidente Uribe incluidas en el libro de Virginia Vallejo:

Según la publicación, ‘Amando a Pablo, odiando a Escobar’, el mandatario era amigo del capo del narcotráfico.
En el libro Vallejo describe la importancia que tenía Uribe, según ella, para la organización del capo.

El primer aparte dice textualmente (página 48):

“Le pregunto cómo hace, entonces, Pablo para tener pista propia y flota de aviones, sacar toneladas de coca, traerse jirafas y elefantes desde África y meter Rolligons y botes de seis metros de altura de contrabando”.

 Es que el negocio de él no tiene competencia. Y es el más rico de todos porque Pablito, mi vida, es un Jumbo: tiene al tipo clave en la Dirección de la Aeronáutica Civil, un muchacho joven hijo de uno de los primeros narcos… un tipo Uribes (sic) primo de los Ochoa… Álvaro Uribe, me parece”.
En el segundo, afirma (página 111):

“En Colombia, todo el que sea alguien en una zona del país es primo hermano, segundo, cuarto u octavo del resto. Por eso no me sorprende cuando una noche, después de alguna de sus inauguraciones deportivas, Pablo me presenta al ex alcalde de Medellín, cuya madre es prima del padre de los Ochoa; éste lo llama el ‘Doptor Varito’ y a mí me simpatiza de inmediato porque pienso que es uno de los contados amigos de Pablo con cara de gente decente y, que yo recuerde, el único con gafas de estudioso. Fue director de la Aeronáutica Civil en 1980-1982 y ahora, a sus treinta y un años, todo el mundo le pronostica una brillante carrera política y más de uno se aventura a decir que, incluso, podría llegar algún día al Senado. Se llama Álvaro Uribe Vélez y Pablo lo idolatra.

  Mi negocio y el de mis socios es el transporte, a cinco mil dólares por kilo asegurado – me explica Pablo luego- y está construido sobre una sola base: las pistas de aterrizaje y los aviones y los helicópteros. Ese muchacho bendito, con ayuda del subdirector César Villegas, nos concedió docenas de licencias para las primeras y centenares para los segundos. Sin pistas y aviones propios, todavía estaríamos trayendo la pasta de coca en llantas desde Bolivia y nadando hasta Miami para llevarle la mercancía a los gringos. Gracias a él es que yo estoy enterado de todo lo que pasa en la Aeronáutica Civil y en el aeropuerto de Medellín, porque su sucesor quedó entrenado para colaborarnos en lo que se nos ofrezca. Por eso es que la Aeronáutica Civil es una de las cuotas de poder que nosotros y el Santo exigimos a ambos candidatos en las pasadas elecciones. Su padre Arturo es uno de los nuestros, y si un día algo se nos llegara a atravesar a Santofimio y a mí en el camino a la presidencia, ese muchacho sería mi candidato. Ahí donde lo ves con sus gafas y esa cara de seminarista, es un peleador bravísimo”.
Información relacionada:

http://www.eltiempo.com/politica/2007-10-02/ARTICULO-WEB-NOTA_INTERIOR-3748079.html

Presidente acusa a periodista de estar tras señalamientos contra él en libro de Virginia Vallejo

Así se aprende a comprender, leyendo lo que no se dice, porque lo que se dice es simulación o simulacro de la realidad.