La guerra en el Cauca por Fabio Martínez

Tres problemas centrales han atravesado el norte del Cauca, donde están asentadas las comunidades indígenas Nasa y Guambiana: el problema de la tierra y la presencia tanto de cultivos ilegales como de la guerrilla en la zona.


Desde la colonia, los latifundistas de esta región del suroccidente colombiano se apoderaron de un territorio que originalmente pertenecía a nuestros aborígenes. Como el país nunca hizo una reforma agraria a fondo, el problema de la tierra quedó sin resolverse no solo en el Cauca sino en la vasta geografía del país.

El problema de la guerra en Colombia se deriva de la incapacidad que han tenido los diferentes gobiernos, de resolver el problema de la tierra.

El segundo problema es más reciente. La presencia del narcotráfico, que viene desde la época de Pablo Escobar y los hermanos Rodríguez Orejuela. En principio, la base de coca era traída por los narcos desde Perú y Bolivia; más tarde, los narcos vieron las ricas tierras del Cauca, Nariño y Putumayo, y comenzaron a sembrar coca y a crear laboratorios.

Este contexto, sumado a la estratégica posición geográfica del Cauca -es corredor del Pacífico al interior del país-, creó las condiciones para que las guerrillas se asentaran en estos territorios abandonados por el Estado. Allí estuvo el M-19 antes de la tragedia del Palacio de Justicia; allí recientemente se ocultaba el máximo dirigente de las Farc, ‘Alfonso Cano’, quien fue abatido en tierras caucanas.

El norte del Cauca, infortunadamente, se ha convertido en un corredor de narcóticos, armas, guerrilleros y delincuencia común, que va desde el Pacífico caucano hasta los departamentos vecinos del Huila, Caquetá y el mismo Valle, que se encuentra a solo cien kilómetros del conflicto. En medio de esta situación viven las comunidades indígenas de los Nasa y los Guambianos.

Para tener un ejemplo de la dimensión del problema, hay que decir que desde el año 2002 hasta la fecha, la población de Toribío ha tenido que padecer más de 480 incursiones armadas por parte de las Farc. La comunidad indígena del Cauca vive entre dos fuegos: el del Ejército nacional y el de la guerrilla.

Por esta razón es que en 2008 abuchearon al expresidente Uribe en el Paseo Bolívar de Cali; como acaban de abuchear al Presidente Santos en su visita fugaz a Toribío; por esto es que sus dirigentes han dado la orden desmontar las trincheras militares y decomisar armas a los insurgentes. La gente del Cauca está hastiada de la guerra; no quiere más guerra.

Es hora de que el gobierno de Santos pase de la retórica, plasmada en la ley marco para la paz, a la acción, presentando una propuesta estratégica para la región y el país que no se quede solo en ‘echar bala’, como han hecho los gobiernos anteriores desde hace cincuenta años.

Un gobierno con la voluntad política de resolver el conflicto armado en el país aprovecharía la crisis del norte del Cauca y lanzaría una propuesta de diálogo nacional. Así lo reclaman los indígenas del norte del Cauca; así lo demanda la iglesia; así lo pide el país.

El problema del conflicto armado en Colombia hace rato tocó fondo. Es hora de tomar estrategias económicas y políticas a fondo, acordes con los nuevos rumbos que impone un mundo globalizado.

Por Fabio Martínez

18 de julio de 2012