Ha pasado a la historia Ezio Roattino.

El sacerdote italiano que llegó en los años 70s a Colombia, reconociendo en el trabajo comunitario al Dios humano, al Jesús hermano que camina y anima las formas de reivindicar el derecho a la vida, a la tierra, a la justicia, a la verdad, a la solidaridad, a la fraternidad, ha pasado a la historia.

El misionero de la congregación Consolata, que ofreció su corazón y carisma a comunidades indígenas del pueblo Nasa en el departamento del Cauca, en donde encontraría un referente espiritual que iluminaría mas su camino de compromiso como religioso, al sacerdote indígena Álvaro Ulcué Chocué, el Nasa Pal (sacerdote nuestro), quien dedicó también su vida a la exigibilidad de los derechos de su pueblo. El padre Álvaro Ulcué fue asesinado el 10 de noviembre de 1984 por su trabajo social y comunitario en la recuperación de la tierra y de la cultura.

Ezio Roattino asumió el legado de Álvaro Ulcué, junto al religioso Antonio Bonanomi (Q.E.P.D) impulsando el proyecto global de las comunidades del pueblo Nasa denominado Proyecto Nasa. Un proyecto determinante en el fortalecimiento organizativo e integral de estas comunidades.

La defensa de la vida, el territorio y la cultura, el proyecto educativo de nivel técnico superior fueron los aspectos que el padre Ezio y sus colaboradores potenciaron en el territorio, creando así el Centro de Educación, Capacitación e investigación para el desarrollo Integral de la Comunidad-CECIDIC, en donde se han formado muchos hombres y mujeres del pueblo Nasa.

Ezio el hombre calmado, paciente, de admirable tranquilidad, señalado, amenazado, superó estos momentos críticos con sabiduría, inspirado en el legado de Álvaro, que, como Jesucristo a pesar de sentir cansancio, hambre y sed, están los derechos de las comunidades por los que se debe trabajar, por lo que hay que insistir y persistir.

Ezio el hombre enamorado del evangelio comunitario, indígena, campesino, negro; el amante de la verdad y la justicia ha abandonado este mundo terrenal, su cuerpo, mirada y voz suave que se ha expandido por las montañas, valles y colinas en los andes del Cauca ha partido pero su memoria seguirá viva en la vida de las comunidades del pueblo Nasa, en el pueblo caucano y colombiano.

Ezio, el hombre que clamaba por la paz, se fue con la dignidad de quien ha cumplido su deber, y con el anhelo de lograr ese sueño de paz para las comunidades y el país. Ezio sembró y abonó la semilla de la Paz en cada espacio donde estuvo y participó. El que llamaba hermanos a todos, sin excluir, sin señalar o estigmatizar, sin importar quien era, deja vivo también su legado por trabajar para construir la paz con justicia social, cultural y ambiental.

Ezio vive en el caminar comunitario.