Enfermos graves de reeleccionismo

No ha llegado a la mitad de su período el actual gobierno y el tema de la reelección del presidente Santos ocupa las conversaciones del mundo político.




Su nuevo ministro del Interior recuerda, en El Nuevo Siglo, que el mandatario decidió “congelar” el asunto mientras transcurre 2012, o sea, durante seis meses. Corto plazo. No cabe duda, sin embargo, de que el círculo santista empieza a moverse con la mira puesta en las elecciones de 2014. Varios síntomas lo indican. El primero de ellos, el traslado del hábil Germán Vargas Lleras a la cartera de Vivienda, desde donde buscará disparar el número de votos a favor de su candidato cuando inicié la construcción y adjudicación de casas a las clases más bajas. Segundo, el riesgo, en apariencia improductivo, que ha tomado el presidente de asistir a reuniones con grupos de la cúspide social hostiles a él para reducir la oposición a su nombre. Tercero, su ausencia de liderazgo y mando en la inmoral reforma a la justicia, que no puede interpretarse como debilidad sino como estrategia para no estorbar a los congresistas multiplicadores de electores, ni a las cortes, un frente de batalla que no puede darse el lujo de abrir.

A propósito, la enfermedad reeleccionista que nos inoculó Álvaro Uribe con su ceguera egocéntrica ha contagiado a las cortes. Ahora ellas quieren sacar tajada, y bien grande, del ponqué de mil pedazos en que se convirtió la que en realidad es una contrarreforma a la Constitución. Elegidos para un período de ocho años, los magistrados han hecho hasta lo imposible para que los reelijan por cuatro más. Concedido su sueño de 12 fijos, su apetito no se sació. Ramiro Bejarano, que conoce bien las aguas, hoy turbias, en que se sumergió la cúpula de la Rama Judicial, reveló que algunos desvergonzados están ambientando la idea de que el nuevo período se inicie a partir del momento de la aprobación del acto legislativo. Esto es, sin computar los años en que hayan vestido la toga quienes hoy ocupan esas sillas. La super-reelección cobijaría a todos pero beneficiaría, en particular, a aquellos que estén al borde del retiro por haber cumplido el tiempo previsto en el régimen actual. 8 + 12 = 20 años garantizados. ¡Cinco períodos presidenciales! ¡No lo imaginó ni José Obdulio Gaviria en el más esquizofrénico de sus delirios! Nadie sabe para quién trabaja.

Algo más. La Silla Vacía elaboró un impresionante mapa con “los seguros regionales para la reelección del procurador”. Ordóñez, autocandidatizado a su continuidad hasta diciembre de 2016, llenó las plazas de procuradores provinciales y regionales en el territorio nacional con amigos de los senadores que votarán por él dentro de poco. Unos cuantos ejemplos: el presidente del Partido Conservador, Efraín Cepeda, tiene “propiedad” sobre la procuraduría regional del Atlántico y sobre la procuraduría provincial de El Banco, Magdalena. Antonio Guerra de la Espriella, de Cambio Radical, logró que Ordóñez pusiera a una amiga suya en la regional de Sucre. El protagonista de un famoso video de desacato a la autoridad, senador Merlano, metió dos goles: hizo sacar al procurador provincial de Sincelejo, cuota suya, porque “se pelearon”, y puso a otro. Juan Manuel Corzo, presidente del Congreso, “posee” procuradores en Cúcuta y Ocaña. Sigue extensa lista. Como quien dice, el procurador habría asegurado sus votos en una masiva operación de yidispolítica. El padecimiento del reeleccionismo ha infectado al Estado entero. Empezó con Uribe y se convirtió en un cáncer que matará la alternación democrática y, con ella, a la propia democracia.