El terror paramilitar sigue vivo e impune en los barrios de Medellín

En los barrios de la comuna 8 se vive una batalla campal. La Sierra, Villa Tina, Tres Esquinas y otros sectores aledaños se disputa una guerra en donde la mayor parte de las víctimas son integrantes inermes de la comunidad. Aunque hoy se vive una presunta paz, según algunos habitantes del sector, siguen los problemas y no faltan los muertos, ni las vacunas. Y la gente siente temor de que en cualquier momento se enciendan el fuego cruzado. Y es que no es un misterio para la comunidad el motivo de tantos homicidios que quedan impunes, porque no hay forma de judicializarlos, el Estado, según los vecinos de esta comunidad, no escucha ni ve.

Hay muchos motivos por los cuales la opresión ha operado desde siempre: Por un lado, están las plazas de vicio, y por ellas las bandas se pelean el territorio. Entre la gente se escuchan los rumores de traiciones, venganzas; y son muchos los relatos que parecen de terror: que mataron a un desconocido que subía en el bus de la 94, en Tres Esquinas; que descuartizaron a dos menores de edad por Villa Tina, porque eran supuestos informantes. Por otro lado, todo esto es expresión de una violencia sistemática, del control social que ha existido desde siempre. Se han hecho comunes los asesinatos de personas a las que se acusa de ser informantes; y no se respeta si es mujer o niño. Es el caso que da cuenta de una madre y su hijo, que trabajaba en la recolección de la basura en el sector de Villa Turbay. Decían que eran informantes; “los muchachos” les hacían un seguimiento y, supuestamente, llegaron a esa conclusión.

Pero la gente es muy reservada a la hora de hablar de esas cosas; teme decir nombres o, sencillamente, no le interesa investigar con detalles por qué fue que pasó.

No es difícil, sin embargo, encontrar la causa de los asesinatos. A los asesinos cualquiera cosa parece justificarlos. Tampoco sorprende el hecho de que asesinen y descuarticen. Uno de los casos más estremecedores es el asesinato de los dos jóvenes en Villa Liliam, el pasado 29 de septiembre. Los jóvenes fueron encontrados descuartizados y tirados a la orilla de la cañada de Villa Liliam. Al parecer, el hecho tiene como fin generar temor en la comunidad, apaciguar los ánimos y acallar las denuncias. Y así será, pues nadie quisiera estar señalado por estos paracos como informantes, o como una piedra en sus zapatos o simplemente estar trabajando honestamente por la comunidad.

Lo que ha ocurrido en el transcurso de este año es recurrente de todos los años. Según Alfredo, un joven de La Sierra, así vive permanentemente el terror la comunidad. “Todo comenzó por que mataron a Diego bj, ‘el mellizo’. Él era el político de “los muchachos”, en especial de acá de La Sierra, era quien conciliaba y mantenía relaciones con los politiqueros de los barrios de la comuna 8. A él lo mataron los de Tres Esquinas a finales de abril, cuando intentó llegar a un acuerdo con los de abajo; decidió bajar a Tres Esquinas sin escoltas. Me cuentan que a él se lo llevaron a otro lugar y a allí le dieron muerte. Desde entonces, los de Tres Esquinas casaron una guerra con los de La Sierra, del Ocho y Villa Tina”.

Pero en estos momentos La Sierra y Villa Tina tienen una tregua. Entre tanto las bandas de La pastora, Santa Lucía y parte del Vergel también tienen conflicto con los de Caicedo. “Si ven a alguien desconocido en Villa Tina, lo parten; los de Caicedo, en cambio, suben y bajan normal, y se nos llevan a las mujeres bonitas”, termina Alfredo.

“Los muertos más recientes en el sector fueron los hermanos que mataron por acá un sábado, hace como un mes, a finales de septiembre. Suponemos que eran porque estaban tomando, y sentarse a beber con uno de esos paracos es sentenciarse a la muerte. Cuando están borrachos se les sube el delirio de matón a la cabeza y matan al que les caiga mal, al que les diga algo que no les guste. Los dos pelados eran sanos, no tenían que ver nada con el conflicto. En la madrugada del domingo les dispararon a los dos. Días después su familia se fue del barrio, no sabemos si la hicieron ir o se fue por la tragedia. También a un conductor del bus de la ruta 94 de Caicedo lo mataron porque no quiso pagar la vacuna, porque no se dejó robar. Los de Tres Esquinas estaban vacunando a los de acá, les sacaban cincuenta, cuarenta mil pesos. Entonces los de La Sierra se fueron a hablar con ellos para ver cómo arreglaban ese asunto. Imagínese que cada vez que bajaban al centro los vacunaban; trabajaban prácticamente para ellos. También está la historia de una señora de Villar Turbay, que se fue del barrio porque le iban a matar al hijo; se fueron a vivir a Aranjuez, pero hasta allá se lo buscaron y se lo mataron”.

Diego Bj, era el político de los paramilitares del Ocho y de La Sierra. Hasta ese momento La Sierra se daba bala con todos, se armaban meras balaceras y a la gente le tocaba resistir, pero no se acostumbraban. Cada vez que escuchan una balacera se van a esconderse, no faltan las balas perdidas. Luego de que mataran a Diego, Tres Esquinas se vio embalado, porque ya lo atacaban los de Villa Tina y los de La Sierra, no tenían por donde salir. Entonces decidieron hacer la paz con los de La Sierra, pero aún así todavía matan misteriosamente. El motivo de toda esta guerra y el conflicto en el que vivimos es porque los paramilitares de por acá son urabeños y los del frente, los del Ocho de marzo, son de la Oficina, a pesar de que son del mismo jefe. En la comuna 13 hay 5 barrios que son urabeños, en la comuna 8 hay tres barrios que son guerrilla y dos barrios que son urabeños, lo que busca esa gente es el territorio y patrocinar combos; buscan pelados jóvenes a los que reclutan; cogen a uno, le ofrecen un par de millones de pesos: usted es el comandante, consígame jóvenes para formar el grupo. Lo hacen para ejercer control social, amedrentar e intimidar a la gente”.

Pero en la guerra son más las víctimas de la comunidad. Según dice la gente, los policías no sirven de nada, cada vez que ellos se corren hay balacera, cada vez que dejan el barrio solo, se empiezan a dar plomo; si se van a almorzar en horas del medio día, se meten los de Villa Tina y los de Santa Lucía. La gente se queja de los policías, porque, habiendo tantos uniformados en Villa Tina, mataban igual, no había seguridad a pesar de la presencia de la fuerza pública. Entonces ellos se iban y las cosas se ponían peor. Hasta ahora las balaceras se siguen escuchando en las horas de la noche, todavía reina el terror por estos barrios, todo sigue igual.

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