Pisoteando la dignidad

Los politiqueros de turno siempre ponen esa zanahoria delante del burro. En muchísimos casos, esta zanahoria va acompañada de almuerzo el día de las votaciones. Y como en Fuente Ovejuna todos a una… El pueblo en masa sale a votar creyendo que esta vez sí les solucionarán su problema de una vivienda digna.

No sé por qué, hasta el momento, en todos los gobiernos, desde que tengo memoria, ninguno de los HH.PP. (Honorables Padres de la Patria) se han atrevido a poner este tema en el banquillo. Pasan los años. Se suceden los gobiernos sin que el tema siquiera se mencione.

Hace muchos años estas soluciones de vivienda se construían en lotes amplios, con acabados decentes y un antejardín. Las familias de escasos recursos podían vivir dignamente. Pero, al pasar de los años, se desbocó en Colombia el ansia del dinero, la corrupción política se convirtió en el pan nuestro de cada día, las tierras baldías se volvieron privadas, las antiguas haciendas en urbanizaciones y la ambición de propietarios de tierras, constructores y el Estado llevaron a la solución más aberrante y vergonzosa de todas: construir jaulas de cemento.

Basta recorrer estas “soluciones” de vivienda en Barranquilla, Cali, Cartagena y Bogotá para darse cuenta de que al pobre no solamente se le sigue engañando de una forma burda, sino que se le está atropellando el derecho fundamental de vivir dignamente.

No hay derecho a que se ofrezcan a los más necesitados 40 miserables metros cuadrados para que vivan con sus familias. Y lo mas grotesco, se las entregan sin ningún acabado, en “obra gris”, como se llama ahora. Eso quiere decir que son simplemente unas jaulas encementadas, sin inodoros, sin duchas, sin cocinas, sin nada.

El foco de violencia en estas generaciones jóvenes y en las futuras no es tanto la falta de educación y recreación, sino el hacinamiento grotesco, repito, en que se condenan a millares de seres humanos. Verdaderos guetos en los que la privacidad y el espacio mínimo no existen. Familias enteras que dejan los ahorros de toda una vida para adquirir la posibilidad de tener algo propio en qué vivir y se ven empujadas sin saberlo a esas minicárceles sin ventilación, como si fueran abejorros enjaulados. No quiero ni pensar cómo serán las que van a regalar…

Las familias de escasos recursos no tienen formas de protestar. El Estado se excusa alegando miles de razones por las cuales no se puede hacer nada más. Las veedurías se hacen los de la vista gorda y los marranos, léanse banqueros, constructores que se las saben todas y politiqueros, cada vez, se forran más.

La verdadera revolución social comienza por ofrecer espacios dignos para poder vivir en ellos. Quisiera saber a cual HH.PP. se le ocurrirá algún día poner este tema en el tapete nacional.

http://www.elespectador.com/opinion/columna-380114-pisoteando-dignidad