MARIA LUCERO HENAO Y YAMID DANIEL HENAO

6 de febrero 2004 – 6 de febrero 2006

Memoria y Justicia
Dos años han transcurrido y nada ha cambiado, la impunidad continúa siendo el pilar que posibilita a las mismas estructuras militares y paramilitares mantener su presencia en la región del Alto Ariari, la apropiación de tierras, la consolidación de formas de “progreso” excluyentes. Las estructuras criminales que cegaron la vida de LUCERO HENAO, líder comunitaria y defensora de de Derechos Humanos del Ariari siguen intactas, controlan social y políticamente, amenazan, bloquean, señalan, dominan, imponen con la evidente tolerancia, complicidad, anuencia de la Fuerza Pública.


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Las investigaciones no arrojan ningún resultado efectivo, los victimarios se pasean de civil, dialogan con todas las autoridades en Medellín del Ariari, en El Castillo, en Puerto Esperanza. Se pasean de civil, con radios y armas cortas en los cascos urbanos, pasan por los retenes militares o policiales, en donde se les observa departiendo con las unidades regulares. Los investigadores de la Fiscalía buscan testigos, buscan testimonios pero no se atreven a capturar en flagrancia a los victimarios de MARIA y YAMID, esa es la justicia colombiana. Ellos son los únicos que tienen ojos pero no ven, solo quieren testimonios para luego argumentar que los mismos son débiles, que no sirven o que requieren fotografías u otras pruebas, esa es la virtud de la investigación adelantada probar que la culpa es de los testigos.

Hoy hace dos años, un viernes 6 de febrero, a las 10:30 p.m., “civiles” armados de la estrategia paramilitar llegaron hasta la casa de la defensora de Derechos Humanos MARIA LUCERO HENAO en el corregimiento Puerto Esperanza, municipio El Castillo, Meta, golpearon en la puerta y llamaron a MARIA LUCERO quien al principio se negó a abrir. Los armados amenazaron con tumbar la puerta si no abrían inmediatamente, por lo que MARIA LUCERO se ve obligada a abrir y se la llevan a la fuerza los hombres armados mientras ella grita llamando a su madre, a sus hijas e hijo YAMID DANIEL HENAO, quienes salieron tras ella intentando arrebatarla de las manos de los armados.

En el trayecto intentaron amarrar a MARIA LUCERO con unas cuerdas de nylon mientras le gritaban “desde hace tiempo le teníamos ganas pero no se había presentado la oportunidad” y a la familia que la acompañaba “ustedes son unos h.p guerrilleros”. Ella se abalanzó al cuerpo a uno de los armados impidiendo que la amarraran. Al llegar a las afueras del caserío, a 5 minutos de la casa, obligaron a las niñas y abuela a regresar y forzaron a quedarse con MARIA LUCERO a su hijo, YAMID DANIEL, de 16 años de edad, estudiante de la Unidad Educativa el Encanto de Puerto Esperanza.

Minutos más tarde, su familia escuchó varios disparos, pero por temor a la presencia de los paramilitares, no salieron de la casa hasta la madrugada en que se encontraron los cuerpos con impactos de bala. El rostro de YAMID DANIEL se encontraba desfigurado, con impactos en la boca y con una oreja amputada.

La familia de MARIA LUCERO HENAO era una de las diez familias que se mantuvo en el caserío Puerto Esperanza, después de la incursión paramilitar del 2 de agosto del 2001 en la que los armados de la estrategia paramilitar con la complicidad del Batallón 21 Vargas obligaron a desplazarse a sus pobladores. MARIA LUCERO como Defensora de Derechos Humanos y Presidenta de la Junta de Acción Comunal, ante la ausencia de la actuación pronta y oportuna de las autoridades competentes, debió realizar el levantamiento de por lo menos 7 cadáveres de vecinos de su vereda. En varias ocasiones como Defensora de Derechos Humanos MARIA LUCERO HENAO se entrevistó con representantes de delegaciones diplomáticas con asiento en Colombia como la embajada de Austria, Canadá, Gran Bretaña, Italia, Alemania, Francia y con la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos y con la Defensoría del Pueblo para presentarles la grave situación de los pobladores de Puerto Esperanza luego del desplazamiento y de la presencia paramilitar permanente.

Las verdades enunciadas por Maria Lucero siguen vivas, resuenan en la conciencia de los pobladores que resisten en medio de la paramilitarización de la región. Sus palabras siguen vigentes a pesar de procesos de desmovilización o removilización parainstitucional, los campesinos que llegaron al Ariari en búsqueda de tierra para vivir, para trabajar, hoy la mayoría de ellos desarraigados, conservan la memoria, de la dignidad de MARIA LUCERO.

Pero el asesinato de MARIA LUCERO y YAMID anuncia que la esperanza no ha sido asesinada, ni torturada, ni desplazada. Nuevas generaciones crecen con nuevas voces que llevan la palabra, la vida, la dignidad y la justicia, por eso en El Meta aún está viva la resistencia, la impunidad no ha sido la última palabra, aún existe la memoria.

Bogotá D.C., 6 de febrero de 2006
Comisión Intereclesial de Justicia y Paz