La vaca Lola, está viva, no muerta.

Hace unas horas el presidente Santos volvió a referirse al conflicto armado. Usó una metáfora, ” el conflicto armado es como una vaca muerta que impide el progreso”. Lo hizo en uno de los lugares cuna del paramilitarismo, allí donde miles de vacas pastan opulentamente, viven en predios de terratenientes y ganaderos, en medio de la miseria de millares de campesinos.


Su metáfora infortunada, como su gestión en el asunto de la paz, en los asuntos territoriales y sociales, refleja la pequeñez con la que él gobierna, con la que tradicionalmente el establecimiento ha definido cómo quiere la paz con la guerra o con el diálogo, entre zanahorias y garrote, entre imágenes y realidades, entre buenas formas y bárbaras actuaciones.

Pero para lamento de él y del establecimiento que Santos representa, el criollo, el multinacional empresarial y el financiero, la vaca está muy viva y hace muuu, como nos enseñan los niños.

Efectivamente, comprender el conflicto armado como algo que está muerto, algo que se atraviesa al progreso, es seguir asumiendo que el otro, las guerrillas, son un simple obstáculo y que basta con correrlos para hacer soluble la inversión. Nos referimos a las FARC, al ELN y al EPL La estrechez de la metáfora corresponde al desprecio mental de quienes ejercen el poder. El juego de póker de Santos no pasa más allá de la mesa, su cálculo es limitado y por eso su tabla de salvación es el montaje mediático, la amenaza, la judicialización. Es la estrechez del establecimiento, todo aquello que irrumpe por fuera de esa mesa de juego no existe, o si existe, es porque resentidos hombres y mujeres son comunistas, porque alguien los utiliza, el terrorista o los terroristas. En el caso del Catatumbo, ASCAMCAT como prolongación de las FARC, el CISCA como prolongación del ELN y cualquier tipo de expresión como prolongación de un movimiento origen terrorista. En esa estrechez se niega al pueblo Barí, sus diversas fragmentaciones y visiones, incluso, la afectadas por las fuerzas militares, y la incidencia de ésta en otras expresiones campesinas para descalificar a los críticos del establecimiento. Lo grave es que el marco de interpretación sobre los asuntos sociales, Santos no es liberal, se basa en los principios de la inteligencia militar o los de la defensa de seguridad de los intereses privados. En ésta, la manifestación social es una prolongación del terrorismo, desconociendo el carácter estructural de la violencia, ocultando la responsabilidad institucional en el engendro del paramilitarismo y en la acumulación del capital por el tráfico de droga, o en el uso del terror para asegurar territorios para la inversión extranjera. La vaca hace muu, porque aún, en medio de tanto fraude y trampa del establecimiento cree en el diálogo, cree que los sectores del establecimiento puede ceder a su enriquecimiento antiético, a veces ilegal.

Santos desecha la posibilidad de comprender que el desprecio tiene límites, que la gente es capaz de indignarse, de dejar de ser un borrego lógico, de despertar del engaño o de que la gente experimenta una inequidad que debe terminar. Esa metáfora de la vaca muerte, expresa la simplicidad de las lógicas de cálculo del establecimiento, el desconocimiento de lo que viven los de abajo, los que ellos han expoliado o han permitido o quieren permitir a terceros expoliar, porque ellos solo aceptan esos pobres, esos sectores medios que le son serviles o funcionales. Para infortunio de ellos, para su equivoco diagnóstico, la vaca no está muerta y está viva y hace mu. Mu con dificultades. Muge y muge en muchas voces, unas más resonadas, ahora con ASCAMCAT, pero también la del CISCA, que están juntos en esa región como expresiones sociales, con diferencias pero con convergencias a partir de una realidad, la exclusión histórica, la explotación petrolera, los agronegocios de palma, la extracción minera, la coca como medio de sobrevivencia para ellos y de lucro para otros, los de arriba.

Los más de 30 días de la protestas del Catatumbo están mostrando que el juego de póker es estrecho para este país de múltiples colombias. Los asuntos socio ambientales e inequidades son más allá de lo que se hable en La Habana, no se resuelven en la Habana. En Catatumbo se expresa una correlación de fuerzas civil con el establecimiento que piensa una pax romana, que la comprende sin la sociedad de base. El asunto de la paz no es un desarme, es cuestión de justicia y de otra democracia. Y en eso, el establecimiento no parece estar dispuesto a ceder. De nada sirven comisiones y delegaciones de Santos, si la estrecha mentalidad de lo que Santos expresa no está dispuesta a oír, a abrirse un poco y a cambiar en algo.

En Catatumbo la vaca es Lola porque existe memoria de la ignominia, tiene cachos, tiene cola. La consecuencia de las concesiones Barco, las del control institucional a través del paramilitarismo y sus miles de desaparecidos, asesinados y desplazados, se está dejando ver. En contravía claro de la lógica extractiva, depredadora y del desconocimiento de los habitantes rurales, porque cuando de negocios se trata, cuando desde los negocios se decide, se olvida a los habitantes en su territorio, se olvida por que exigen unos Zonas de Reserva Campesina y otros Zonas Forestales. El desprecio de la clase dirigente se basa en una memoria selectiva de acumulación, concibe el conflicto en general como un obstáculo para la inversión y niega de plano a los actores sociales, y la complejidad de invertir en zonas y territorios donde hay gente que sueña, que apuesta por otro tipo de país. Esa expresión de la vaca muerta es otra forma de imposibilitar la discusión, la negación de las consecuencias de esa mirada excluyente de progreso y desarrollo que produce la muerte física de millares, la muerte del alma y de ecosistemas. Por eso, oponerse, protestar, descuadra el juego de poder, el propio de La Habana con las FARC y el que se de con el ELN.

Las conversaciones para la solución del conflicto armado son limitadas si no se tiene en cuenta a la sociedad popular, si sus apuestas son desconocidas o si pasan por suponer que son dichas en la mesa por la guerrilla o que cuando la expresan los civiles son prolongación matemática del movimiento guerrillero. El habitar o no en una zona de conflicto armado no descalifica la justeza de la protesta. Y eso es lo que la clase dirigente no entiende. No se trata de combinación de formas de lucha, se trata de una exclusión y una represión que deriva en diversas manifestaciones, mayoritariamente social en el caso de Catatumbo. Tal torpeza del establecimiento anima la significación para que la gente se anime a alzarse en armas. Eso pareciera que quieren alimentar. Algunos esperan que Santos se desate de su uribismo interno para que el establecimiento mire más allá de los marco doctrinales militares que ellos han creado para enfrentar todo brote de rebeldía o disidencia social.

Ese desprecio por los de abajo, se suma a la ignorancia supina, a la ceguera intencional. Ante un corto informe de Naciones Unidas que objetiva la situación de inequidad y de exclusión en Catatumbo y que deriva la eventual responsabilidad de la fuerza pública en abusos, la respuesta del Ministro del Interior, Fernando Carrillo, demostró su pérdida de lucidez al asumir el libreto doctrinario. Éste pretendió engañar y ocultar la exclusión en esa región y los intereses de empresas privadas para la explotación carbonífera y petrolera, y los agronegocios de palma, entre otros. Carrillo insultó a ONU por cosas que no dijo. Esa entidad no aseveró contundentemente la responsabilidad de agentes del Estado en las muertes de cuatro campesinos. Su comunicado reconociendo asuntos estructurales, más que asuntos coyunturales armó la de troya. La respuesta del Ministro fue el viejo y doctrinario de las fuerzas militares, extraño, en alguien que tenía una visión más liberal del Estado, pero comprensible ante el libreteo de la encargada de prensa del gobierno de Santos. Lamentable el ministro liberal venido a menos como parte del discurso de la nueva Justicia Penal Militar. Ese libreto que le imposibilita ver lo que todo el mundo ve, la exclusión en Catatumbo, la necesidad de reconocimiento de derechos y la capacidad de las expresiones sociales de hacer valer sus derechos. Triste papel el Carrillo.

Esa actitud de desprecio es similar a la del Procurador Ordoñez contra todos aquellos que le controvierten o le controvertimos, al invitarnos a salir del clóset. Para ese funcionario, también doctrinario, de raíces de Tradición Familia y Propiedad, el libre pensamiento, el humanismo es descalificable e imputable de adhesión a las FARC.

Estrecha mentalidad, la misma que pasa por Santos, por Carrillo y por su Ministro de Guerra, él adobado para las pasarelas del estilo holiwoodense, las de los Rambos. Sí, el señor Pinzón. Éste en su cuenta de twitter reflejó el desprecio absoluto por el campesinado. Pinzón pretendió descalificar la protesta en Catatumbo, porque César Jérez, uno de sus dirigentes estudio en Rusia y en España. Se le olvidó intencionadamente decir, que había especializado en administración pública en la ESAP, en Colombia. Con ese detalle, el burdo montaje se caía, por eso lo omitió, porque así es la inteligencia militar. Esta fue otra perlita de la ignorancia que campea en la llamada inteligencia, que nada de inteligente tiene por ser doctrinaria, pero que deja a Jérez a merced de las operaciones militares encubiertas. Burda expresión de la estrecha mentalidad con la que se pretende dar la idea que el comunismo internacional de antaño está detrás de la protesta, forma facilista para dar salida de fuerza a una situación de exclusión histórica en la que los campesinos proponen. La expresión de Pinzón en las redes sociales es absoluta y torpemente clasista.

El establecimiento no puede aceptar que un líder campesino pueda realizar estudios superiores, pos grados, que pueda ser un humanista e interlocutor capaz de develar, junto con otros liderazgos de hombres y mujeres, que el establecimiento está permeado de una mentalidad estrecha, tan estrecha como la mesa de un juego de póker. Nunca a ese establecimiento se le ocurre pensar que este país no ofrece garantías para que millones de colombianos puedan acceder a la educación superior, menos si vive o nació en el campo, y es pobre. Ignorancia e indolencia. Si esto expresaron dos de los ministros de Santos, ¿ se imaginan lo que piensa, Kramer, Gutiérrez, Mira, Rengifo, Bedoya de los campesinos de Catatumbo?.

Seguro que estuvieron a la altura de su mandatario, dialogando en los márgenes estrechos de qué todo es como yo quiero, de qué su interlocutor es resentido o manipulado, es presionado o llevado por las FARC, cuando no el ELN a protestar.

Tremenda ignorancia, tremendo desprecio de clase. Santos necesita otra metáfora. Ojalá Kreimer le recuerde que Colombia es el quinto país en el mundo en biodiversidad, para ver si se le ocurre otra figura, más cercana a la complejidad colombiana. Antes de terminar, si vuelve hablar de la vaca, es mejor que lo haga con la propiedad infantil, recuerdan…. La vaca Lola, tiene cabeza, cachos y cola y hace mu.

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