La Carta de las FARC-EP

Al responder a una pregunta sobre la respuesta de las FARC-EP a la carta de un grupo de intelectuales, el Alto Comisionado para la Paz, Luis Carlos Restrepo ofreció una respuesta con tres consideraciones: primera, la carta de las FARC no contiene novedad alguna. Segunda, el Gobierno del Presidente Uribe continuará con la política de contención de los violentos, tercera, el Gobierno de la Seguridad Democrática mantiene abiertas las puertas al diálogo con las guerrillas. Restrepo hizo esas anotaciones el 29de octubre de 2008 en el curso de una exposición en el Coloquio sobre Populismo en América Latina organizado por el Instituto Pensar de la Universidad Javeriana. De tales enunciados emerge la verdad desnuda de que por ahora el Gobierno no juega una carta distinta a la de la guerra en relación con la Insurgencia. Tal disposición oficial se basa en la lógica del “final del final” en el que estaría en la actualidad la guerra a las guerrillas.


¿Tiene razón Restrepo cuando afirma que la carta de las FARC no contiene novedades? El documento del Secretariado del Estado Mayor Conjunto es breve, integrado por frases “gota a gota pensadas”. No exhibe las piezas del arsenal de conocidos denuestos y auto justificaciones. La carta también por su contenido es minimalista como lo es la misiva de los intelectuales a la que dio respuesta. En esta se había consignado: “Trabajar por desbloquear (cursivas M.M.) los caminos que conduzcan a la concreción de un Acuerdo Humanitario…” En la de las FARC se destaca: “Los invitamos a desarrollar un diálogo público a través de un intercambio epistolar con miras a establecer una agenda que esclarezca las rutas en las que sería posible un entendimiento en aras del anhelado Acuerdo Humanitario” Resulta obvio que la carta de las FARC contiene elementos nuevos dado el contexto actual de otro modo no se explicaría la atención que suscitó en los medios de comunicación. Sería sin embargo apresurado extraer la conclusión de que la dirección de la organización guerrillera esté planteándose la posibilidad de una negociación próxima con el Gobierno del Presidente Uribe Vélez.

Invariablemente la guerrilla de Marulanda ha reaccionado de manera favorable a la propuesta de creación de escenarios para el discurso de la Paz, del Acuerdo Humanitario y del Canje. Eso fue cierto en los tiempos del proceso de Paz de la Uribe (1982- 1985) y aún con mayor intensidad se repitió el los tiempos del Caguán (1999 -2002) A las FARC les ha resultado muy estimulante escuchar voces muy diversas: de los empresarios, los intelectuales, los deportistas, los políticos, los intelectuales. En tal polifonía han querido en el pasado y lo proponen ahora contar con la participación de la Comunidad Internacional. En principio lo anterior es legítimo y comprensible y en ello coinciden con el punto de vista de sectores importantes de la opinión pública tanto de dentro como de fuera de Colombia. Al tiempo debe tenerse en cuenta, asimilando experiencias pasadas, que solo tiene sentido propender por un diálogo concreto, operativo, capaz de generar propuestas viables, realistas, encaminadas al logro de Intercambio Humanitario en un plazo razonable. Se trata de un contraste de ideas en el ámbito nacional e internacional en el que las FARC sean tomadas como interlocutor, como destinatario de propuestas y también referencia de interpelación sobre sus objetivos políticos y sus procedimientos de organización militar en relación con la población civil. Esto último tendría un gran valor en la medida en que la guerrilla durante años ha sido objeto de estigmatización y diatriba.

Cuando El Estado Mayor Central señala que considera su carta como el comienzo del diálogo propuesto adelanta las características que debe ofrecer ese intercambio: amplitud, franqueza al tiempo que señala condiciones de las que debe de estar libre ese escenario de conversación: sin dogmatismos, sin sectarismos y sin descalificaciones. A tono con ese modelo mental de discusión no sería apropiado proyectar por parte de los participantes en ella un tinglado para la confrontación al Gobierno. A nadie se le pide renunciar a sus posiciones políticas sino que se invita a todos a entender la especificidad de un ejercicio dialéctico que busca superar los bloqueos que impiden que hoy por hoy el tema del Intercambio Humanitario aparezca en el horizonte inmediato. Por supuesto el acuerdo sobre una negociación concreta sólo puede ser asumido por la decisión del Gobierno colombiano y de Las FARC-EP. La etapa actual es sólo una fase de trabajo para que tal perspectiva se haga realidad en un futuro que se quiere ver como próximo.