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La cárcel común y perpetua se hizo efectiva en Rosario

La alegría se hizo calle. La emoción llenó a todos y todas. Las lágrimas de alegría y recuerdo brotaron en todos los ojos. Cuando se escuchó “…a la pena de prisión perpetua…”, cinco veces explotó bulevar Oroño. Fueron 34 años de lucha. Siete meses de juicio. Tal como se deseaba, la reclusión será en cárceles comunes. Y los delitos fueron considerados crímenes de lesa humanidad.


Desde temprano, el Espacio Juicio y Castigo había organizado una radio abierta en la que se le fue dando la palabra a compañeros y compañeras de organizaciones que se estaban sumando a la espera de la sentencia. Que llegó pasadas las 12.30 horas.

Pascual Oscar Guerrieri, Juan Daniel Amelong, Jorge Alberto Fariña, Eduardo Rodolfo Costanzo y Walter Salvador Dionisio Pagano fueron todos juzgados como coautores “penalmente responsables de los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada por mediar violencia y amenazas y aplicación de tormentos agravados por ser las víctimas perseguidos políticos. Y en concurso real con el delito de homicidio agravado por alevosía por el concurso premeditado de dos o más personas y para procurar su impunidad”. Y por esos hechos recibieron la condena más deseada: “pena de prisión perpetua e inhabilitación absoluta y perpetua (…), calificándolos como crímenes de lesa humanidad”.

En otro tramo de la sentencia, también se dispuso “que los condenados cumplan la pena privativa de la libertad en cárceles comunes pertenecientes al Servicio Penitenciario Federal”, por lo que serán derivados al penal de Marcos Paz, donde ya residen otros genocidas. Sin embargo, la cárcel común para Guerrieri y Costanzo deberá esperar a que quede firme la sentencia y se revisen sus estados de salud, ya que gozan actualmente del beneficio de la prisión domiciliaria.

Voces

“Habíamos pedido cinco cadenas perpetuas y las tuvimos”, destacó la abogada de la agrupación HIJOS, Ana Oberlin. Aunque remarcó que van a estar “pendientes de como se vaya dando todo”, en relación al cumplimiento efectivo de las condenas.

“Este es un día memorable”, aseguró Alicia Gutiérrez, diputada provincial y querellante en esta causa. “Esta sentencia ejemplificadora, es producto sin lugar a dudas de la lucha de 34 años, de hombres y mujeres, organismos de derechos humanos, abogado y sobre todo muchos jóvenes como ustedes que levantaron desde un principio las banderas de justicia, de condena para los genocidas”, agregó.

Ana María Figueroa, abogada querellante por la Secretaría de Derechos Humanos, afirmó que “lo que tenemos que festejar es que la respuesta ha sido desde el estado de derecho. No hicimos lo que ellos hicieron, no somos brutos ni salvajes, desde el estado de derecho debe ser el juzgamiento”.

Por su parte, otra víctima y testigo en la causa, Olga Moyano, recordó que “a diferencia del Juicio a las Juntas, estuvieron todos aquí acompañándonos”, ya que ella también testificó en aquel hecho histórico. “Así que sólo les digo gracias a todos”, finalizó emocionada.

Las Madres

Norma Vermeullen, Madre de Plaza 25 de Mayo en Rosario, dijo que aún “hay mucho por recorrer. Hay muchos sueltos todavía a los que no les conocemos las caras”. Y aseguró que “a los jóvenes les toca buscarlos para que nunca más puedan hacerlo”.

“Hoy estamos festejando el triunfo de la lucha de los compañeros y la sociedad rosarina. Cuando no estemos, estamos seguras que las generaciones jóvenes continuaran hasta ver al último genocida preso”, expresó Celina “Queca” Koffman, Madre de Plaza de Mayo de la ciudad de Santa Fe.

Agregó que “nosotros no abandonamos la lucha, no claudicamos, no aceptamos la reconciliación ni el perdón y hemos mantenido viva la memoria para mantenerlos a ellos vivos, que están más vivos que nunca”.

Los jóvenes están dando el paso, en ese protagonismo hacia una sociedad nueva, como la que ellos soñaron, y que vamos camino hacia esa sociedad nueva, por eso hay tantos jóvenes en las plazas. Ellos irán marcando el camino, el camino donde ha de transitar el hombre nuevo, y ese será el último de los juicios”, alentó la Madre.

Queca también se refirió al caso de Silvia Suppo por el que dijo que están “muy preocupadas”. “Vamos a seguir con la investigación hasta que nos demuestren, como quieren demostrarnos, que fue un robo común y que no vamos a aceptar así nomás porque no vamos a aceptar otra vez lo que pasó con el compañero Julio López”, aseguró.

Es un día muy especial”, explicó Herminia Severini, Madre de la ciudad de Rosario. Ella rescató el hecho de “verle la cara a estos asesinos, que todavía se creen que están impunes”, en referencia a Amelong, quien durante la lectura de la sentencia se colocó una vincha con la leyenda “preso político”. Por ese hecho y ante su negativa a sacarse el accesorio, tuvo que ser retirado de la sala de audiencias. “Nadie se burla de nosotros: ni la justicia, ni un torturador”, agregó Herminia.

Por otro lado, consideró que “la convocatoria es especial, era lógico, tenía que ser y se hizo, y están los jóvenes. Es un despertar de conciencia que no es fácil”. Y fue contundente a la hora de marcar el camino: “tenemos que hacerlo, vamos a demoler este sistema capitalista por una sociedad socialista, que era lo que nuestros hijos querían”.

“Fue muy emocionante”

Lo repitió una y otra vez. Parecía que no había mucho más que agregar. La que lo dijo fue Sabrina Gullino, quien recuperó su identidad en diciembre de 2008 y supo que era hija de Raquel Negro y Tulio Valenzuela, detenidos-desaparecidos del Centro Clandestino de Detención Quinta de Funes, víctimas de los genocidas condenados. También se enteró de que tiene un medio hermano, Sebastián, hijo de Raquel, y un hermano mellizo que buscar.

Para mí fue muy importante poder estar ahí (en la audiencia), formar parte del grupo de compañeros y sobre todo poder estar al lado de él”, relató, mientras señalaba a Sebastián.

Tenerla a mi hermana y que justo haya aparecido para este juicio es un poco de justicia por los viejos y por los abuelos que no están”, aseguró el joven.

Él contó que llevan adelante una causa en Paraná, por la supresión de la identidad de Sabrina y por el otro hermano que están buscando, ya que Raquel Negro fue llevada a esa ciudad para dar a luz mientras la mantenían en cautiverio.

Música, murga y kermese

Luego de la lectura de la sentencia, la jornada siguió con músicos populares. Tocó Varón junto a otros compañeros de Ludueña. Luego siguió Solsticio, combo de músicos locales. Todos hicieron bailar a los presentes en el cantero central de bulevar Oroño.

La murga La Memoriosa, nacida al calor de este juicio, se lució tanto con las letras como con el canto y el baile. Jóvenes y adultos compartieron escenario haciendo escuchar su voz en reclamo de justicia.

Mientras tanto, se organizó una kermese con juegos como un Tumbalata justiciero, un póngale la cola al burro con la cara de los genocidas condenados y un hermoso baño cuyo papel higiénico hizo las delicias de los niños.

La alegría, definitivamente, fue la estrella de la jornada. Desde temprano, durante y después de la sentencia, los abrazos interminables, las sonrisas, los saludos, hicieron respirar un ambiente especial. Alguien dijo por la tarde algo que podría definir la situación: “eso de pasar en medio de un montón de gente y sentir manos que te palmeaban la espalda, no sabías de quienes eran, pero las sentías como golpecitos que buscaban dejar sentado que era verdad la concreción de esta lucha de tantos años”.

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