El iPod de Mancuso

En la madrugada del 13 de mayo pasado, varios guardias del Instituto Nacional Penitenciario (Inpec) llegaron a la celda del jefe paramilitar Salvatore Mancuso en la cárcel de Itagüí, para notificarle que el Gobierno había autorizado su extradición. Sin perder tiempo, Mancuso cogió un teléfono celular e hizo tres llamadas.


En la madrugada del 13 de mayo pasado, varios guardias del Instituto Nacional Penitenciario (Inpec) llegaron a la celda del jefe paramilitar Salvatore Mancuso en la cárcel de Itagüí, para notificarle que el Gobierno había autorizado su extradición. Sin perder tiempo, Mancuso cogió un teléfono celular e hizo tres llamadas.

La primera fue a su esposa, quien lloró inconsolable por su partida. La segunda fue a sus abogados, y la tercera a un amigo a quien le hizo una recomendación especial: “Es posible que me saquen de esta celda definitivamente. Si eso ocurre, debes hacer hasta lo imposible por recoger las cosas que tengo guardadas dentro del aire acondicionado. También agarra el iPod que está encima del escritorio y llévate eso para tu casa”, le dijo Mancuso, al tiempo que le dio indicaciones sobre el funcionario del Inpec que le podía ayudar en ese objetivo.

Al día siguiente, el amigo de Mancuso estaba dentro de la celda. Con la ayuda de un destornillador logró abrir el aire acondicionado y allí encontró un par de memorias de computador portátil, dos discos duros y varias tarjetas de teléfonos celulares.

El emisario guardó celosamente las memorias y cuando miró hacia el escritorio para recoger el iPod (reproductor digital de sonido) este no se encontraba. El hombre salió de la celda y semanas más tarde logró contarle a Mancuso lo ocurrido. En ese momento este ya se encontraba en la cárcel del Distrito de Columbia, más conocida como D.C Jail de Washington.

De todas maneras, el desmovilizado jefe de las autodefensas quedó preocupado porque el iPod que no pudo recuperar el emisario contenía la memoria viva del paramilitarismo en los últimos seis años, y era posible que quien conociera su contenido podría darle un uso indebido a esa información.

CAMBIO conoció con fuentes cercanas a Mancuso que se trata de un equipo de 160 gigas de capacidad en memoria, que contiene más de 1.000 grabaciones de audio realizadas por el jefe paramilitar. Su contenido se relaciona con reuniones públicas y privadas con el alto comisionado para la Paz, Luis Carlos Restrepo, con sus socios Rodrigo Tovar, ‘Jorge 40’ y Freddy Rendón Herrera ‘el Alemán’ y con el empresario bananero Raúl Hasbún, encargado de que el dinero de la multinacional Chiquita Brands llegara a las arcas de las Auc.

En la misma memoria también se encuentran guardadas las grabaciones de las reuniones de Mancuso con especialistas en temas económicos y políticos que le dictaban clases en la cárcel de Itagüí. Además, las conversaciones con políticos regionales que lo visitaron durante su permanencia en la zona de negociaciones de Santa Fe de Ralito (Córdoba) y en las distintas cárceles donde estuvo recluido luego de su desmovilización. “Era un aficionado a grabarlo todo -dice la fuente-. Él guardaba las conversaciones en una pequeña grabadora y luego las pasaba al iPod. Algunos de sus interlocutores sabían que él estaba grabando, pero la mayoría lo ignoraba”.

Ante la pérdida del iPod, Mancuso se dio a la tarea de establecer su paradero. Sus indagaciones lo llevaron a establecer hace pocos meses que el aparato había caído en manos de varios desmovilizados recluidos en Itagüí que lo habían robado de su celda la misma mañana en que fue conducido a Estados Unidos.

‘El tsunami’

Si bien hasta ahora no se conoce la identidad de quien tiene en su poder el Ipod, lo cierto es que su contenido ya comenzó a hacer estragos.

La W Radio reveló apartes de una grabación guardada en el aparato. Se trata de una conversación de finales de 2006 entre Salvatore Mancuso y los entonces congresistas Eleonora Pineda y Miguel Alfonso de la Espriella, que da cuenta de la manera como el jefe paramilitar montó hábilmente su estrategia para denunciar los nexos entre políticos y paramilitares.

En la grabación se escucha el momento en que Mancuso les pide a los dos congresistas que recuerden los nombres de decenas de políticos que tuvieron algún acercamiento con la organización.

En el diálogo se nota su afán por comprometer el nombre del senador Mario Uribe, quien habría asistido a una reunión con las Auc en Montelíbano (Córdoba) en 2002 para pedir apoyo político. También hablan de presuntas reuniones del hoy vicepresidente Francisco Santos y del ministro de Defensa Juan Manuel Santos con las Auc.

La conversación también evidencia el afán de Eleonora Pineda de involucrar al senador Armando Benedetti con las Auc. Para ello recuerdan una fiesta ofrecida por ella a finales de 2003 a la que asistieron los congresistas Muriel Benito Rebollo, Alfonso Campo, Jorge Ramírez Urbina, José Rosario Gamarra, Rocío Arias, Álvaro Araújo y su hermano Sergio Benedetti, quien según ellos se comprometió a ayudar a las Auc. “Este h.p. que se las da de niño bonito, el Benedetti (…) Esto va a ser una bomba tipo tsunami”, dice Mancuso.

En la charla el jefe paramilitar menciona también el nombre del senador Gustavo Petro, quien según él estaba dispuesto a conseguirle “asilo político” a Eleonora Pineda en Venezuela.

Mancuso le pide un reporte a Pineda sobre el número de encuentros que ella habría tenido con el ex fiscal general Luis Camilo Osorio. En medio de risas ella responde: “Varias veces”. Este capítulo de la conversación pone una vez más en el ojo del huracán a Osorio, actual embajador de Colombia en México, quien enfrenta varias investigaciones penales por cuanto diversas organizaciones le acusan de haber protegido a los paramilitares entre 2001 y 2005.

CAMBIO se comunicó con la ex congresista Eleonora Pineda para pedirle una explicación sobre algunos apartes de la charla publicada. Tan solo dijo: “No puedo dar entrevistas. No he conspirado contra nadie. Yo he contado la verdad en los estrados judiciales que es donde me corresponde”.

Quizá sin proponérselo, Mancuso convirtió su iPod en una de las más genuinas fuentes de información que tendrá ahora la administración de Justicia. Y es que una cosa es que el jefe paramilitar vaya una y otra vez al escenario de versiones libres, donde puede contradecirse sin mayores consecuencias, y otra muy distinta que fiscales y jueces tengan al alcance de sus manos conversaciones que por su espontaneidad pueden adquirir el franco tono de una confesión.

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