Colombia y los Bric

Se denominanan mercados emrgentes hasta que el economista jefe de Goldman Sachs resolvió bautizar con el acrónimo de Bric a los cuatro grandes candidatos a las grandes ligas de la economía (Brasil, Rusia, India y China).


Hoy encarnan la globalización más que cualquier otro factor y juegan duro en el escenario mundial. Su primera cumbre tuvo lugar el 16 de junio en la ciudad rusa de Ekaterimburgo.

No se trata sólo de grandes extensiones de tierra, el 40% de la población, la magnitud de sus PIB y un gran volumen del comercio mundial. La Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Unctad, según su sigla en inglés) reveló hace un tiempo la encuesta que realiza entre las 241 empresas más grandes del mundo sobre su capacidad de realizar inversiones extranjeras directas. Mostró que éstas van a mejorar en 2010 y se acelerarán en 2011. Allí quedó claro que los principales destinatarios de esas inversiones serán los países Bric.

Mientras en las economías desarrolladas se buscan con lupa los retoños verdes del crecimiento para demostrar que la crisis quedó atrás, China se da el lujo de crecer al 8% en el primer semestre de 2009 y la India exhibe resultados similares. Un grito de independencia de dos economías frente al mundo desarrollado que corrobora lo que los economistas llaman el decoupling, vale decir el desacoplamiento frente a quienes se creían la única fuente de crecimiento. Aunque Brasil y Rusia tienen condiciones económicas distintas, buscan entre los cuatro consensuar una agenda común que pese políticamente en las citas globales.

En nuestra región es la apuesta más importante de la política exterior brasileña en décadas. Se trata de graduar al gigante del barrio como el más relevante actor global listo a llevar la vocería de esta región en un mundo donde son pocos los escogidos. Para la muestra, la puja de varios países desarrollados y en desarrollo para tener una silla en el G20.

Si bien son los objetivos económicos la superficie de las pretensiones de los Bric, la procesión que va por dentro apunta más a la convergencia de intereses entre potencias económica y políticamente muy distintas. Brasil y la India son dos democracias sólidas, mientras que hay mucho por hacer en el caso de la consolidación democrática de Rusia, para no hablar del déficit de la China en ese terreno.

Pero aquí la política global importa tanto como la economía. Lula y su ministro de Asuntos Estratégicos, Roberto Unger, quien fuera —éste último— profesor de Obama en la Facultad de Derecho de Harvard, tienen claro que el objetivo es llegar a cambiar la gobernabilidad de los organismos internacionales. Mayor presencia y poder decisorio de los nuevos protagonistas y aun propuestas sobre una alternativa distinta al dólar como moneda global.

Con Brasil en el G20 y en los Bric, con México en el G20 y en la Oecd, Argentina en el G20 y Chile a punto de entrar a la Oecd, son muchos los kilómetros que nos han tomado nuestros vecinos en materia de inserción en la globalidad. Tal vez es hora de reflexionar ahora cuando parece que nada está claro a nivel subregional, regional, hemisférico y global. Decían hace poco los internacionalistas de Oxford que el regionalismo y la estrategia de trabajo en bloques regionales y extrarregionales va a redefinir la política global.

Sería muy pertinente que este asunto ocupara el lugar que se merece en la definición de nuestra política exterior. Uno de esos temas que se quedó para el próximo gobierno y que ojalá sea prioritario en la agenda electoral de 2010. Porque ahora llegamos mal y tarde a los debates cuando las decisiones se han tomado sin reparar en las consecuencias que pueden llevarnos a un aislamiento aún mayor, en términos de actores, reglas de juego e instituciones globales que otros han comenzado a diseñar sin nuestro concurso.