Bajo fuego de conspiración por Cecilia Orozco Tascón

“Usted sabe por qué se presentó la dictadura de Rojas Pinilla y cuáles fueron las circunstancias. Ahora (me parece ver)… una cantidad de antecedentes (similares) que nos podrían llevar a decir ‘ya no aguantamos más. Es necesario que este país se arregle como sea’” (general (r) Eduardo Santos en respuesta a una pregunta de Noticias Uno sobre el papel que jugarían los militares en una eventual “remoción” del cargo del actual presidente de la República). El general Santos —sin conexión familiar con el jefe de Estado— fue uno de los autores de los mensajes enviados en correos electrónicos particulares a direcciones virtuales que pertenecen a individuos y organizaciones cercanas a las Fuerzas Armadas, o que toman sus nombres, entre ellas “acoreretirados, acorecolombia, analvet, direccion@clubmilitar, batallonsanmateo”, etc.


Acore es la Asociación Colombiana de Oficiales en Retiro, en la que se agrupa la clase dura del pasado generalato nacional. Analvet es otra agremiación, más popular, de veteranos que se creó, según reza su página de internet, para “presentar un frente unido en defensa de nuestros derechos contra los abusos que el gobierno está cometiendo con los pensionados”. Por cierto, Analvet nació en febrero de 2007 por el descontento con la administración de Álvaro Uribe que hoy critica, callando lo suyo, el presunto abandono en que están los uniformados en la era Santos. El Club Militar es el centro social de los estratos altos de todas las armas y el Batallón de Artillería San Mateo es una emblemática unidad de combate del Ejército.

A pesar de que los mensajes son alarmantes (“llegará el momento en que algunos coroneles o generales… pongan las cartas sobre la mesa exigiéndole al Dr. Santos [que] cumpla con sus obligaciones… o de lo contrario removerlo del cargo, encargar un gobierno provisional y convocar a elecciones…”) y de que en ellos se incita a la milicia vigente a tomar decisiones (“lo anterior… solamente podrán realizarlo los militares en servicio activo, a quienes sí les creen y respetan…”), los directivos de Acore, Analvet y el propio general Santos se apresuraron a desmentir las intenciones golpistas de sus comunicaciones, en cuanto Canal Capital reveló su contenido y Noticias Uno desarrolló la información. Pero no niegan, más bien reiteran, que existe un enorme malestar con Juan Manuel Santos, aparentemente porque sus aspiraciones económicas no han sido satisfechas y por la presunta “inseguridad jurídica” en que están, dado que no se les ha incrementado al máximo el fuero que los protege de sanciones penales.

El explosivo intercambio epistolar no sorprende, sólo confirma un rumor. Lo asombroso sí es, en cambio, que la Casa de Nariño y los medios más cercanos a ella le pongan sordina al asunto, convencidos de que si se hacen los locos el ambiente conspirativo desaparecerá.

Con su atención o sin ella, el clima de disconformidad de las tropas y de los civiles que las aúpan irresponsablemente va creciendo cual bola de nieve, bien porque el mandatario apoyó la Ley de Víctimas y Restitución de Tierras, bien porque ampliará “con restricciones” el fuero, bien porque impulsa un marco para la paz que favorecía a las Farc. Frente a este panorama, es una insensatez que el jefe de Estado y sus asesores minimicen la enfermedad que los aqueja en una semana en que: 1. El expresidente Uribe desata sus ataques más virulentos contra el Gobierno. 2. Casi asesinan al exministro Londoño. 3. Amenazan de muerte a Piedad Córdoba. 4. Se aprobó la ley que daría supuesto inicio a una negociación con la guerrilla. Demasiados síntomas de agresivo cáncer antidemocrático para darse el lujo de no buscar una cura.

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