Refrescando la memoria (II)

¡Ay , cómo es de sano refrescar la memoria para entender la novela completa de la corrupción en la contratación pública que unos entes judiciales quieren centrar en un único capítulo local!


El 7 de noviembre de 2010, el connotado periodista colombiano del Nuevo Herald Gerardo Reyes, reveló el contenido de una conversación (grabada), entre el viceministro de Transporte de la administración pasada, Gabriel García, y Miguel Nule. García se quejaba de las presiones que su colega de gobierno Miguel Peñaloza —entonces Alto Consejero para las Regiones, ratificado por el presidente Santos en ese cargo— le hacía, para que sesgara el proceso licitatorio del multimillonario Tramo III de la Ruta del Sol. Muy molesto, García le comentaba a Nule que podría denunciar a Peñaloza por querer sacar a unos contratistas (los Nule) y favorecer a otros.

El exviceministro aseguró que la intervención de Peñaloza (y de otros funcionarios no identificados) era tan fuerte que renunció a finales de 2009 después de tratar de hablar, sin éxito, con el jefe de Estado, y que no le aceptaron su dimisión. “El Presidente a mí nunca me ha dicho nada, pero la gente de al lado de él, sí…”, afirmó García. En cuanto la publicación tuvo repercusión mediática, Peñaloza negó su interés en cualquier licitación, pese a que —según contextualiza el Nuevo Herald— fue presidente del grupo Odinsa y éste, a su vez, era socio de Grodco, otra empresa privilegiada con varias adjudicaciones. Por su lado, el exviceministro, refrescados sus recuerdos vaya usted a saber por quién, trató de retractarse señalando que en la época en que dialogó con Miguel Nule estaba estresado, y que por eso “exageró”.

El 14 de diciembre pasado, Gerardo Reyes escribió otro artículo que sacudió al país durante dos días porque después llegó el olvido: la justicia disciplinaria, fiscal y penal no han mostrado curiosidad alguna por este episodio. Reyes relató, apoyado en entrevista a Miguel Nule, detalles de una reunión que tuvo lugar en Panamá entre grandes contratistas del Estado (Los Nule y la firma brasilera Odebrecht) y el aventajado hijo del expresidente Uribe, Tomás, “8 meses antes de que se abriera (la licitación de) la Ruta del Sol”. Nule le contó al periodista que también estuvieron presentes en la reunión un socio de Tomás Uribe y un enlace del gobierno panameño. Nule puntualizó que Uribe Moreno “estaba intermediando para que estuviéramos juntos (Nule y Odebrecht, en el proceso licitatorio), presentándonos básicamente, pero en ningún momento pidiendo dinero ni mucho menos”. El Nuevo Herald resalta, además, que de acuerdo con Nule “el mejor canal de comunicación (de su grupo) con el gobierno (Uribe) era el ex senador José Guerra de la Espriella… (quien) estaba en la nómina de asesores de su conglomerado, como consultor y cabildero”. “El exsenador recibió $1,5 millones (de dólares) por lograr la adjudicación de la concesión de la carretera Bogotá-Girardot”, aseveró Nule.

Hace pocos días, mes de marzo de 2011, Félix de Bedout descubrió una lista de acreedores de los Nule a los que éstos se comprometieron, en secreto, a pagarles antes que al Estado. Figuran, entre otros, los Guerra Tulena (padre y tío de Guerra de la Espriella), a quienes les entregarían $6.120 millones de pesos. Nadie puede condenar a los funcionarios del expresidente Uribe, a sus hijos y amigos con base en meras revelaciones periodísticas. Sin embargo, ¿alguien me puede explicar por qué no se abre siquiera una indagación preliminar sobre lo que aconteció en el ámbito nacional con los Nule y con los demás contratistas “cacaos” de los años de la “confianza inversionista”?