Todos los caminos, los públicos y los secretos, conducen a José Obdulio

Los cables de WikiLeaks, que reveló El Espectador el domingo, muestran que el exdirector del DAS Andrés Peñate, el general Óscar Naranjo


,->http://www.lasillavacia.com/perfilquien/21389/oscar-naranjo] Comandante de la Policía desde la era de Uribe, y el magistrado Javier Ricaurte de la Corte Suprema, sospechaban que el entonces asesor presidencial José Obdulio Gaviria estaba detrás de varios de los escándalos del anterior gobierno: que era el instigador de los seguimientos ilegales contra opositores del Gobierno y contra los magistrados de la Corte; que era el anfitrión de las visitas de delincuentes enviados por los jefes paramilitares en sus visitas a la Casa de Nariño, incluyendo la cita de ‘Job’ con el sanedrín de Palacio; que fue quien orquestó la estrategia de descrédito contra la Corte Suprema de Justicia. Estos testimonios se unirían a lo que declaró el ex subdirector de contrainteligencia del DAS, Jorge Lagos, quien también dijo que José Obdulio era el cerebro detrás de las chuzadas.

Es decir, todos los caminos apuntan a José Obdulio. Lo interesante es que, de ser verdad estas acusaciones, el ex asesor presidencial
habría tenido una estrategia doble para debilitar tanto a la oposición al gobierno de Uribe, como a la Corte: tras bambalinas -de ser ciertas las sospechas de Peñate y Naranjo- instigaba los seguimientos ilegales. Y de frente, las debilitaba frente a la opinión pública.

Lo que revelan los cables

Los cables datan de finales de 2008 cuando las relaciones entre el gobierno de Álvaro Uribe y la Corte Suprema de Justicia pasaban por la peor época. Uno de los principales temas en las reuniones internas de Palacio y en encuentros con el Embajador de Estados Unidos, William Brownfield, era el de las chuzadas y los seguimientos ilegales. Fue en algunas de esas conversaciones donde la embajada norteamericana tomó nota y envió los cables que ahora filtra WikiLeaks.

El general Óscar Naranjo, desde entonces Comandante de la Policía, salvó de responsabilidad al expresidente Álvaro Uribe ante el Embajador. Pero también le dijo que Gaviria era quien estaba detrás de la campaña de desprestigio contra el magistrado auxiliar Iván Velásquez, quien ha liderado los procesos por parapolítica en la Corte Suprema. Naranjo dijo, según lo que registró el Embajador en sus cables, que le parecía raro que la Corte enviara a la cárcel a los parapolíticos durante la fase de indagatorias. Pero también le dijo que él creía que, a excepción de Yesid Ramírez, quién creía que podría estar relacionado con el narcotraficante Giorgo Sale, los demás magistrados no tenían problemas con la Ley.

Y ratifició su denuncia a finales de octubre de 2008, cuando aseguró al Embajador Brownfield que Gaviria impulsaba la inteligencia política por parte del DAS.

Por otra parte, en los cables enviados por la Embajada a Washington, se daba cuenta de las quejas del entonces director del DAS Andrés Peñate. Peñate decía, en privado, que estaba recibiendo presiones por parte de José Obdulio Gaviria, porque éste sentía que no estaba suficientemente comprometido con el Gobierno en la disputa que tenía con la Corte Suprema.

José Obdulio Gaviria siempre ha negado cualquier relación con las chuzadas del DAS o con la visita de Job a Palacio de Nariño y ha tildado a Naranjo de ser un traidor.

Pero tanto Naranjo como el entonces recién nombrado director del DAS, Peñate, se mantuvieron en su versión de que era el asesor presidencial el que había impulsado el espionaje a los enemigos del Gobierno.

Cuando se supo de los seguimientos a Gustavo Petro, en el alto Gobierno se lanzaban culpas unos a otros, según los mismos cables. En ese momento, según los WikiLeaks, Naranjo y Peñate volvieron a coincidir en la responsabilidad que podría tener José Obdulio Gaviria. Sobre todo porque se dio la creación del G3, unidad dentro del DAS que realmente sí tuvo la intención de conducir una guerra política contra los opositores. El G3 estaba dirigido por José Miguel Narváez quien, según dijo una fuente a La Silla Vacía, era cercano al ex asesor.


En sus columnas

Mientras tanto, en los medios, José Obdulio se dedicó a dos cosas: a atacar a muchas de las personas que se estaban chuzando y a desestimar que las chuzadas existieran.

Gaviria lanzó un grito de victoria en su columna “El capitán Lagos e Iguarán”, en septiembre de 2009, después de que el entonces fiscal encargado Guillermo Mendoza Diago dijo que la Fiscalía había interceptado al magistrado auxiliar Iván Velásquez con órdenes legales. En ese momento, Gaviria afirmó que en la Corte Suprema “se inventaron las chuzadas del DAS” y que las quisieron utilizar para atacarlo a él. Pero el tema no se quedó ahí, porque el escándalo de las ChuzaDAS siguió su curso.

En abril de 2010, en su columna “Reincidir en la falacia”, dijo que periodistas buscaban vincularlo con el escándalo de las chuzadas. Y que ese escándalo era totalmente falso. El 27 de octubre de 2010, Gaviria tituló “Verdadero concierto para delinquir” para lanzar un fuerte ataque contra la Corte Suprema de Justicia. Y aprovechó para defenderse de las declaraciones de Jorge Lagos, quien había afirmado que Gaviria era el cerebro detrás de las chuzadas. En la columna, el ex asesor escribe “compraron la honradez del capitán Lagos” a cambio de una rebaja en su pena. Intentó llenar de dudas una de las principales declaraciones en su contra.

En “Mi Confesión”, la sarcástica columna del 3 de noviembre de 2010, Gaviria narra un episodio para defender su inocencia. Dos detectives del DAS fueron a su antigua oficina, en la Casa de Nariño, a preguntarle por una estafa que se estaba cometiendo. Según Gaviria, alguien estaba usando su nombre para prometer puestos y conseguir dinero. Y concluye: “las vueltas que da la vida: ahora se me acusa de ser jefe de todos los detectives del DAS.”

Pero la mayoría de los ataques de las columnas de Gaviria iban dirigidos contra la Corte Suprema, que se convirtió en el blanco alrededor del cual giraron varios de los mayores escándalos del Gobierno de Uribe. En líneas generales, el ex asesor buscaba mostrar a la Corte como un ente politizado y de oposición al Presidente.

En su columna “El pueblo, última instancia política”, Gaviria critica a la Corte por el proceso de Yidispolítica, acusándola de estar politizada y de atacar a Uribe: “El propósito no es condenar a Yidis, es derrotar a Uribe. Lo que no pudieron en las urnas o creando una mayoría parlamentaria, lo intentarán con una sentencia”. El 10 de marzo de 2009, ya como columnista regular de El Tiempo, Gaviria publicó “La estrategia de la crispación”, donde acusó a algunos magistrados de la Corte Suprema de sentirse “en un partido político y no en la Corte: en el Partido Judicial Nacional”.

En julio de 2009 avanzó en su caracterización de la Corte. En “La Corte, ¿Comité de Oposición?”, Gaviria se burla de Augusto Ibáñez, entonces Presidente de la corporación. “El doctor Ibáñez no es un gran jurista e intelectual, como se espera sea un magistrado, y más siendo el presidente de los magistrados de la Suprema Corte. El doctor Ibáñez es un político menor”. Pero Ibáñez no es el único blanco de la crítica, la Corte también lo es. Y plantea una solución al choque entre la Corte y el gobierno: “El pueblo, juez último, sabe muy bien quién es uno e irá entendiendo, poco a poco, quién y quiénes son los otros”. Y el 3 de noviembre de 2009, Gaviria arremete nuevamente contra Ibáñez y lo compara con Eric Mossambi, un aprendiz de nadador que participó por Guinea Ecuatorial en los Olímpicos de Sydney.

En “El capitán Lagos e Iguarán“, en septiembre de 2009, Gaviria ataca de frente a la Corte Suprema. Inicia la columna con una frase demoledora: “Desde el día infausto en el que un grupo de magistrados de la Corte Suprema decidió constituirse en célula de oposición, nuestra escena pública se avinagró.” Y dibujó a algunos magistrados como seres fuera de sus cabales: “El camino hacia la esquizofrenia suele pasar primero por la suspicacia, se va agravando con la paranoia y remata con la locura. Los magistrados recorrieron el camino completico. Tomaron cualquier mirada como amenaza. ¡Y qué de escándalos!”. Es decir, sus rivales sufrían de paranoia.

El 10 de noviembre de 2010, en “‘Sacar al presidente”, Gaviria lanzó uno de sus más duras críticas a la Corte Suprema, o a algunos de sus magistrados. Específicamente, dirige a Yesid Ramírez, a Iván Velásquez y a Sigifredo Espinosa una serie de preguntas incómodas. “¿Quién en sus cabales, que no sea un suspicaz compulsivo, iba a calcular los alcances mefistofélicos de ciertos magistrados?” se pregunta Gaviria. Los tres magistrados, ahora se sabe, fueron chuzados de manera ilegal. Califica a la Corte como uno de sus dos enemigos, del que le resulta más difícil defenderse que del otro, que son las Farc.

Por último, Gaviria atacó a ONG que relaciona con la izquierda, otras de las víctimas de los seguimientos del DAS. En 2005, El Tiempo le cedió un espacio a Gaviria para que publicara un especial. En él, Gaviria defendió las palabras de Francisco Santos contra estas ONG. Y, aunque en el contenido Gaviria sólo explicaba el contexto teórico en el que Santos habló, el título sí es muy llamativo: “Cajas de resonancia del terrorismo”.

En junio de 2009, Gaviria atacó duramente a Jorge Rojas, el director de Codhes. Dijo “Me quito el sombrero ante Jorge Rojas y su Codhes. Él, solito (como cualquiera de los protagonistas de Freakonomics), convenció al mundo de que Colombia es una satrapía” y luego escribió: “Opositor rabioso de Uribe, presentó su candidatura al Senado (lista del Polo). 1.565 ciudadanos votaron por él, esa votación obtuvo”. En otra columna, sobre las elecciones de 2010, Gaviria escribe de nuevo sobre Rojas. Y le recuerda a sus lectores que “Codhes predica que Colombia está en guerra civil, para poder pedir fondos con qué atender a millones de refugiados.”

En enero de 2010, tuvo en la mira al periodista Jorge Enrique Botero. Dice que Botero fue la vedette del Congreso del Movimiento Continental Bolivariano y presenta seis “perlas” de la presentación de Botero. Con ellas, Gaviria deja al lector para que juzgue si hizo apología del terrorismo. Unas semanas después atacó a la izquierda con cierto humor. Escribió que “decir mamerto cascarrabias es un pleonasmo”, y se burló de la visión “mamerta” de Colombia, que a su juicio es negativa y llena de “veneno terrorista”.

Además, a mediados de 2008, el exasesor presidencial también dictó una serie de conferencias en Washington donde explicó su visión sobre el país. José Obdulio Gaviria aseguró que los sindicalistas contabilizan los muertos sobre cualquiera que muere en el país con un carné sindical en el bolsillo. Aseguraba también que no era cierto que en el país hubiera desplazados sino que la realidad es que había migración ocasionada por el paramilitarismo y la guerrilla. Y negaba la existencia del genocidio de la UP, que aseguraba no era más que un expediente en que un grupo de abogados pretendían volverse multimillonarios.

Pero quizás su más dura columna contra miembros de la izquierda, muchos de ellos víctimas de chuzadas, fue la del 31 de agosto de 2010, “Alertas tempranas”. En ella se refiere a la discusión sobre si existía una fosa común en La Macarena. Afirma que fueron militantes y periodistas del Partido Comunista Clandestino de Colombia (PC3) los que crearon y movieron la noticia. La “farsa”, la “componenda narrada”, como la llama Gaviria, está vinculada a Piedad Córdoba, Iván Cepeda, Gloria Ramírez, Gustavo Petro y Carlos Lozano. Aunque Gaviria no dice que ellos sean miembros del PC3, sí los muestra como beneficiarios políticos de la componenda. Todos ellos también fueron víctimas de los seguimientos del DAS.

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