JOSÉ DE JESÚS ANTEQUERA ANTEQUERA

Memoria y Justicia

20 años han transcurrido desde aquél viernes 3, del mes 3, cuando el reloj marcó las 3 de la tarde y para muchos se detuvo en ese instante el tiempo, testigo nuevamente de la muerte, del asesinato político, del genocidio contra la esperanza. Hoy, 20 años después, el tiempo transcurrido nos trae en la memoria la vida de JOSE DE JESUS ANTEQUERA, en la vida de sus hijos y su esposa, de su familia.


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Entre la multitud, los disparos provenientes de las armas del Estado colombiano mimetizadas en unos sicarios, 24 impactos en la humanidad de JOSÉ DE JESUS y aún así se aferró a la vida mientras era conducido a una clínica desde el aeropuerto El Dorado en la ciudad de Bogotá. Hoy se piensa que parte de la estrategia de asegurar su muerte, fue el trasladarlo a una clínica lejana. Al llegar a la clínica, su vida ya se había ido, dejándonos embargados de tristeza.

JOSÉ DE JESUS, con la alegría y entusiasmo caribeño, militante de la Juventud Comunista, del Partido y luego de la Unión Patriótica. Era un abogado, labrador de la Paz y esta actitud quedó plasmada cuando afirmó frente al papel de su partido en la realidad del país que: “ahora y siempre nuestra bandera es y será de la paz”. Después de su asesinato fueron suspendidos los diálogos de paz en Tlaxcala México, lo que terminó en la continuación de la guerra en nuestro país.

Su denuncia constante al poderío que fueron adquiriendo grupos paramilitares en el país, los nexos de estos grupos con la clase política colombiana y el accionar comprometido de los mismos con estructuras completas de las fuerzas armadas de Colombia, fueron la causa de muchas amenazas hasta la muerte. No escuchar sus denuncias, ha llevado a Colombia a la repetición del crimen durante 20 años. Nada ha cambiado, los crímenes de Lesa Humanidad se siguen perpetrando.

Hoy sus hijos siguen sus sueños, su ejemplo de vida. Su hija Erika escribió sobre él hace un año que:

“hoy, 19 años después de su asesinato, no hablaremos de la hora de su muerte. Solo recordaremos a ese hombre que el día de su entierro fue acompañado por más de cuatro mil personas que coreaban: ‘Antequera, Antequera, podrán cortar la flor pero no la primavera’…

José Antequera, Pepín, como le llamaban cariñosamente, fue un hombre inquieto desde pequeño. Amante de la lectura, de la música y de la lucha por la transformación social de Colombia. A los 14 años ingresó en la Juventud Comunista para, años después, convertirse en el Secretario General más joven que haya tenido la organización. Fue un estudiante ejemplar de la Facultad de Derecho de la Universidad del Atlántico, lugar en el que se destacó como Presidente de la Unión Nacional de Estudiantes de Colombia, UNEC y donde hoy se le recuerda con un enorme mural y una placa conmemorativa.

Participó activamente en el proceso de paz de 1984 entre el Gobierno de Belisario Betancurt y la guerrilla de las FARC, que dio como resultado al movimiento Unión Patriótica, en el que se destacó como encargado de la Relaciones Políticas, para luego convertirse en el muerto número 721 de la exterminada organización.

José Antequera fue ante todo un hombre de paz, convencido de sus principios y valores, que luchó siempre por que Colombia tuviera espacios para la participación política a través de la palabra. Un hombre convencido de que la paz en Colombia solo será posible a través del diálogo y la negociación.

Pero Antequera no solo fue una figura política. Fue también hijo, esposo, padre y amigo. Un hombre al que le gustaba compartir momentos de lectura con sus hijos y hacerlos protagonistas de cuentos improvisados. Un hombre que admiraba la fortaleza con la que su mujer asumió el papel y las consecuencias de ser la esposa de un político comunista en Colombia. Un buen amigo al que hoy muchos recordarán, más por su labor y por su lucha que por la impunidad en la que se mantiene su muerte. Se cumplirán 19, 20 y 30 años de asesinato, pero siempre que recordemos a Antequera, sabremos que podrán cortar la flor, pero no la primavera….

Foto de la familia Antequera

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“Ser un político de izquierda y denunciar abiertamente el paramilitarismo le costó la vida”.

Bogotá D.C., 3 de marzo de 2009

Comisión Intereclesial de Justicia y Paz