Urgente, limpieza social en Buenaventura

Ahora la ronda de la mal llamada “limpieza social” se anuncia públicamente. En el día de ayer en el puerto de Buenaventura integrantes de la estrategia paramilitar repartieron en diversas comunas un panfleto en el que anuncia una arremetida contra pobladores civiles que en su lógica son un peligro para el orden y la tranquilidad. Trabajadoras sexuales, jóvenes, habitantes de las calles, pequeños consumidores o expendedores son su blanco.


Lo que resulta siendo paradójico es la negativa del gobierno colombiano a aceptar la existencia del paramilitarismo. Dejando de lado varias consideraciones que no se trata de bandas armadas, se trata de cuerpos armados contra insurgentes, contra sociales que aseguran propiedades y modelos de seguridad autoritaria. Pero lo que resulta siendo más preocupante, para su discurso negacionista, es que ese paramilitarismo de viejo cuño usa de mecanismos cualificados de represión, de terror en medio de la presencia policial y de la altísima militarización de Buenaventura.

El paramilitarismo en Buenaventura es hoy parte de una estrategia estatal que representa los interes del mercado internacional y del sector empresarial colombiano que le sirve. No de otro modo puede entenderse, las operaciones conjuntas que han realizado en las incursiones a los barrios de bajamar con la fuerza pública, incluso, haciendo uso de transporte oficial. Allí luego de amenazar, de desterrar a los milicianos de las guerrilla, ejercen el control social, el cobro de vacunas, la apropiación de bienes de los afrocolombianos, y la compra venta de bienes, en los lugares en donde se proyectan las obras de modernización de la infraestructura portuaria. La policía hace rondas sin ningún contacto armado, tal cual, como sucede con las fuerzas militares, mientras los paramilitares o sus agentes compradores intentan adquirir “legalmente” los bienes y la propiedad que ancestralmente han ocupado los afrocolombianos.

De lo que se trata es de la institucionalización del orden autoritario, de la negación de causas estructurales de la exclusión, de la imposición de un modelo excluyente, basado en la imagología de las buenas formas y de la moral maniquea,. El progreso debe tener una buena imagen. Si los afrocolombianos han de sobrevivir es como mano de obra, por lo pronto, son disfuncionales, desordenan, ensucian, afean… lo que es suficiente razón para su eliminación.

En Buenaventura se reedita el paramilitarismo, la “estética” de la discriminación es parte de la estrategia paramilitar, que no se trata, como todo lo desmuestra, de un proyecto simplemente armado de guerra sucia, sino de consolidación de un modelo de sociedad y de ciudad para el progreso, para los TLC, para los Acuerdos Comerciales.

La vida de los afrocolombianos no vale ni la de sujetos deshechables. Ellos no tienen derecho a existir, ni tienen derecho a pasearse en el espejismo del progreso donde unos ganan y la mayoría pierde. Moles grises de cemento con perfumes de aire acondicionado, donde no es posible el palafito: la madera ni el zinc, donde no es posible lo disimil, donde todo tiene que ser “bello” para los tiempos del desarrollo. Por eso, limpia, limpia la ciudad, así los ciminetos del desarrollo estén asentados en miles de cádaveres, en centenares de desaparecidos, de desplazados y torturados.

Esa estética está fundada en la impunidad, por eso se negó a la víctimas la posibilidad de que Ever Veloza continuara hablando y fue extraditado. Con HH como se le conoce se fueron los nombres de políticos, de empresarios porturaios, de altos mandos militares y policiales, de los comunicadores, de los fiscales y jueces que se han beneficiado de la “estética” maniquea que destruyó miles de vidas humanas, y que ahora tiene un nuevo pretexto la “limpieza”.

La burla a los afrocolombianos ha quedado manifiesta, seguirán discrimados, seguirán excluidos, no tendrán Verdad, muchoi menos justicia. Los daños profundos causados a su identidad colectiva, a sus lazos sociales y a su habitanción territorial negados por siempre y sin reparación. De eso habla la fase de la “limpieza social”, la consolidación del control social “democrático” en Buenaventura. El nuevo crematorio nazi a fuego lento, la nueva esclavitud con la seducción del progreso o la llamada seguridad para la “inversión”

Ver Archivo adjunto: adjunto_DeVer_491_LLEGO_LA_HORA_DE_LA_LIMPIEZA_SOCIAL.doc

Bogotá, D.C, Marzo 10 de 2009

COMISION INTERECLESIAL DE JUSTICIA Y PAZ