Resistir es decir “no”. La paz está ligada a la existencia de los pueblos en su territorio

“Considerando que sobra el carbón
Mientras nosotros sin carbón nos helamos
Hemos decidido ahora mismo apropiárnoslo,
Considerando que así entraremos en calor.
Considerando que en esta tesitura
Nos amenazáis con fusiles y cañones
Hemos resuelto temer en adelante
más a la mala vida que a la muerte”

(Bertol Brecht)


Danilo, Ana María y Marcela visitaron la asociación Haydeé Santamaría esta semana a su paso por Madrid para hacernos llegar las voces de la resistencia colombiana. Colombia es un país en guerra. A pesar y en contra de la imagen oficial que simula, que oculta y exporta “normalidad democrática”, a poco que se raspe esa superficie encontramos en Colombia uno de los ejemplos más claros del funcionamiento del capitalismo en plena orgía de barbarie. Frente al monstruo, se alzan los pueblos resistentes, de Colombia a Palestina, desarrollando estrategias de lucha, mil y una formas de decir No.

Apenas unos días antes de que se reúna en Londres el G-20, cabeza visible del capitalismo, los compañeros colombianos están invitados a participar en un encuentro por Los derechos de los pueblos frente a la globalización y su reforma1 , compartirán mesa y también ideas con los palestinos. ¿Qué tienen en común estos dos pueblos, estas dos culturas aparentemente tan alejadas? La tierra.

En el documental “Resistentes por la paz”, se ponen en relación las dos luchas que son una sola: defender la tierra frente al saqueo, decir no a la colonización, no olvidar, recordar los nombres, los árboles, a las víctimas; es defender la humanidad toda.

Nos dice Danilo Rueda “resistir para defender la tierra es la expresión de la dignidad de un pueblo”

“Vivimos en un Estado autoritario que mata el cuerpo pero también el alma”

Danilo Rueda define el Estado Colombiano como neofascista, porque se trata de un Estado privatizado vinculado a las mafias de la droga. Se trata de un Estado mafioso que ha creado una cultura mafiosa “es la lógica de conseguir todo con el mínimo esfuerzo, lo más fácil, la lógica de la justicia eficaz porque es inmediata; se paga dinero para conseguir algo que otro tiene, es la justicia por cuenta propia. “El paramilitarismo se ha convertido en la lógica del Estado y en la lógica de los ciudadanos”.

Pero el autoritarismo moderno tiene una expresión distinta a la que nos tienen acostumbrados las películas holliwodienses sobre los nazis y los fascistas. Se trata de un autoritarismo que se camufla en las instituciones liberales: el parlamento, la justicia… Las múltiples comisiones de derechos humanos, las libertades conseguidas, van poco a poco en Colombia “legitimando al estado autoritario”. Dime de qué presumes y te diré de qué careces, dice un refrán castellano.

Nos cuenta Danilo: “En Colombia vivimos la represión por parte del Estado que se expresa, por ejemplo, en 1500 campesinos ejecutados que el Estado hace aparecer como terroristas muertos en combate. También 6800 personas detenidas ilegalmente en contra de todas las formalidades de un estado liberal: sin pruebas, sin proceso, donde se paga a los testigos para que acusen a aquellos que ni siquiera conocen. Las técnicas de represión son cualificadas, van consolidando un poder político que tiene una expresión muy clara en el ejercicio de gobierno del presidente Alvaro Uribe Velez que tiene posibilidad de control sobre las Cortes, tiene la posibilidad de señalar y estigmatizar públicamente a través de sus medios de comunicación a quienes considera oposición. El presidente trata de mostrar que no hay conflicto armado interno. Es decir, el alzamiento armado, la resistencia campesina que inicialmente estaba bajo la filosofía liberal, luego convertida en un alzamiento armado que económicamente se fue definiendo con ideas comunistas como las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia), o el alzamiento armado que ocurre inspirado en la revolución cubana del ELN (Ejército de Liberación Nacional), trata de mostrar que no tienen ninguna justificación. Su objetivo es crear la imagen de que no existe nada que explique el alzamiento armado; es decir, que en Colombia siempre hubo democracia, que la mayoría de la población tiene sus necesidades básicas satisfechas, que la pobreza no justifica ningún alzamiento porque hay canales institucionales para resolver esos conflictos y esas demandas. Y que quienes ejercen esa violencia son seres enfermos, terroristas”.

“Ese discurso de que toda oposición es terrorismo se sustenta fundamentalmente después del 11 de septiembre del 2001. Bajo esa concepción se explica por qué se crean en Colombia campos de rehabilitación, departamentos del país son considerados enfermos y se crean estrategias de militarización bajo la optica de seguridad democrática. Esa población enferma tiene que aliviarse y hay que darle un tratamiento militar y se hace que los militares se conviertan en proveedores de servicios de salud, de educación, se convierten en jueces, los que intentan resolver los problemas de pareja, los que van a garantizar el desarrollo de negocios por ejemplo el del petróleo en la zona de Arauca cerca de Venezuela. Se las considera zonas de rehabilitación. Eso es lo que el país en su conjunto va experimentando: franjas territoriales perfectamente ocupadas, delimitadas por el ejército que ponen a la población ante tres opciones trampa: o se desplaza, o asume las lógicas militares o desarrolla propuestas y ejercicios de resistencia. Solo hay tres posibilidades o estás conmigo, o te vas o te entregas”

La paramilitarización del Estado colombiano

El segundo elemento que nos cuenta Danilo es la paramilitarización del Estado. Explica que el paramilitarismo se ha convertido en la estrategia del Estado, una forma de terrorismo en la que los civiles armados expresan la privatización del Estado. Significa que la formalidad del bien público y el bien común se puede seguir enunciando pero los intereses del sector privado paramilitar vinculado con las tierras es quien decide la dirección del Estado.

Los antecedentes de esta paramilitarización del Estado los sitúa Danilo en 1962 cuando llega a Colombia una misión del gobierno de Estados Unidos, y con el precedente de las fuerzas militares francesas que enseñaron sus manuales de contraguerrilla que había aplicado el ejército francés en Argelia.

Nos cuenta Danilo que de 25 millones de hectáreas de tierra cultivada, según datos oficiales, 6.8 millones de hectáreas están apropiadas por beneficiarios de los grupos paramilitares. “Estamos hablando de informaciones oficiales, por lo que puede ser mucho mayor, porque aquí no se contemplan los territorios colectivos de comunidades afrodescendientes o comunidades indígenas en las que la forma de apropiación del territorio no se suele dar por desalojos como se da en las zonas de campesinos mestizos sino que se da de forma directa por ocupación empresarial. Estos 6.8 de millones de hectáreas despojadas por la violencia militar coinciden con el desarrollo de obras extractivas de empresas mineras, obras de infraestructuras, algunas de ellas con capital de empresarios españoles, por ejemplo, en la zona de la costa todo lo que tiene que ver con las aguas, o los agronegocios vinculados a la palma de aceite. Empezamos a descubrir que las razones por las que se dice que no hay conflicto armado o se paramilitariza el Estado colombiano son intereses económicos, igual que ocurre con la mayoría de los conflictos del mundo. Existen intereses geoestratégicos para el modelo de sociedad capitalista”.

“Lo que hoy experimentamos y vivimos es de alguna manera un ejercicio de neofascismo. Este estado privatizado es un estado policiaco, vinculado a las mafias del tráfico de drogas, es un Estado donde el presidente y las fincas que tiene el presidente, las haciendas del presidente, fueron campos donde se ejecutaron a personas de la oposición política, o son haciendas en las que están al mando comandantes paramilitares que son extraditados cuando empiezan a hablar de los vínculos y la estrategia de control del Estado, control de los partidos políticos tradicionales, la creación de nuevos partidos políticos para tomarse el poder”.

Para Danilo el tercer elemento que maneja el Estado colombiano es el proceso de paz. Para el discurso oficial, se trata de llevar adelante un proceso de paz, pero nada de esto es cierto. “Entre el 97 y el 2002 el proyecto de dominación no es sólo militar sino que adquiere el carácter de control político y social. Hay 32.000 combatientes, tomado el control del poder legislativo, del ejecutivo, tomado el proyecto de economía para el mercado global (negocio de la droga, agronegocios, vinculación con operaciones extractivas y petroleras o mineras…) y por tanto fue necesario generar un mecanismo de impunidad para estos criminales”

El Estado colombiano genera mecanismos para garantizar la impunidad de sus crímenes. Danilo nos cuenta cómo el Estado colombiano habilitó mecanismos judiciales para que los paramilitares implicados en los desplazamientos y asesinatos de campesinos tuvieran forma de no cumplir condena. “A cambio de contar todo lo que sabían les caerían como máximo ocho años, cumplirían la pena en el momento que entregaran las armas y se les llevaría a granjas agrícolas donde compartirían con campesinos. Es un modelo de reconciliación y restitución de la tierra, en el que la tierra arrancada a los campesinos entra dentro de una bolsa común de restitución en la que, previamente los paramilitares piden perdón y se les da tierras junto a los campesinos para que trabajen juntos en los agronegocios. Si los paramilitares no decían toda la verdad o seguían delinquiendo, y si estaban vinculados al tráfico de drogas, serían extraditados”.

“Curiosamente –nos cuenta- cuando comienzan a hablar de las implicaciones cercanas al presidente de la república, de cómo los aparatos de seguridad del Estado estaban al servicio de los paramilitares, de cómo se montaron atentados contra el presidente para ganar en audiencia y decir que el problema eran las FARC, de cómo se compró a la gente para votar por un puesto en la Cámara o en el Senado, por los alcaldes o el propio presidente, fueron extraditados”.

El paramilitarismo genera una cultura de la violencia

“El paramilitarismo existe como estrategia de Estado y como lógica mental de los ciudadanos. Hoy es enemigo todo lo que se exprese en contra del presidente Uribe. Cualquier crítico con el presidente es terrorista o amigo de las FARC.

Vestir de forma diferente se convierte en ir en contra de la moral. Las trabajadoras sociales están amenazadas. Pero esta sociedad que se está construyendo en Colombia está ligada a lo que ocurre planetariamente. Ocurre todo esto en zonas donde se concentra la más alta proporción de biodiversidad. Es en nuestros países donde están los bonos de oxígeno, ¿Quiénes pagan estos bonos de oxígeno? Los países desarrollados como Japón y Canadá”.

Nos cuenta Ana María que son pagos que se hacen a una comunidad a cambio de mantener el recurso forestal, pero que ese recurso forestal está controlado por los paramilitares. Estos países pueden consumir más oxigeno porque pagan a estos países cuotas con las que compensan. “Al mismo tiempo está la crisis energética. Se cultiva palma de aceite o caña de azucar en nuestros países para producción de etanol o de agrocarburantes ¿para quién? … los que controlan estos negocios en Colombia son los paramilitares. Lo que pasa en el mundo, lo que consumimos en el mundo, está relacionado con lo que pasa en Colombia y en otros países de AL”.

Marcela fue desplazada por los paramilitares cuando tenía 10 años.

“ E n noviembre del 97 llegaron los paramilitares a la tierra donde vivíamos, -continúa Marcela-, quemaron las casas, robaron las vacas, el ganado que teníamos, y a toda la gente le tocó salir con lo que tenía encima. Lo mismo hicieron en el Chocó, en el Cacarica, en el Meta. En unos lugares fue el desplazamiento masivo y en otros fue selectivo”.

“Los pretextos con los que llegaban eran ‘es que nosotros venimos a acabar con la guerrilla y ustedes son colaboradores de la guerrilla y por eso los vamos a matar’. Eso era el pretexto. Y nosotros les decíamos que no eramos guerrilleros, yo tenía 10 años y por lo que yo podía entender sabía que yo no era guerrillera y que mi papá tampoco. Tengo una cantidad de hermanos, todos estabamos asustados, mi mamá no hacía más que llorar. Nos desplazamos. Estuvimos cuatro años metidos en albergues porque no podíamos volver a nuestra tierra. Luego nos dimos cuenta de que volvían los mismos militares que nos habían desplazados a prestarnos ayuda. Los mismo en el Cacarica, en el meta…. Igual, las mismas caras que nosotros veíamos con el brazalete luego los veíamos vestidos de militares. Entonces, ya con la formación que ibamos recibiendo, que nos dabamos cuenta, empezamos a saber que en los lugares donde había habido desplazamientos eran justo las tierras más ricas. Por ejemplo, en nuestra tierra había mucho agua. Después nos dimos cuenta de que el desplazamiento era, no porque eramos guerrilleros sino porque iban a construir una represa”.

“Era el terror. Luego supimos que era para sembrar banano, era que querían contruir la carretera panamericana, en el Curvarado que era para sembrar palma, era que iban detrás empresas que iban detrás para hacerse con la tierra que nos habían quitado para desarrollar mega-proyectos. En el Curvarado la Palma, en el Meta, en Dabeiba la represa, en el Putumayo el petróleo….

Monstruos todos con el apoyo del gobierno, pues mandan a los militares y al ejército. Las comunidades qué nos tocaba hacer, regresar a que nos mataran o buscar la forma de organizarnos para poder regresar y recuperar la tierra. En mi comunidad comenzamos a crear un proyecto de vida para recuperar la tierra; a la resistencia civil, para exigirle al gobierno nuestros derechos y las garantías para regresar”.

Ana María realiza acompañamiento nacional a las comunidades desplazadas

Sin el acompañamiento nacional e internacional estas comunidades quedarían aisladas y fácilmente volverían a ser desplazadas; su resistencia –dice Ana María-, también depende de nosotros.

“Hablo por todas las comunidades”. Marcela nos habla de las acciones concretas de resistencia: “ Construimos un proyecto de vida, con nuestra identidad, con nuestros principios, con nuestros símbolos, que si la bandera, el himno… cada comunidad somos muy parecidos en la organización. Como forma de proteger la vida, en nuestro caso, en el 2001 nos organizamos para conseguir una tierra para hacer un asentamiento temporal, no era nuestra tierra, pero en el 2004 volvió a llegar el ejército y nos volvieron a desplazar”.

“A raíz de eso, nos fijamos en lo que habían hecho en el Chocó, habían creado zonas humanitarias que es una zona para vivir, para proteger la vida, donde vive la gente. Está claramente delimitado y ahí no puede entrar ningún actor armado. En el Cacarica ya se había visto la experiencia e hicimos lo mismo en Dabeiba. Le colocamos unas vallas que son simbólicas con alambres con letreros donde dice “aquí no puede pasar ningún actor armado”. Eso es para proteger la vida, para la tierra, estamos en un pequeño pueblito, digámoslo así pero para vivir tenemos que cultivar así que tenemos que ir a las tierras, entonces las delimitamos y las declaramos zonas de biodiversidad. Las delimitamos y decimos que no se permiten megaproyectos. Son las estrategias que hemos armado para podernos proteger. Respetan un poquito más, porque eso está protegido por el de hecho internacional humanitario y la organización Justicia y Paz nos ayudan con las denuncias. Pero siguen las amenazas y nos han asesinado gente, pero es la lucha y tratar de protegernos en medio del conflicto que es contra nosotros campesinos y campesinas”.

“Intentamos resistir, porque somos pequeñas comunidades, pero tratamos de construir nuestros proyectos de vida comunitarios. Yo soy profesora. Enseño en la escuela y tratamos de construir proyectos educativos propios, que los niños aprendan lo que nosotros queremos que aprendan, no lo que los gobiernos imponen, porque el gobierno manda lo que tienen que aprender los niños y convertirlos como en máquinas que luego reproduzcan el sistema. Lo que hacemos es tratar de enseñarles el proyecto de vida de la comunidad, que sepan por qué estamos ahí, porque muchos niños han nacido después del desplazamiento y no les tocó vivir lo que nosotros vivimos. Queremos que los jóvenes y las jóvenes aprendan la resistencia”.

“¿Como hacemos la resistencia? Luchamos para que la escuela donde aprenden los niños y jóvenes esté dentro de la zona humanitaria, que aprendan con nosotros mismos que hemos crecido dentro de la comunidad. Yo les enseño la experiencia y la historia que conozco bien. En cuanto a la salud, tratamos que en lo mínimo tengamos que depender de las medicinas y de lo que se nos impone. Que las medicinas sean hechas con las hierbas y las plantas de la comunidad, para depender lo mínimo del mercado. Hay personas que son sanadores ‘pránicos’ con energía del agua, de los árboles, de la tierra. Es una forma de resistencia también. En la producción: estamos intentando que los cultivos no se produzcan con quimicos y agrotóxicos que nos imponen. Tratamos de que sean productos ecológicos, productos limpios y sanos. Depender al mínimo del mercado y construir las cosas propias desde nuestro ser de campesinos y campesinas, desde la tierra. Resistimos desde nuestros pequeños espacios”.

“Aunque las amenazas continúan. Denunciamos continuamente lo que nos pasa. Tenemos acompañamiento internacional de la organización Justicia y Paz, ellos denuncian lo que pasa con nosotros, no nos dejan solos. Otras veces vienen amigos como ustedes y nos visitan, y parece que los militares no quieren crear problemas y nos respetan un poquito más”.

Las acciones de resistencia de las comunidades son variadas.

“Intentamos juntarnos todas las organizaciones y así participamos en el movimiento nacional de Víctimas de crímenes de Estado, por ejemplo. Estamos indígenas, afrocolombianos, campesinos, organizaciones sociales, de derechos humanos, conformamos un montón de gente. Hacemos encuentros participamos en marchas. En febrero de este año hicimos la consulta de los pueblos en el Curbarado que era de los campesinos de Colombia y del mundo también, que nos oponíamos a la extracción minera del cerro Careperro, que es una zona comunal de los indígenas del Curvarado y que las empresas quieren ir a extraer todos los minerales que hay ahí. Fue agrupar a todas las comunidades indígenas para decir no, no estamos de acuerdo en que se destruya ese lugar que para los indígenas es sagrado, bendito, donde están los espíritus, si se destruye, si lo permitimos… no sé…. Se destruye la vida”.

“Otras acciones fueron que por ejemplo cuando fuimos a las tierras de donde nos habían desplazado encontramos que se había sembrado palma, que se había planeado y organizado para expulsarnos. Nos juntamos las comunidades y pensamos que nos enfrentamos al mismo monstruo y decidimos ir y cortar palma y empezar a sembrar maiz y frijoles para comer. Eso les molestó mucho a las empresas pero era nuestra tierra. Nos juntamos todas las comunidades para hacerlo”.

“En cuanto a la memoria, decidimos no dejar que se perdiera, decidimos dejarla escrita, tenemos en Dabeiba monumentos, el árbol de la vida, un arbol enorme donde están grabados los nombres de todos los asesinados antes del desplazamiento. En el Cacarica hay un monumento, y un grupo de rap que canta la historia de la comunidad. En el Meta, en el Putumayo, en todas partes hay resistencias. Tenemos las casas de la memoria. En ellas colocamos fotos de la gente, nombres de nuestros vecinos asesinados, semillas propias de la región, objetos de las casas de donde nos desplazaron… son espacios colectivos, se están construyendo en todas las partes. Es la memoria de la resistencia. Somos parte de la red de alternativas junto con otros movimientos. Yo estoy aquí para dar a conocer la historia y la resistencia que nosotros llevamos desde distintos lugares de Colombia. Para mostrar esa otra cara que no muestran los medios de comunicación. Nuestra realidad está tapada. Nosotros que estamos allá vivimos otra realidad. Los paramilitares no se han desmovilizado, yo los he visto, siguen desplazando y asesinando a gente. Los veo vestidos de militares, luego de civiles y así”.

Los recursos de la cooperación sirven para financiar a los paramilitares

Danilo nos cuenta que los recursos de la comunidad internacional, los recursos de cooperación, están sirviendo para pagar a los paramilitares que no se desmovilizan. “Supuestamente se desmovilizaron 30.000 paramilitares, son gente que se apropiaron de tierras, que asesinaron, y que forman parte del consejo de dirección de empresas y se les financia la desmovilización por la cooperación internacional. Les pagan al mes el triple del salario mínimo de cualquier trabajador colombiano, por tres años, les financian la capacitación. Les financia la Comunidad de Madrid pero también ayuntamientos del PSOE.

Solo con justicia social puede haber una solución, no de esa forma”.

Dos campos de resistencia donde nos podemos encontrar todos.

Para Ana María, Marcela y Danilo hay que pensar que la resistencia es conjunta, que tiene que ser de todos, que es una construcción colectiva; entre todos los que están dispuestos a decir no. Se dirigen a los que escuchamos y nos dicen que hay que resistir cada uno en su contexto: “ Ustedes también están diciendo No”.

La pregunta es cómo nos vinculamos, cómo nos unimos: “Desde hace 8 años estamos intentando tejer, con grandes expresiones como el movimiento de los sin tierra en Brasil, con comunidades más pequeñitas como la de Santo tomé en Madrid, con el movimiento mapuche… Tratar de construir sobre la base de compartir unos principios. No sólo se resiste en el Sur también en el Norte. Hemos creado una red donde empezar por conocernos, ser solidarios en acciones urgentes, ser solidarios con las dinámicas que nos permitan encontrarnos. Hay redes de alternativas en donde nos encontramos”.

Existen para Danilo dos áreas de lucha, dos campos en los que nos podemos encontrar todos: la lucha contra la impunidad y la lucha contra la globalización. En esos espacios confluimos todos.

“En el campo de la impunidad se nos viene a la memoria la experiencia que ustedes tienen con el tema del franquismo, los efectos de la represión que siguen estando, el miedo a decir cosas de forma más fuerte, o temores del subconsciente colectivo. Nosotros tenemos que aprender de eso porque nosotros somos una sociedad que vive en el terror. Necesitamos aprender de su herencia. Además porque no creemos que los aparatos de justicia que existen hoy puedan resolvernos la justicia, ni NNUU, ni la Corte Penal internacional. Por eso tenemos que, desde la memoria, dignificar a las víctimas, dignificando el sentido histórico de su lucha en nuestro presente, porque lo resignificamos en nuestro presente. Hay una iniciativa de un Centro Internacional de la Memoria. Para sus generaciones, para las nuestras y para la humanidad es importante. Tenemos que diseñar lo que deberían ser Estados realmente democráticos. Aprendemos de los escarches de las madres de la plaza de mayo que por ejemplo son capaces de meterse en un avión y cuando está en vuelo se levantan y dicen en voz alta: “aquí va un genocida, en este avión hay un genocida, está en primera clase, se llama tal…”, es un ejercicio de justicia social. Tenemos que recurrir a formas que nos son accesibles que son formas populares de denunciar”.

“Está claro que hay que trabajar en Naciones Unidas, en la corte europea… pero los procesos de dignificación son los que se construyen desde otra lógica.

Está el problema de la globalización que hay que ver cómo la enfrentamos de forma práctica. Será formas de hacer la compra de otra manera”.

“Es muy importante que lo que se hace en cada lugar lo podamos saber en otros sitios. Hay que vincularse. El 25 de abril hay una red que vamos a hacer el primer reconocimiento a la dignificación de los pueblos en Italia en el marco del día de los partisanos, los invitamos a que vayan. Además por parte de las comunidades y grupos de la red se hacen postulaciones, hubo postulación del pueblo palestino y del pueblo de Afganistán (en particular de un pueblo que está allí haciendo resistencia, dado que el imperio decidió cambiar la táctica en iraq y concentrarse en Afganistán pues nos pareció importante dar el apoyo allí)

Más allá de eso, es cómo se construye conocimiento global de las resistencias. Tenemos que conocernos, reconocernos y romper el aislamiento”.

La reunión se cerró con el compromiso de todos de difundir la resistencia de las comunidades campesinas de Colombia.

1 El encuentro con el epígrafe “Resistencias y Alternativas Sur-Norte, para un mundo en crisis, tuvo lugar el jueves 2 de abril en el Círculo de Bellas Artes de Madrid.

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=83283#sdfootnote1anc