Monseñor Romero y Colombia: La presencia militar Estadounidense

La toma de posición más expresa de Monseñor Romero en torno al intervencionismo estadounidense en su país, fue conocida a través de la polémica carta que dirigió al presidente de los Estados Unidos de ese entonces Jimmy Carter y que al parecer, aunque sobre esto no existe certeza absoluta, no fue enviada al presidente de ese país, mas sí, fue leída en una de sus homilías.

Se sabe si, con certeza, que esta comunicación pública generó reacciones inmediatas. En menos de 24 horas el Departamento de Estado de los Estados Unidos se comunicó con el Vaticano sobre el contenido de la comunicación y pedían aclaraciones sobre la misma. Enseguida, también, el embajador de los Estados Unidos en San Salvador fue a reclamarle por qué la hizo pública antes que llegara a las manos del presidente Carter y a explicarle que no se trataba de nuevo armamento.

De la misiva, leída en la homilía del 17 de febrero [[Las y los invitamos a escuchar la voz de Mons Romero leyendo la parte final de esta carta en
http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras?portal=157&Ref=6164&audio=0]]
queremos destacar cuatro aspectos:

1- Monseñor apela a la condición de cristiano que ha hecha pública el presidente Carter, para que en razón de esa fe que le anima, desista de cooperar militarmente con el régimen salvadoreño que ha generado tantas violaciones a los derechos humanos: “Por ser usted cristiano y por haber manifestado que quiere defender los Derechos Humanos me atrevo a exponer mi punto de vista pastoral sobre esta noticia y hacerle una petición concreta. Me preocupa bastante la noticia de que el Gobierno de Estados Unidos esté estudiando la manera de favorecer la carrera armamentista de El Salvador enviando equipos militares y asesores para “entrenar a tres batallones salvadoreños en logística, comunicaciones e inteligencia”. En caso de ser cierta esta información periodística, la contribución de su Gobierno en lugar de favorecer una mayor justicia y paz en El Salvador agudiza sin duda la injusticia y la represión en contra del pueblo organizado que muchas veces ha estado luchando porque se respeten sus derechos humanos más fundamentales”.

2- Hace expresa la exigencia de no intervención en los asuntos internos del país, en razón del derecho a la autodeterminación de los pueblos y siempre con la convicción que esa presencia escalaría aún más la grave situación de derechos humanos padecida, como lo había denunciado la misma Comisión Interamericana de Derechos Humanos: “Por tanto, dado que como salvadoreño y Arzobispo de la Arquidiócesis de San Salvador tengo la obligación de velar porque reine la fe y la justicia en mi país, le pido que si en verdad quiere defender los derechos humanos: Prohíbase esta ayuda militar al Gobierno Salvadoreño. – Garantice que su gobierno no intervenga directa o indirectamente con presiones militares, económicas, diplomáticas, etc.”

3 – La intervención estadounidense en los asuntos internos del país, claramente nociva a los intereses del pueblo, como señaló arriba, es condenada, también por la tradición magisterial de la iglesia Latinoamérica, a la que apela Romero para dar soporte a la fuerte exigencia pública a la potencia estadounidense: la intervención “supondría violar un derecho que los obispos latinoamericanos reunidos en Puebla reconocimos públicamente -cuando dijimos- ´La legítima autodeterminación de nuestros pueblos que les permita organizarse según su propio genio y la marcha de su historia y cooperar en un nuevo orden internacional… (Puebla, 505)´”.

4- Uno de los objetivos de la visita del Embajador de Estados Unidos, después de la homilía en que leyó la carta, tuvo que ver con el intento de convencer a Monseñor que no se trataba de una introducción de nuevos armamentos al país. María Vigil, a partir del diario de Monseñor del 21 de marzo de 1980 presenta así apartes de ese diálogo “ –Quería aclararle, Monseñor, que no se trata de nuevos armamentos para el ejército salvadoreño, como usted cree. -¿De qué se trata, pues? -De perfeccionar con algunos elementos técnicos el equipamiento de los cuerpos de seguridad” [[López Vigil María, Piezas para un retrato htt//servicioskoinonia.org/biblioteca/pastoral/lopezvigilpiezasRetrato.zip]]

5. Al cierre de la carta monseñor Romero apela, nuevamente, a la condición de creyente del presidente Cárter y a su sensibilidad por los derechos humanos, al tratarse de un mandatario del partido Demócrata, quien tenía fama de querer la paz. Parecía época de cambios en la que se podría esperar una escucha comprensiva del presidente: “Espero que sus sentimientos religiosos y su sensibilidad por la defensa de los derechos humanos lo moverán a aceptar mi petición evitando con ello un mayor derramamiento de sangre en este sufrido país…” No obstante esta percepción, la injerencia continuó y la escalada de violencia en el Salvador llevó, luego de la muerte de Monseñor, a la insurrección popular.

Al caso colombiano son profundas las lecciones que nos deja Romero en este trascendental asunto habida cuenta que nuestro país ha sido receptor, desde el año 2000, de 5.500 millones de dólares en “ayuda militar” y se viene a conocer solo hasta ahora, en la segunda mitad del año 2009, que se entregarán a los Estados Unidos 7 bases militares colombianas, o las que sean necesarias de utilizar para “la lucha contra el narcotráfico y contra el terrorismo”.

El gobierno Colombiano, sumido en una profunda crisis de legitimidad, se encuentra en una encrucijada porque todos los testimonios y evidencias sobre sus vínculos con el paramilitarismo y el narcotráfico reposan en las carpetas del Departamento de Estado de los Estados Unidos.

Los paramilitares más reconocidos que fueron extraditados a los Estados Unidos se han sentido traicionados por el gobierno y quieren delatar a sus antiguos amigos, pero cuando sus víctimas empezaron a escucharlos en cárceles ubicadas en las principales ciudades de Estados Unidos, fueron de inmediato trasladados a penitenciarías de difícil acceso, en un acuerdo entre los dos Estados para que más verdad no salga a la luz.

Hay, en suma, razones de fondo para permitir que el gobierno de los Estados Unidas organice su plan militar en el área, desde Colombia, como bien le plazca, sin mayor reticencia del gobierno de Uribe. La soberanía nacional queda reducida a la permanencia en el poder del mandatario y al silencio sobre sus vínculos con criminales por parte de la potencia hegemónica. Se necesita un aliado incondicional, no un hombre virtuoso, útil a los intereses Estados Unidos, en un área donde Venezuela, Ecuador Bolivia y Brasil no le rinden pleitesía.

El discurso que pretende legitimar el aumento de la presencia militar estadounidense en Colombia hiere la sana lógica. Hablan de que es un acuerdo transparente mas no permiten leer el texto del mismo; afirman que hondeará en las bases la bandera de Colombia y el mando de las unidades militares recaerá sobre oficiales de nuestro país. ¿Cuándo se ha visto que un Rodríguez de órdenes a un Jhonson? Preguntó la presidenta Fernandez de Argentina ó que un Kafir de fabricación Israelí en poder de la Fuerza Aerea Colombiana, pueda interceptar a un C-17 cuando vuele sin la autorización de un mando de Colombia? ¿En cuál de las 823 bases militares que extienden los estadounidenses en los 130 países del mundo en que las tienen instaladas han tenido mando los nacionales sobre los estadounidenses?

Se argumenta que el uso de 3 bases navales con salida al Pacífico y al Atlántico y más de 5 bases terrestres y aéreas tienen como objetivo combatir el narcotráfico y la guerrilla. El presidente Uribe volvió a repetir en su discurso del 23 de septiembre de 2009 ante la plenaria de Naciones Unidas que no existía paramilitarismo en Colombia, también que de la guerrilla solo quedaba un reducto. ¿Podríamos deducir entonces que no es necesaria tan grande presencia militara norte americana para combatir ese pequeño reducto? ¿Su política de Seguridad Democrática a la que ha destinado 400.000 efectivos militares no puede terminar la tarea que se plantea? ¿Se necesita toda la cuarta flota estadounidense, su poder aerotransportado y su infantería para acabar a 8.000 guerrilleros?¿ Si según sus estadísticas ha tenido el exitoso resultado de reducir la guerrilla de 60.000 hombres a 8.000 ¿Con la capacidad militar que tienen no podría acabar con los que quedan en un corto tiempo? Si no ¿Se perdieron los 5.500 millones de dólares de “ayuda” militar estadounidense?

En relación con el narcotráfico ¿sería posible el flujo tan dinámico de los traficantes con todo el pie de fuerza que ya cuentan las fuerzas militares de Colombia, con las flotas que recorren los ríos, con los 76 helicópteros Black Hawk, la mayor de América Latina y el Caribe y una de las más grandes del mundo? ¿Sería posible sin la complicidad de la policía, de las fuerzas militares? Recordemos que el ex director de informática del DAS, órgano de inteligencia que depende directamente del presidente de la república afirmó que Uribe sabía de la misión suya y la de su director de hacer contactos con narcotraficantes mexicanos para ingresar cocaína a los Estados Unidos y que los dólares, de vuelta a Colombia, se hacían por el aeropuerto el Dorado a través de los funcionarios del DAS, razón por la que hablaban del cartel de las tres letras en los círculos mafiosos [[http://www.noticiasuno.com/noticias/das-sigue-chuzando.html]]. Recordemos También que el paramilitar Daniel Rendón, denunció que el comandante de la policía nacional, general Naranjo, tienen acuerdos con el narcotraficante conocido como El Loco Barrera [[http://www.elespectador.com/impreso/judicial/articuloimpreso162306-el-narcotrafico-fue-el-oxigeno]].

Con razón los gobiernos de Venezuela, Brasil y todos los demás países de América Latina agrupados en Mercosur, exigen garantías que la presencia militar estadounidense no sobrepasará las fronteras de nuestro país, pues es sabida la crisis energética que se ha convertido en un asunto de seguridad para los Estados Unidos y el interés por la Amazonía que desde ese país y desde hacer varias décadas se ha expresado públicamente. Venezuela posee en la franja del Orinoco la mayor reserva de crudo en el mundo y Brasil el área más extensa de la Amazonía, reserva de biodiversidad del planeta.

En la cumbre de Unasur en Bariloche Argentina, el presidente Chávez citó el Libro Blanco “National Defense Strategy” del Departamento de Defensa de los Estados Unidos (2008) [[http://www.semana.com/noticias-relaciones-exteriores/libro-blanco-estados-unidos-gran-preocupacion-chavez/127900.aspx
http://merln.ndu.edu/whitepapers/US2008NationalDefenseStrategy.pdf]]
en el que se afirma que la base de Palanquero, muy cerca de Bogotá ofrece condiciones para la construcción de una plataforma aérea que permite a aviones tipo C-17 volar hasta la Patagonia sin recargar combustible. También con una sola aterrizada llegar hasta el África. En el citado documento se afirma que el presupuesto de 2010 incluye 46 millones de dólares para adecuaciones. El presidente Lula, de Brasil, ha exigido garantías escritas de que tal presencia no afectará a su país ¿Cabe alguna duda de que las pretensiones geoestratégicas regionales de la presencia militar estadounidense en Colombia trasciende las fronteras?

Llama profundamente la atención la similitud de la explicación que daba 30 años atrás el embajador de Estados Unidos a Monseñor Romero sobre la presencia militar norteamericana de su país y la que se entrega hoy en Colombia, nunca las reales intenciones son reveladas por la diplomacia. Allá se hablaba que se trataba “no de nuevas armas” sino de apoyo con algunos equipamentos técnicos para las fuerzas militares. En el caso colombiano, de la ampliación de un viejo acuerdo de cooperación y las otras razones que hemos mostrado arriba. La versión oficial se pretende imponer a la fuerza de los hechos.

Interesa también, la coincidencia en el contexto político estadounidense en los dos momentos, 1980 y 2009. En el tiempo de Monseñor Romero, Jimmie Carter quien ofrecía una imagen progresista y quien inspiró esperanza de cambio en las relaciones con América Latina. También, presentó al mundo su condición de cristiano Bautista. En el hoy de Colombia Busch hijo selló su gobierno con la derrota de los republicanos por parte de los demócratas y esta vez con el histórico triunfo electoral de Obama, un afroamericano que llegó al gobierno al ofrecer la esperanza del cambio a todos sus seguidores estadounidenses. Como Carter, Obama se ha presentado como un creyente cristiano, portador de los valores del Evangelio.

En ese tiempo apelar a la conciencia cristiana de Carter no fue suficiente para provocar un cambio de actitud de en su gobierno frente la intervención en el país centro americano, pues esta se incrementó a pesar de la fuerte presión del pueblo de los Estados Unidos para que se desmontara. En el caso colombiano, seguramente ocurrirá lo mismo, máxime cuando la fuerza de la presión interna en los Estados Unidos, no es tan fuerte como si lo fue en su momento frente a la situación de El Salvador de Romero.

De este párelo surgen desafíos para el hoy de nuestra Colombia. Romero desde la fuerza de su fe evangélica y del magisterio eclesial, supo desafiar el poder estadounidense, al cuestionar la fidelidad, al credo que dice profesar su gobernante. Los pronunciamiento desde la fundamentación de fe, son, como en Romero, exigencias del mismo Evangelio. En su momento muchas y muchos creyentes cristianos de los Estados Unidos hicieron suya la exigencia evangélica de Romero y acompañaron al pueblo en la denuncia de la intervención de su país en los asuntos internos del Salvador y en el acompañamiento directo en las comunidades campesina.

Movimientos contra el militarismo como aquel que se levanta contra la Escuela de Las Américas, constituido en buena medida por mujeres y hombres que guardan en su mente y corazón la memoria de Romero, de los jesuitas asesinados , de las campesinas y campesinos masacradas y masacrados por el ejército salvadoreño instruido y armado por el gobierno de su país, es la prueba de que la fuerza de la fe produce hermanamientos entre los pueblos de Estados Unidos y los pueblos agredidos en nuestro continente, única posibilidad de impactos efectivos a favor de las víctimas de la intervención militar en nuestros países.


Por Equipo Teológico Justicia y Paz