Manías desde la cárcel de “tasmania”

La razón de la mayoría no es la razón verdadera. Las dictaduras y los autoritarismos se sustentan en el consentimiento colectivo, ahora en la “dictadura de la encuesta”. El consentimiento es el sensibilismo de la razón y de la voluntad, se hace experimentar que la verdad es la mentira, que lo justo es lo injusto. En la nueva puesta en escena cambian algunos personajes, menos el principal, la trama y sobre todo el fondo es el mismo. Hay que tapar, tapar y tapar, y hacer creer, creer y creer.


La última escena Uribista parece pretender minimizar el impacto público del llamado a indagatoria de la Corte Suprema de Justicia, CSJ, a MARIO URIBE, congresista del partido Colombia Democrática, partido de URIBE, presidente. Vinculado por su participación en el escenario político de la estrategia paramilitar y posible beneficiario en la adquisición de propiedades rurales por el uso de esta violencia, MARIO URIBE es de las propias entrañas presidenciales. Sus vínculos familiares y su cogestión de su vida política no le permiten a URIBE abandonarlo a su suerte.
En el legislativo MARIO URIBE ha sido impulsor de varios proyectos como “la ley de alternatividad penal”, luego convertida en “ley PARA la justicia y PARA la paz”, en la modificación de la Constitución para la reelección de Uribe. Su vinculación al proceso de la llamada “parapolítica”, como la de otros 39 parlamentarios tuvo una primera reacción del congresista, renunciar a su curul y acogerse a ser investigado por la Fiscalía, como lo han hecho otros 13 congresistas que se encuentra en la penitenciaria de “La Picota”. Ha sido una obsesión de los que se encuentran investigados el lograr salir cuanto antes, intentado para ello, a través del Congreso y del ejecutivo crear unas disposiciones que les beneficien, su propósito hasta ahora no ha sido logrado.
En este escenario de cuestionamientos, ahora a lo más cercano URIBE su primo, parece ser que lo motivó a reeditar la técnica en el escenario mediático electrónico – radio y televisión-, de pegar primero para acallar, silenciar o desviar. Llegó desaforadamente durante más de 11 horas a la radio y a la televisión, aquella en que es posible, hacer masivamente – sectorialmente y socialmente -, real la mentira. Con la misma estructura narrativa de otras ocasiones salió a los medios a “desmentir” y a “demostrar” logró en su cautiva “masa” hacer experimentar que él URIBE, el Presidente encuesta de los colombianos, es blanco de un complot de la CSJ. Es decir, es una víctima, víctima que se dignifica y exige justicia.
En la puesta en escena aparecen dos paramilitares “Tasmania” y “René”. Estos operaron en el Suroeste de Antioquia, en donde los URIBE han desarrollado diversas actividades. El abogado SERGIO GONZALEZ, amigo de MARIO URIBE y SANTIAGO URIBE, y se supone que del otro URIBE. Los dos paramilitares se encuentran en el sitio de cuidados de Itagüí con 59 de sus colegas. “Tasmania” escribió una carta a URIBE, en la que indica que el responsable de la Investigación de los nexos de políticos con paramilitares, el magistrado IVAN VELAZQUEZ, ofreció a este beneficios de seguridad y salida al exterior, si declaraba contra el presidente y su cercano empresario ERNESTO GARCES, por su responsabilidad en el intento de un homicidio contra otro paramilitar conocido como “René”. La carta llegó tan rápido como un correo electrónico a través del cuestionado SANTIAGO URIBE, hermano del presidente, de quién se afirmó en debates en el congreso que es uno de los creadores del grupo paramilitar los “apóstoles”, luego se divulgaron fotografías con los reconocidos traficantes de drogas “los Ochoa”. URIBE, el hermano, afirma al diario El Tiempo, que recibió la carta de su vecino, el caballista SERGIO GONZALEZ, amigo de MARIO URIBE y abogado de “Tasmania”.Ah ¡¡¡ y de GARCES, la prensa informa, que el empresario cafetero pagó 13 meses de cárcel y luego recibió el beneficio de la preclusión en una investigación por la conformación del grupo paramilitar “La Escopeta”.
El Magistrado VELAZQUEZ ha negado que haya ofrecido beneficios a “Tasmania” por declarar como parte de un montaje contra URIBE. La Corte ha centrado su investigación en lo senadores. De los 9 magistrados auxiliares, dos se entrevistaron con “Tasmania” y su abogado SERGIO GONZALEZ, para recaudar información y valorarla sobre congresistas, entre ellos, MARIO URIBE, en razón de que “Tasmania” operó en la región en donde este político realiza diversas actividades. El diálogo evidentemente existió pero el tema abordado fue uno y no dos. Todo indica que sobre la realidad, un diálogo, se ha hecho un montaje de otra realidad que quiere aparecer como verdad para evitar que las responsabilidades lleguen a los círculos cercanos de URIBE, presidente.
Mientras se les resuelve un camino más favorable a los implicados en la “parapolítica”, URIBE el primo, senador, busca mejores condiciones para su defensa, en últimas para asegurar una pena leve o la impunidad como lo han hecho otros. La tensa relación entre la alta Corte y el gobierno desde hace muchos meses y la actuación que realiza en Derecho no estaba calculadas por el ejecutivo. Los efectos de la decisión de URIBE, el presidente, de pronunciarse a favor de la Corte Constitucional respecto a quién guarda la voz última ante la revisión de la Acción de Tutela, sutil contraprestación por el pronunciamiento de esta a favor de la reelección, está siendo muy costosa para su gobernabilidad, y favorable por lo pronto hacia una verdad. Esta situación le ha significado a la CSJ una motivación y garantía para actuar en independencia. Sin embargo, reconfigurados los nombramientos en la Corte Suprema como ocurrió con la Corte Constitucional, es probable, que más tarde que nunca todo quede en relación “armoniosa”. Hasta ahora, la actitud CSJ ha contribuido al esclarecimiento inicial de responsabilidades políticas y ha desatado una serie de escándalos, que han sido la nota característica en el segundo período de URIBE.
No existen escenarios definidos de desenlace. Lo cierto es que URIBE, el presidente, sigue actuando en el escenario mediático con dividendos muy significativos ante la opinión nacional, base para anunciar la segunda reelección o tercer período presidencial a través de su partido de la U. Ese consentimiento social base de sus actuaciones de “showman” permite ocultar las fases oscuras del poder o justificarlas. Las razones de Estado no existen. Existen las motivaciones personalistas consensuadas en el establecimiento en la construcción de un tipo de Estado en impunidad, en control criminal autoritario, con rostro de democracia y de “progreso” en el mercado global liberal, pues ellos ganan.
El consentimiento es la base que continúa sustentando un ejercicio de poder, acompañada de una realidad creada con “falsos positivos”. No es nada nuevo. Se ha hecho con las y los defensores de derechos humanos, con periodistas y revistas, con operaciones militares, con las ejecuciones extrajudiciales, con los datos de la miseria y la pobreza, ahora el turno fue para la CSJ. Un sensibilismo de la razón y de la voluntad hace experimentar un presidente firme, que es capaz de calumniar públicamente como lo hizo con Gonzalo Guillén, periodista de New Herald y lo ha hecho con Fernando Garavito, y otros tantos, que disienten ante tanta vergüenza ajena, ante tanta mentira, sin que sienta algo de escozor o vergüenza. Esa técnica parece estar detrás de la altisonancia contra la CSJ, sus actos democráticos están hoy en las instituciones mediáticas. El poder real del consumidor de imágenes está absortó para comprender lo que está detrás. En esa nueva institucionalidad virtual URIBE, presidente, es un diestro más o mejor que con los caballos de sus haciendas, o que en distinguir los linderos de sus vecinos como Mancuso.

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portada
Uribe contra el mundo
El presidente dispara a diestra y siniestra. ¿Qué está pasando?
Fecha: 10/13/2007 -1328 Como buen gallo de pelea, el presidente Álvaro Uribe volvió al ruedo. Y, en dos días, desató la polvareda más impresionante. Se fue contra la Corte Suprema de Justicia, fustigó al magistrado encargado de la para-política, tuvo un enérgico careo radial con el columnista Daniel Coronell, le lanzó un gancho de izquierda a su vicepresidente y, de salida, le dio un codazo al periódico El Tiempo. Todo, según él, para limpiar su honra y defenderse de críticas que considera injustas.

¿Qué le pasó al Presidente? ¿Por qué salió ‘cargado de tigre’ por todos los medios? ¿Es acaso una reacción espontánea de indignación para defender su nombre, o hay una calculada estrategia ligada al escándalo de la para-política?

El florero de Llorente fue una carta fechada el 11 de septiembre. En ella, un paramilitar conocido como ‘Tasmania’, preso en la cárcel de Itagüí, dice que el magistrado auxiliar Iván Velásquez le ofreció beneficios si vinculaba al presidente Uribe en el atentado contra alias ‘René’, un ex jefe paramilitar del oriente antioqueño. Este ofrecimiento, según ‘Tasmania’, se habría hecho en presencia de dos funcionarios de la Fiscalía en Medellín.
Una de las razones por las que Uribe salió a los medios fue porque la Corte llamó a indagatoria al senador Mario Uribe. El torbellino político llega en mal momento para el gobierno ya que esta semana la Comisión Interamericana de Derechos Humanos sesiona esta semana en Colombia
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El vicepresidente Francisco Santos quedó golpeado luego de que Uribe insinuara al aire que él había pedido que lo nombrara
PUBLICIDAD El mismo día de la redacción de la carta, el Presidente la recibió en el Palacio de Nariño. Todavía nadie se explica cómo viajó tan rápido de Medellín a Bogotá ni quién fue el mensajero. Lo cierto es que esa noche, a las 7 de la noche, el Presidente decidió llamar al magistrado Velásquez. “Me saludó y dijo que tenía preocupación por un rumor sobre las declaraciones de un desmovilizado que lo involucraba en un asesinato”, dijo Velásquez. “Le dije -agregó- que no existía tal declaración y que si la hubiese, se le daría el trámite correspondiente”. La conversación duró 15 minutos.

Un mes después, el lunes 8 de octubre, el Presidente recibió del DAS confirmación de la autenticidad de la huella y el número de cédula de la carta de ‘Tasmania’. El Palacio de Nariño decidió entonces sacar un enérgico comunicado a las 7:45 de la noche. En él se decía que funcionarios de la Fiscalía y un magistrado auxiliar estaban ofreciendo beneficios para que un paramilitar vinculara al Presidente en un asesinato. Y ahí fue Troya.

A los pocos minutos se dio la primera reacción en radio: el presidente de la Corte Suprema, Julio César Valencia, tildó de “obstrucción a la justicia” el comunicado de Palacio. Los oyentes de radio, hacia las 9 de la noche, empezaron a sentir que algo grande se estaba cocinado cuando oyeron que el presidente Uribe llamó personalmente al programa Hora 20 de Caracol. Néstor Morales, su conductor, discutía con sus invitados sobre la noticia de última hora.

El Presidente, en una especie de debate-entrevista, planteó la gravedad del tema: “Aquí sólo hay tres opciones: o el Presidente es un asesino, o ‘Tasmania’ es un mentiroso o los magistrados de la Corte son unos manipuladores”. Mientras al otro lado del micrófono el periodista Juan Gabriel Uribe y políticos como María Emma Mejía y Humberto de la Calle mencionaban la inminencia de un choque de trenes, el Presidente sólo les insistía en la gravedad de los hechos y pedía una investigación a la Fiscalía. Esa noche Uribe salió en todos los noticieros de televisión hasta el filo de la medianoche.

Cuando los colombianos se fueron a dormir quedaron varias preguntas en el aire: ¿Por qué salió tan intempestivamente el Presidente? ¿Por qué le dio tanta credibilidad a una versión de un paramilitar convicto? ¿Por qué le creyó más a un hombre preso que a un magistrado auxiliar? ¿Por qué se montó en una acusación tan fantasiosa como la de que él es un asesino, para crear un choque institucional? ¿Tendrá algo que ver el reciente llamado a indagatoria a su primo el senador Mario Uribe?

A pesar de las chispas iniciales que había generado el episodio, nadie sospechaba lo que se venía el día siguiente. Sólo el Presidente, quien durmió tres horas para preparar su ofensiva. Muy a la madrugada, un elemento adicional le agregó munición a la artillería que venía aceitando Uribe desde las 4 de la mañana: el editorial y la noticia de primera página de El Tiempo.

La noticia de abrir del diario bogotano de ese día advertía que el Presidente estaba muy golpeado por dos hechos: el primero, la posición de The New York Times, que solicitó postergar el TLC, pues considera que el gobierno de Uribe no ha hecho lo suficiente por llevar a la justicia a los “paramilitares matones y a los políticos que los apoyan”. Y el segundo, las grabaciones de los congresistas detenidos en la cárcel La Picota reveladas por SEMANA donde sale a flote la maquiavélica estrategia de algunos para evadir la justicia.

Lo segundo que le molestó a Uribe esa mañana fue el editorial de El Tiempo. Para ese diario, las reiteradas “chispoteadas” del Presidente suscitan inquietud. Sobre todo refiriéndose a las declaraciones de Uribe contra el periodista Gonzalo Guillén, a quien calificó de “calumniador profesional” y lo convirtió rápidamente en mártir de la libertad de prensa (y tuvo que salir del país por amenazas). Sin saber lo que iba a pasar el día siguiente, el editorialista de El Tiempo se embocó y su escrito vendría como anillo al dedo.

Esa mañana, Uribe se metió a su despacho, y a partir de las 7 se subió al ring de los medios y no se bajó sino a las 11 de la noche. El Presidente demostró que sigue en muy buena forma en su pugilato verbal. En la emisora La FM de RCN, se enfrentó cara a cara con el columnista Daniel Coronell (ver artículo en la página 38). El pulso radial se subió de tono cuando el periodista le preguntó por sus supuestas relaciones con Pablo Escobar. El Presidente reaccionó indignado y lo tildó de “miserable”. En Caracol Básica, con Darío Arizmendi, se fue contra El Tiempo, al que tildó de “mentiroso”, “frívolo” y “escrito con pereza”.

En Radiosucesos RCN, de Juan Gossaín, le mandó un gancho a la mandíbula a su Vicepresidente. Dijo que él siempre quiso nombrar a Juan Lozano en el cargo, pero que Francisco Santos lo llamó para decirle que lo nombrara a él. Francisco, sorprendido con el comentario, cayó a la lona. Aunque ya fumaron la pipa de la paz, hay una gran grieta entre el Presidente y su segundo a bordo.

Toda esa mañana siguió mandando golpes a diestra y siniestra, justificó su llamada al magistrado y negó un choque de trenes. Al mediodía siguieron dos ruedas de prensa y en la noche, su aparición en los noticieros. Incluida una entrevista con Yamid Amat en la que trató de socavar la credibilidad de la Corte Suprema al reiterar en varias ocasiones que era un órgano clientelista. Mientras se disipaba la polvareda, se rumoró sobre la renuncia del Vicepresidente y sobre la posibilidad de que varios magistrados pensaran dejar sus puestos en protesta ante la arremetida del jefe de Estado. Nada de eso ocurrió.

La Corte, después de ocho horas de deliberación, emitió un prudente comunicado en el que recibe con “enorme extrañeza” las afirmaciones del Presidente y pide respeto a las instancias judiciales.

¿Por qué lo hizo?

Es difícil entender por qué Uribe salió como un botafuego. Aunque el Presidente tiene todo el derecho a salir a defender su honra, como lo ha hecho en otras ocasiones, un primer mandatario no puede montar una crisis institucional sobre lo que dice un paramilitar desde la cárcel, así le ponga la huella. Sobre todo, si la versión es absurda: que el Presidente, en ejercicio de sus funciones, le pidió a un paramilitar asesinar a otro paramilitar. Ese cuento no se lo cree nadie. Entonces, si la fuente es un convicto, la denuncia es fantasiosa y el magistrado niega que haya sucedido, ¿por qué el gobierno emite un comunicado y luego el Presidente cabalga sobre él blandiendo su espada como en la época de las cruzadas?

Hay varias razones para la rabia del Presidente. En primer lugar, el llamado a indagatoria por la Corte a su primo el senador Mario Uribe. Mario ha sido el hombre que ha acompañado a Uribe a lo largo de su carrera política, y el mandatario le tiene enorme aprecio. Además, han compartido temas de campo juntos: ganado, caballos, fincas. A Uribe le sorprendió -y le molestó- que la Corte Suprema llamara al senador directamente a indagatoria sin agotar la instancia de la versión libre como lo ha hecho con otros congresistas acusados de tener vínculos con los paramilitares.

Esos dos motivos, el testimonio del paramilitar ‘Tasmania’ que lo vincula, más el llamado a indagatoria de su primo senador, pusieron a pensar al mandatario sobre la posibilidad de una persecución política de la Corte. Otra causa de su sorpresiva reacción fue la posibilidad de que la versión de ‘Tasmania’ -de mostrar al Presidente como un asesino- cogiera vuelo en la prensa. Y, como ha sido costumbre en él, tomó el toro por los cuernos. Aunque ningún medio de comunicación serio le habría dado crédito a esa versión, el Presidente prefirió curarse en salud.

Pero si bien ese tipo de salidas, frenteras y altisonantes, le encantan a la opinión colombiana, decepcionan en el exterior (ver siguiente artículo). Sobre todo, como sucedió la semana pasada con el martilleo permanente de un discurso presidencial que trató de mancillar la credibilidad de la Corte en una coyuntura crucial de la para-política, que ha tenido hondas repercusiones en Estados Unidos y que tiene congelado el TLC.

La crisis institucional que provocó el presidente Uribe en aras de “defender su honra” dejó grietas muy profundas. Y abrió otras. Abrió más heridas en la Corte Suprema, decepcionó a su Vicepresidente, peleó -una vez más- con la prensa y mandó mensajes muy equivocados a la comunidad internacional.

El momento no podía ser peor: esta semana la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que ha condenado al Estado colombiano a millonarias indemnizaciones, va a sesionar en Colombia. Y peor aun el momento para que al Partido de La U le dé por impulsar una propuesta para una segunda reelección. A tres años de terminar su mandato, con todos los problemas que aquejan al país, con coyunturas políticas tan turbulentas como la que pasó, con 40 congresistas involucrados en la para-política y con unas elecciones donde la democracia colombiana se está jugando gran parte de su legitimidad, no se le ocurre otra cosa al partido del Presidente que impulsar un tercer período presidencial

Portada
Bien librado
A la mayoría de los colombianos le gustó la reacción firme del presidente Uribe contra la Corte y los medios de comunicación.
Fecha: 10/13/2007 -1328 La opinión pública sigue acompañando al presidente Uribe. Una encuesta contratada por SEMANA con el Centro Nacional de Consultoría indica que los polémicos enfrentamientos recientes con la Corte Suprema de Justicia y con algunos periodistas –criticados por varios editorialistas y analistas– no le hicieron daño. Aunque se nota una polarización, la facción que apoya a Uribe se acerca a un 70 por ciento.

No es la primera vez que se nota una diferencia entre la ‘opinión pública’ y la ‘opinión publicada’. El estilo y las actitudes del Presidente contra sus críticos con frecuencia desatan cuestionamientos entre columnistas y apoyo en las bases. Lo cual se explica porque la imagen personal positiva de Uribe, que supera el 70 por ciento, arrastra la evaluación que la gente hace de sus acciones. Y a que amplios sectores valoran lo que consideran capacidad de mando, firmeza y carácter.

La encuesta del CNC corrobora esta conclusión. La mayoría preferiría acciones ‘diplomáticas’ y no ‘enérgicas’ por parte de Uribe. Y sin embargo, acompaña al primer mandatario en salidas que tienen más de lo segundo que de lo primero. El teflón personal y la simpatía emocional hacia el Presidente pesan más que la evaluación racional de su gestión. De allí que la mayoría justifica la rabieta presidencial contra la Corte como defensa frente a un ataque excesivo. Y que una porción relevante considera que la prensa es demasiado dura con el primer mandatario. El Presidente genera apoyo personal.

ENTIDAD QUE LA REALIZÓ Centro Nacional de Consultoría
ENTIDAD CONTRATANTE Publicaciones SEMANA
FUENTE DE FINANCIACIÓN Publicaciones SEMANA
TIPO DE MUESTRA Aleatoria estratificada
TAMAÑO DE LA MUESTRA 431 Personas
TEMAS A LOS QUE SE REFIERE Conflicto entre el presidente Álvaro Uribe
y la Corte Suprema de Justicia
NÚMERO DE PREGUNTAS 7
UNIVERSO Hombres y mujeres mayores de 18 años, residentes en las ciudades
de Bogotá, Cali, Medellín y
Barranquilla
TÉCNICA DE RECOLECCIÓN Telefónica
FECHA DE RECOLECCIÓN Entre el 11 y el 13 de octubre de 2007
MARGEN DE ERROR 5% con un nivel de confianza del 95%
NOTA: El Centro Nacional de Consultoría se encuentra inscrito en el Registro de Encuestadores del Consejo Nacional Electoral

Encuestas:

¿Quién cree que tiene la razón en el enfrentamiento entre el Presidente Álvaro Uribe y la Corte Suprema?
En un porcentaje alto, los encuestados de las cuatro principales ciudades del país apoyan al presidente Uribe y no a la Corte Suprema. Esta cifra se parece a la de la imagen positiva del primer mandatario, cercana a un 70 por ciento.

¿Por qué cree que el Presidente Uribe reaccionó en forma tan enérgica?
La opinión pública justifica el tono y el contenido de las últimas salidas del presidente Uribe. Sólo una minoría piensa que se deben a que ‘esconde algo’, y la mayoría cree que simplemente se estaba defendiendo.

¿Cómo le pareció la salida del Presidente frente a la Corte Suprema de Justicia?
Aunque en otra pregunta de la encuesta la mayoría dice que preferiría una actitud más ‘diplomática’, sólo una minoría considera que su actitud fue exagerada.

¿Cómo cree que la Corte Suprema de Justicia está manejando el problema de la para-política?
La calificación sobre el papel de la Corte en el tema de la para-política es ambigua. Más de la mitad la considera simplemente ‘regular’. Sin embargo, apenas un 17 por ciento la evalúa de manera negativa.

¿Le gusta que el Presidente reaccione en forma enérgica cuando se siente atacado?

A pesar de que en los enfrentamientos del presidente Uribe con la Corte y con los medios los encuestados apoyan al primer mandatario, preferirían un estilo menos ‘enérgico’.

¿Cree que frente al presidente Álvaro Uribe la prensa es?:

Las quejas del presidente Uribe sobre el tratamiento que le dan los medios a su gestión tienen algún eco en la opinión pública. Más de la mitad de los encuestados considera que es demasiado crítico.

http://www.cambio.com.co/745/index.html

¿Qué le pasa a Uribe?
(Página 1 de 7)

No es la primera vez que el presidente Álvaro Uribe arremete contra la Corte Suprema de Justicia. Tampoco es la primera vez que casa peleas con periodistas o que les pica pleito a quienes lo contradicen, o decide mandarles mensajes a sus más cercanos colaboradores. Pero es la primera vez que ataca todos los frentes al mismo tiempo y en menos de 24 horas desata una borrasca que ha sacudido las cumbres del poder público.
En esta oportunidad, la beligerancia del Presidente sorprendió no sólo a la Corte Suprema de Justicia -a la que acusó de prejuzgar y de hacer parte de un complot en su contra-, sino a varios funcionarios de la Casa de Nariño, incluido el propio Francisco Santos, que quedó sin aliento cuando oyó que el Presidente, en una entrevista con Radiosucesos RCN el martes en la mañana, dijo que aunque él había pensado inicialmente en Juan Lozano como su fórmula para Vicepresidente, Santos lo había llamado para pedirle que lo escogiera a él.

El germen de la ira presidencial comenzó a incubarse el pasado 11 de septiembre. Ese día Uribe recibió una carta firmada por José Orlando Moncada Zapata, un paramilitar conocido como Tasmania, recluido en la cárcel de Itagüí, que decía que Iván Velásquez, magistrado auxiliar de la Corte Suprema de Justicia, le estaba ofreciendo beneficios judiciales a cambio de un testimonio para incriminar al Jefe del Estado y al empresario Ernesto Garcés Soto en un atentado contra René, un ex comandante de las Auc del suroeste antioqueño, y a Mario Uribe, el primo del Presidente, como alguien que apoya a grupos paramilitares en esa zona.

En la carta, que también tenía la huella digital de Tasmania, éste afirmaba que la propuesta del magistrado Velásquez -coordinador del equipo de investigadores del proceso de la parapolítica– era respaldada por Alberto Jiménez Morantes y Jackeline Gómez Vargas, funcionarios de la Fiscalía, quienes le habían hecho el ofrecimiento el 10 de septiembre en una reunión en la Fiscalía Octava Especializada de Medellín. “Mi preocupación, señor Presidente, es que el señor Velásquez, según me parece, lo quiere perjudicar. Es lo único que le interesa. A cambio entrega lo que sea”, remataba el mensaje.

Luego de leerlo, el Presidente ordenó a la directora del DAS, María del Pilar Hurtado, que verificara si Moncada estaba en la cárcel de Itagüí y si la huella y el número de cédula eran auténticos. No obstante, antes de conocer los resultados de la indagación del DAS, ese mismo día Uribe decidió llamar al magistrado Velásquez para preguntarle si era cierto o no lo que decía Tasmania.

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12HYPERLINK “3762177-pag-3_7.html”3HYPERLINK “3762177-pag-4_7.html” 4HYPERLINK “3762177-pag-5_7.html”5HYPERLINK “3762177-pag-6_7.html”6HYPERLINK “3762177-pag-7_7.html” 7HYPERLINK “3762177-pag-2_7.html”Siguiente »

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No es la primera vez que el presidente Álvaro Uribe arremete contra la Corte Suprema de Justicia. Tampoco es la primera vez que casa peleas con periodistas o que les pica pleito a quienes lo contradicen, o decide mandarles mensajes a sus más cercanos colaboradores. Pero es la primera vez que ataca todos los frentes al mismo tiempo y en menos de 24 horas desata una borrasca que ha sacudido las cumbres del poder público.

En esta oportunidad, la beligerancia del Presidente sorprendió no sólo a la Corte Suprema de Justicia -a la que acusó de prejuzgar y de hacer parte de un complot en su contra-, sino a varios funcionarios de la Casa de Nariño, incluido el propio Francisco Santos, que quedó sin aliento cuando oyó que el Presidente, en una entrevista con Radiosucesos RCN el martes en la mañana, dijo que aunque él había pensado inicialmente en Juan Lozano como su fórmula para Vicepresidente, Santos lo había llamado para pedirle que lo escogiera a él.

El germen de la ira presidencial comenzó a incubarse el pasado 11 de septiembre. Ese día Uribe recibió una carta firmada por José Orlando Moncada Zapata, un paramilitar conocido como Tasmania, recluido en la cárcel de Itagüí, que decía que Iván Velásquez, magistrado auxiliar de la Corte Suprema de Justicia, le estaba ofreciendo beneficios judiciales a cambio de un testimonio para incriminar al Jefe del Estado y al empresario Ernesto Garcés Soto en un atentado contra René, un ex comandante de las Auc del suroeste antioqueño, y a Mario Uribe, el primo del Presidente, como alguien que apoya a grupos paramilitares en esa zona.

En la carta, que también tenía la huella digital de Tasmania, éste afirmaba que la propuesta del magistrado Velásquez -coordinador del equipo de investigadores del proceso de la parapolítica– era respaldada por Alberto Jiménez Morantes y Jackeline Gómez Vargas, funcionarios de la Fiscalía, quienes le habían hecho el ofrecimiento el 10 de septiembre en una reunión en la Fiscalía Octava Especializada de Medellín. “Mi preocupación, señor Presidente, es que el señor Velásquez, según me parece, lo quiere perjudicar. Es lo único que le interesa. A cambio entrega lo que sea”, remataba el mensaje.

Luego de leerlo, el Presidente ordenó a la directora del DAS, María del Pilar Hurtado, que verificara si Moncada estaba en la cárcel de Itagüí y si la huella y el número de cédula eran auténticos. No obstante, antes de conocer los resultados de la indagación del DAS, ese mismo día Uribe decidió llamar al magistrado Velásquez para preguntarle si era cierto o no lo que decía Tasmania.

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La llamada no sólo tomó por sorpresa al magistrado sino que le pareció inusual. “Doctor Iván, ¡tanto tiempo sin hablar con usted!”, recuerda que le dijo el Presidente, quien acto seguido le preguntó si era cierto que estaba buscando o ya había recibido el testimonio de un paramilitar que lo involucraba a él en un asesinato. “Presidente, en los expedientes de la Corte no hay ningún testimonio en ese sentido, entre otras cosas porque no podría haberlo: la Corte no es competente para investigarlo a usted”, le respondió el magistrado.

Velásquez no supo si Uribe estaba irritado o no. “Él siempre habla duro y aquel día no fue la excepción -le dijo el magistrado a CAMBIO-. Pero me pareció inusual que el Presidente de la República llamara a un tribunal de justicia para preguntar sobre el contenido de un expediente o el trámite de investigación”. El Presidente sabía que la Corte no tenía competencia para investigarlo, pero el magistrado lo sintió preocupado y por eso le dio una explicación adicional: “No es cierto que yo le haya ofrecido a José Orlando Moncada, directamente ni por interpuestas personas, beneficio judicial alguno”.
Velásquez y la magistrada auxiliar Luz Adriana Camargo se habían reunido con Tasmania el 10 de septiembre, según el magistrado, por solicitud del paramilitar, quien había dicho que tenía información valiosa para el proceso de la parapolítica. Ambos funcionarios se hicieron acompañar por una fiscal y un funcionario del CTI y aseguran que en la conversación nunca se mencionó el nombre del Presidente.
Rayos y centellas

No obstante que la comunicación entre el Jefe del Estado y el magistrado Velásquez fue el 11 de septiembre, éste último guardó silencio durante casi un mes y sólo el jueves 4 de octubre le comunicó lo ocurrido a Sigifredo Espinosa, presidente (e) de la sala penal de la Corte, quien lo citó a una reunión de la sala en pleno para que explicara lo ocurrido. “La llamada del Presidente generó preocupación y malestar, pero la Corte decidió guardar un silencio prudente -cuenta Velásquez–. Si algo trascendía no iba ser por iniciativa nuestra”.

Y el asunto trascendió el lunes en horas de la noche, por iniciativa del Presidente que decidió romper su silencio tras recibir del DAS la confirmación de la autenticidad de la huella y el número de cédula de Tasmania. Los noticieros de televisión lanzaron “extras”, para anunciar que en un comunicado expedido a las 7:45, la Casa de Nariño acusaba a funcionarios de la Fiscalía y al magistrado auxiliar de la Corte de estar orquestando un complot contra el Jefe del Estado.

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Fue el comienzo de la borrasca. A eso de las 8:00 p.m., el director del programa Hora 20 de Caracol radio, Néstor Morales, llamó al presidente de la Corte, César Valencia Copete, para que respondiera al comunicado de Palacio. “Estos hechos son gravísimos e implican claros actos de obstrucción a la labor que viene desempeñando esta corporación”, dijo Valencia. Poco después, cuando los panelistas invitados debatían el tema, Uribe llamó para intervenir en la discusión: “No es justo que busquen testigos para que le digan al país que yo soy un asesino”, afirmó.

La ofensiva presidencial se prolongó hasta la media noche en varios programas de radio y televisión, y continuó al día siguiente desde bien temprano, cuando habló en las principales cadenas de radio. Fue entonces cuando quedó claro que, además de la Corte, también lo había sacado de casillas El Tiempo. Y por partida doble. A propósito de la descalificación que Uribe había hecho días antes del periodista Gonzalo Guillén, a quien llamó “calumniador profesional” y acusó de ser el inspirador del libro Queriendo a Pablo, odiando a Escobar, de la ex amante del capo Virginia Vallejo, el editorial advertía sobre los posibles efectos de las “chispoteadas” presidenciales “en un país donde los periodistas han sido blancos de tanta violencia e intimidación” y en el exterior donde “se perciben más bien como salidas en falso”.
Pero no sólo el editorial tenía en ascuas a Uribe. También estaba molesto porque un artículo de primera página decía que estaba muy golpeado por las grabaciones de los congresistas detenidos en La Picota que indicaban que algunos estaban comprando testigos y funcionarios, y por el editorial de The New York Times que pedía demorar el TLC con Colombia hasta que el Gobierno “haga más por enviar a la Justicia a los matones paramilitares y a sus patrocinadores políticos”.

Sensiblemente alterado, el Presidente dijo en las entrevistas radiales que se trataba de un periodismo “sin profundidad”, basado en “chismes y rumores”. Pero aún le quedaba de reserva otra carga de profundidad que fue la que lanzó contra el periodista Daniel Coronell, director de Noticias Uno, quien en su más reciente columna en Semana avalaba algunas afirmaciones del libro de la Vallejo sobre supuestas relaciones del capo con Uribe, y escribió que éste había usado un helicóptero de Escobar para tratar de rescatar de una zona rural hasta Medellín el cuerpo de su padre asesinado por las Farc.
En La FM de RCN, durante más de una hora, el Presidente se enfrascó con Coronell en una agria polémica para negar sus supuestas relaciones con Escobar y con César Villegas, un controvertido personaje que fue jefe de planeación de la Aeronáutica Civil cuando Uribe era director hace 25 años y quien acabó implicado en el proceso 8.000. Iracundo, el Presidente ofreció renunciar si el periodista le probaba que había visitado a Villegas cuando estuvo en la cárcel y no escatimó epítetos para descalificarlo: miserable, difamador, cínico…

Minutos después, en Radiosucesos RCN trajo a cuento lo de la Vicepresidencia
de Santos, que fue lo que más desconcertó a los funcionarios de Palacio que oían a su jefe.
Lazos familiares

Si bien es cierto que el país está acostumbrado a las salidas de madre del Presidente, la de esta semana tiene pocos antecedentes y esto permite pensar que detrás de todo hay razones mucho más poderosas que las “sospechosas” insinuaciones que el paramilitar Tasmania hizo en la carta que fue el florero de Llorente que desató la tormenta.

Personas que conocen muy bien a Uribe sostienen que en el fondo de la desconcertante reacción está un episodio que hasta ahora ha pasado relativamente desapercibido y que tiene que ver con uno de sus familiares más queridos: el senador Mario Uribe Escobar, su primo y compañero de batallas políticas, quien lo acompañó en su paso por la Alcaldía de Medellín y la Gobernación de Antioquia y con quien llegó al Congreso, pero además con quien comparte afinidades por las fincas y el ganado.

La noticia de que la Corte Suprema de Justicia había llamado al senador cogió al Presidente fuera de base, pues estaba en Nueva York para asistir a la Asamblea de la ONU. Pero sobre todo lo desconcertó y le dejó mal sabor el hecho de que el alto tribunal, a diferencia de lo que había hecho con los otros congresistas supuestamente vinculados con grupos paramilitares, hubiera llamado a Uribe Escobar a indagatoria, sin darle la oportunidad de rendir versión libre, como lo había solicitado en forma expresa el senador.
Por primera vez, el Presidente llegó a considerar que eso podía obedecer a una persecución política por parte de algunos magistrados de la Corte. Sin embargo, declaró que en lo político respetaba la decisión de la Corte pero que en lo personal le producía un “profundo dolor”. El nombre de Uribe Escobar aparece también en la carta de Tasmania a quien supuestamente el magistrado Velásquez le había ofrecido beneficios por implicar también al primo del Jefe del Estado como una persona con nexos con paramilitares.

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Para quienes conocen de cerca el talante de Uribe, es evidente que el tema familiar toca sus fibras más íntimas. Así quedó demostrado en casos como el debate que adelantó en el Congreso el senador del Polo Gustavo Petro sobre parapolítica en Antioquia, en el que mostró una fotografía en la que aparecía un hermano del Presidente, Santiago, en compañía de uno de los hermanos Ochoa. Entonces como ahora, Uribe se tomó los medios de comunicación para descalificar al parlamentario a quien desafió y llamó “guerrillero vestido de civil” y para enviar el mensaje de que lo que era con su familia era con él.
Daño institucional

El martes en la noche, en conversación con CAMBIO, el presidente Uribe fue enfático al afirmar que seguiría pronunciándose en público sobre el caso. “Estoy pidiendo una investigación, no haciéndole obstrucción a la Justicia”, afirmó, y también que tenía elementos para pensar que la Corte no había sido sincera con él y que había tratado de sumar a otras dependencias de la rama judicial en su contra. La corte rechazó esos señalamientos pero Uribe mantuvo su posición: “¿Qué hubiera pasado si llegan a decir que un paramilitar desde la cárcel acusa al Presidente de haberlo contactado para matar a otro paramilitar?”, preguntó.

Que el Jefe del Estado hizo uso de su gran popularidad, no hay duda. Las llamadas de los oyentes a la radio y los comentarios hechos vía Internet dejaron al Presidente relativamente bien parado, pues muchos afirmaron que estaba actuando en legítima defensa.

No obstante, ex magistrados como Alfredo Beltrán, ex presidente de la Corte Constitucional y conjuez de la Corte Suprema, insistieron en que la separación de los poderes públicos es el soporte fundamental del sistema democrático. En ese sentido, la llamada del Presidente a un magistrado de la Corte Suprema para averiguar por una investigación podría interpretarse, y así lo hizo la Corte Suprema, como obstrucción a la justicia. De hecho, Beltrán destacó el poder de intimidación que tiene una llamada presidencial

Pero el desconcierto y la perplejidad que despertó la ofensiva presidencial no se limitó a la Corte, a los medios y a la opinión en general. También llegó al alto Gobierno y aunque entendieron el codazo que Uribe le metió al Vicepresidente, para algunos es un episodio más de la confrontación entre la ex canciller María Consuelo Araújo y su familia con Santos, a quien culpan de la detención de su hermano Álvaro y de la orden de captura contra su padre. La Conchi, quien aún tiene grandes aliados en la Casa de Nariño, le ha dicho a Uribe que su número dos no ha sido leal con el Gobierno, un argumento que ha comenzado a calar porque la profundización del escándalo de la parapolítica afecta a cada vez más allegados a la administración y al Presidente
Menor temperatura

Al cierre de esta edición las aguas parecían volver a su cauce. El Presidente pidió al Fiscal General aclarar los hechos y éste anunció que abrirá la investigación correspondiente para determinar qué fue exactamente lo que sucedió en el engorroso episodio de la diligencia del magistrado auxiliar de la Corte y funcionarios de la Fiscalía con Tasmania.
La Corte Suprema de Justicia, por su parte, mantuvo su pleno respaldo al magistrado Velásquez y emitió un comunicado de tono mesurado en el que desmiente el complot contra del Jefe del Estado y destaca que las decisiones de la corporación son colegiadas y no individuales. Y el vicepresidente Santos prefirió mantener un discreto silencio.

Más allá de la menor temperatura que registraba el miércoles, la fiebre sigue, como lo evidencia la preocupación entre los analistas. Para comenzar, aunque para muchos de sus partidarios la fuerte respuesta del Presidente es justificada y responde a su carácter fogoso y frentero, hay serias dudas sobre la conveniencia de adelantar este tipo de polémicas en los medios. Para la opinión es difícil seguir las diferentes versiones e interpretaciones sobre un tema tan delicado pero aun así la gente toma partido, y mientras algunos cierran filas en torno al Presidente, otros se ponen firmes con la Corte. El resultado es que la imagen de los poderes públicos se ve afectada, lo cual implícitamente golpea la estructura y la legitimidad misma del Estado.
Lo más grave de todo es que, como dice el refrán “en río revuelto, ganancia de pescadores”. Un aspecto que destaca el analista Camilo González Posso: “Los verdaderos enemigos, aquellos que están en el monte o los que desde la cárcel han tratado de mantener vigentes sus maquinarias de narcotráfico y violencia deben estar regodeándose ante un espectáculo nada edificante”.
En este sentido, un ataque frontal del Presidente contra la Corte Suprema, que se ha jugado el todo por el todo para destapar el horripilante maridaje de paramilitares y políticos, mina el trabajo de la institución para concluir con éxito sus investigaciones. A la luz de lo ocurrido, frente a las posibles decisiones futuras no faltará quien diga que en ellas hay dosis de revanchismo para sembrar un manto de duda sobre la imparcialidad de la Corte para impartir Justicia.

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Y a este factor hay que agregarle el costo que el episodio tiene para la imagen de Colombia en la comunidad internacional. Si el lunes, el tránsito favorable del TLC con los Estados Unidos parecía complicado, ahora un resultado positivo será mucho más difícil tanto por la pugnacidad del Presidente con los medios como por el enfrentamiento con la Justicia. No sería extraño, entonces, que los enemigos del Tratado utilicen esta nueva munición para intentar sepultarlo. Una munición que irónicamente les ha sido servida en bandeja el Presidente que tantos sacrificios ha hecho para convencer a los congresistas norteamericanos de darle luz verde a la iniciativa. Dicho de otra manera, la receta que dio en días pasados The New York Times de apretar al Gobierno colombiano tiene ahora no sólo muchas más posibilidades de ser aplicada sino que cuenta con más partidarios. Y en otras latitudes, la lectura de los cables de las agencias de noticias volverá a dejar la impresión de que en Colombia la Justicia lleva las de perder.

Dicho lo anterior, pocos ponen en duda que la opinión interna seguirá dando su apoyo al presidente Uribe. Tal como ha ocurrido en el pasado cuando ha enfrentado a sus contradictores, el mandatario ha salido ganando y en este caso no parece ser la excepción: el Opinómetro, Datexco y La W Radio del miércoles 10 de octubre indica que el 40.5% está con Uribe, y el 11.4% con la Corte y el resto no ha tomado partido. Y falta más. Con cerca de tres años de Gobierno por delante y no obstante que este tipo de enfrentamientos no le hacen bien ni a las instituciones ni al país, nadie puede garantizar que el Presidente se va a abstener de casar nuevas peleas. De hecho, es muy probable que haya ganado esta batalla, pero eso no le garantiza el triunfo final. No puede perder de vista que sus rivales no están en las Cortes y que los que ha dejado tendidos en el terreno no son los verdaderos enemigos.

Quién es quién
Iván Velásquez.

Magistrado auxiliar y coordinador de la Comisión de Apoyo Investigativo de la Corte Suprema. Tiene 20 años de experiencia en la rama judicial y hace siete años fue Procurador y Fiscal Regional en Antioquia. Está incluido en la lista de aspirantes a magistrado en propiedad de la sala de casación penal. Dice que no ofreció beneficios a un paramilitar a cambio de que incriminara al Presidente y todo es una maniobra para desprestigiarlos a él y a la Corte cuando adelantan el proceso de la parapolítica que involucra a congresitas, la mayoría oficialistas.
‘Tasmania’.

Paramilitar capturado en enero de 2005, se acogió a sentencia anticipada y confesó ser el asesino de René, ex jefe de las Auc del suroeste antioqueño.
Ernesto Garcés Soto.
Cafetero antioqueño, investigado y exonerado en 2000 como presunto promotor de grupos de autodefensas en Antioquia. Fue uno de los que financió la primera campaña de Álvaro Uribe, pero se distanció e hizo parte de los cuadros de apoyo de la efímera aspiración presidencial del ex ministro Álvaro L

Leyva Durán.
Alberto Jiménez Morantes y Jackeline Gómez Vargas:
Funcionarios del CTI que, según Tasmania, lo buscaron en la cárcel para ofrecerle beneficios. Sus superiores en la fiscalía afirman que los dos son eficientes profesionales y que no tienen tacha en sus hojas de vida.
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http://www.elespectador.com/elespectador/Secciones/Detalles.aspx?idNoticia=16500&idSeccion=25

Notas de Buhardilla
Complot palaciego

El presidente uribe nos cree idiotas a todos, tratando de convencernos de su novelón de que la Corte conspira en su contra. Al revés, es el Gobierno el autor de una conspiración contra la Corte, para salvar a Mario Uribe.
Ramiro Bejarano Guzmán

sábado, 13 de octubre de 2007

El presidente Uribe nos cree idiotas a todos, tratando de convencernos de su novelón de que la Corte conspira en su contra. Al revés, es el Gobierno el autor de una conspiración contra la Corte, para salvar a Mario Uribe.

No tiene pies ni cabeza la fábula de que Iván Velásquez, un pulcro y veterano magistrado, pidiera al delincuente Tasmania, detenido en Itagüí, que declarara en contra del presidente y de Ernesto Garcés Soto –empresario aportante en la primera campaña presidencial de Uribe–, para imputarles el intento de asesinato de otro paramilitar, René.

Uribe no explicó cómo se enteró del “cuento”, al día siguiente. O la inteligencia en las cárceles está al servicio personal del Presidente –para no mencionar los seguimientos a un magistrado– o tiene inmejorables relaciones en las prisiones.

Allí no paran los desafíos. Uribe llamó al funcionario que supuestamente pretendía involucrarlo en un crimen. El magistrado Velásquez en esa inusual e intimidante conversación, desmintió la versión por la que abusivamente indagaba el mandatario, que prefirió creerle al delincuente. Sospechoso que un estadista le crea más a un criminal que a un juez. E imperdonable que sostenga la mentira de que la Corte no quiere que se investigue a Velásquez, cuando ha dicho lo contrario.

Increíble que Uribe reciba una carta de un preso, en la que se intentó confirmar el supuesto complot en su contra, omitiendo los procedimientos para que un prisionero envíe correspondencia. La misiva ni siquiera tiene sello de haber sido recibida en Palacio, lo cual indica que un común amigo de Tasmania y del Presidente, la entregó personalmente.

Extraño también que con un refrito de hace años, en esa carta de Tasmania se sindique al magistrado Velásquez de querer enlodar al Presidente, a su primo Mario Uribe y al empresario Ernesto Garcés Soto. En efecto, el comisionado para la Paz, Luis Carlos Restrepo, aunque afirmó no haber enterado al Presidente –cosa nada creíble– reconoció estar enterado desde 2005 de que el paramilitar René alegaba que no se desmovilizaba porque temía que lo asesinaran el presidente Uribe y el empresario Ernesto Garcés Soto. ¿Por qué sólo hasta ahora reventó esto, pero con el ropaje de complot de la Corte contra el Presidente?

Por eso no es raro, que aparezca otro testigo en el consulado en Nueva York –donde desde el cónsul para abajo todos son furibistas–, con la misma fantasía de que Velásquez y otro funcionario le pidieron denunciar al presidente Uribe. Curiosamente este declarante resultó ser un paramilitar asistido por un abogado que cuando fue llamado por La W, no pudo atenderlos porque estaba hablando con alguien del Gobierno. Que nadie se sorprenda, vendrán más declaraciones cautelosamente preparadas y rendidas en las oficinas del régimen.

Se montó un show, para que el Mandatario insultara a magistrados y al vicepresidente Santos, este último injustamente maltratado de lagarto. El Presidente acusó a la Corte de clientelismo, pero sólo cuando su primo quedó enredado y él se sintió acosado judicialmente. Qué cinismo, que quien dilapida notarías, embajadas, consulados y contratos, acuse a otro de clientelista.

El mensaje fue amenazante. Quien en la justicia se atreva a tocar a los Uribe, se las tendrá que ver con el poder presidencial, alabado por algunos medios o periodistas abyectos que, como cocodrilos con las fauces abiertas, esperan la adjudicación del tercer canal o una emisorita. Con razón algunos uribistas se ufanan de que después de cinco años de gobierno, nadie haya podido demostrarle nada malo a su idolatrado mesías.

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Adenda.- Si Uribe no estuviere de acuerdo, el partido de la U no andaría convocando un referendo para reelegirlo. Como los militares de la dictadura argentina, según el libro Fuimos Todos, de Juan B Yofre, los uribistas están divididos entre quienes quieren “quedarse mucho tiempo” y los que aspiran a “quedarse mucho más”.

http://www.eltiempo.com/tiempoimpreso/edicionimpresa/primerplano/2007-10-14/ARTICULO-WEB-NOTA_INTERIOR-3765774.html

Álvaro Uribe Veléz, presidente de la República.
Uno de los detalles que no se ha contado de la reunión entre el magistrado Velásquez y el ‘para’ ‘Tasmania’ que provocó la crisis, es que Santiago Uribe, hermano del mandatario, se enteró el mismo día de ella. El abogado del ‘para’ resultó ser un viejo conocido suyo. Bitácora secreta del escándalo que tiene en su peor momento las relaciones del presidente Uribe con la Corte Suprema de Justicia.
Nunca antes en Colombia se había visto un cruce de comunicados, tan intenso y con tantas implicaciones para las instituciones, como el que sostuvieron esta semana el presidente de la República y la Corte Suprema de Justicia: no hubo un solo día sin que cada una de estas dos figuras blandieran sus espadas o se escudaran en férreas defensas.
EL TIEMPO revela pormenores de la crisis, hasta ahora desconocidos, que pueden dar claridad sobre lo que se está moviendo detrás.
Uno de los detalles que no se conocía de este caso es que quien le contó al Presidente de la polémica reunión entre el magistrado auxiliar de la Corte Iván Velásquez y el paramilitar José Orlando Moncada, alias ‘Tasmania,’ fue Santiago Uribe. “Sí, yo enteré al Presidente ese mismo día”.
El hermano mayor del jefe de Estado se enteró de los detalles el 10 de septiembre, el mismo día del encuentro, gracias a que el abogado de ‘Tasmania’, Sergio González, resultó ser su vecino. “Nos conocemos hace varios años. Ambos tenemos, en La Unión (Antioquia), unas hectáreas de tierra que colindan”, le explicó a este diario González.
El dato es interesante, entre otras, porque el presidente Uribe evitó esta semana revelar quién lo había puesto al tanto y de manera tan expedita sobre lo ocurrido.
Santiago le transmitió al mandatario lo que le había dicho el abogado González: que Iván Velásquez había presionado a su cliente para que testificara contra el Presidente a cambio de beneficios.
“El magistrado ofreció ubicarle la familia en el exterior, moverlo a una mejor cárcel y hasta rebajarle la pena a cambio de que dijera que el Presidente era una de las personas que (en el 2003) había dado la orden de atentar contra el ex paramilitar ‘René'”, dijo el defensor de ‘Tasmania’.
El magistrado Velásquez ha negado una y otra vez esa versión. Dice que ‘Tasmania’ y su abogado fueron los que tocaron las puertas de la Corte, a través de la Fiscalía, para ofrecer colaborar con la justicia a cambio de beneficios. Primero hablaron de denunciar delitos de su grupo. Pero los dos magistrados auxiliares que acudieron a la cita, según cuenta Velásquez, les dijeron que eso no era competencia de la Corte. Después ‘Tasmania’ dijo que sabía “de un problema de Uribe Vélez con ‘René'”, jefe ‘para’ del suroeste antioqueño detenido. El magistrado dice que no se detuvo en esa frase y les repitió a ‘Tasmania’ y a su abogado que les interesaba información era de congresistas y que les puso el ejemplo de Mario Uribe, senador y familiar del presidente Uribe, que había tenido influencia en el suroeste antioqueño, zona en la cual operaba ‘Tasmania’.
¿Quién tiene la razón de lo ocurrido en esa reunión que se convirtió en ‘florero de Llorente’ para el choque entre el Gobierno y la Corte? Eso lo tratará de resolver la Fiscalía. Investigación para la cual ya tiene dos mensajes del celular en los que se mostraría el interés del abogado de ‘Tasmania’ de hablar con Velásquez.
¿Complot?
La manera como se han defendido las dos partes parece nacer del convencimiento genuino de cada una de estar defendiendo algo sagrado.
El Presidente, por su parte, considera de extrema gravedad que haga carrera la versión -de ‘Tasmania’- de que él habría mandado a matar a una persona y que la Corte esté tratando de hacer un expediente secreto sobre él, como lo insinuó en sus declaraciones esta semana. “¿Dónde estaría hoy el Presidente de la República como un asesino? (…) a mí me preocupa mucho”, dijo Uribe para justificar por qué prefirió hacer público un comunicado el lunes, en el que pide a la Fiscalía “verificar” lo ocurrido, y no tratar el tema de manera tranquila con el alto tribunal.
Y para la Corte se trata de defender la investigación más importante que ha llevado en las últimas décadas, la de la ‘parapolítica’. “Hay un claro propósito de deslegitimar la investigación de la Corte. Sobre una conversación verdadera -la de ‘Tasmania’con el magistrado- están edificando una mentira”, dijo el magistrado Velásquez, que ha logrado algo histórico en el país: lidera el grupo de 9 magistrados auxiliares que con sus investigaciones tiene hoy en líos judiciales a cerca de 40 congresistas, entre ellos varios de partidos uribistas, incluyendo a Mario Uribe, ya llamado a indagatoria.
Es decir, para el Presidente puede tratarse de un complot en su contra y para la Corte de un complot contra ella.
Uribe, al día siguiente de su explosivo comunicado, añadió en declaraciones radiales que se hacía más exigente una investigación sobre el caso “para que el país sepa si el Presidente es un asesino, si la persona que ha hecho esa denuncia está mintiendo, o si quienes han mentido y quienes montaban una maniobra contra el Presidente eran funcionarios de la administración de justicia”.
De las tres hipótesis que plantea Uribe vale la pena detenerse en una: ¿qué tan posible es que el ‘paramilitar’ que ha hecho la denuncia esté mintiendo? ¿Por qué lo haría?
Es evidente que daría un golpe mortal al magistrado más visible del caso de la parapolítica y a la Corte, pero también pone en el ojo del huracán la figura presidencial al utilizar un caso en el que Uribe estaría cuestionado.
¿Habría alguien interesado en catapultar el peso de la imagen del Presidente contra el magistrado y contra la Corte y que utiliza al Presidente y a su hermano para lograr detener la aplanadora investigativa del tribunal? ¿O alguien que también quiere desquitarse del propio mandatario?
¿Habrían querido implicar al Presidente como ya trataron de hacerlo con el Vicepresidente para provocar una reacción contra el proceso y contra la Corte y mostrar que nadie es intocable?
Para nadie es un secreto que paramilitares y algunos parapolíticos no han ahorrado maniobras en su defensa. En las grabaciones reveladas por la revista Semana, por ejemplo, uno de los senadores presos deja ver cómo compra testigos. Y para citar otro ejemplo, ha sido público que desde la Picota tratan de eludir la acción de la Corte: primero intentaron escribir una ley que los sacara de la cárcel y ahora otros han renunciado a la investidura de congresistas (van 13) para buscar escenarios que les puedan ser más convenientes.
Cabe anotar que el abogado de ‘Tasmania’, de 37 años, el más insistente en señalar al magistrado como culpable, ha llamado la atención de otros abogados de ‘paras’ porque llegó a la cárcel de Itaguí casi que ofreciendo sus servicios.
Y allí, en Itagüí, están presos ‘paras’ que durante su estadía en Ralito se enteraron del escándalo que armó ‘René’ cuando no quería desmovilizarse entre el 2004 y el 2005, porque decía que el cafetero Ernesto Garcés Soto y el presidente Uribe lo querían mandar matar. Situación que conoció el comisionado Luis Carlos Restrepo y a la cual no le paró bolas, según contó esta semana, porque como siquiatra creyó que se trataba de una paranoia del paramilitar.
Conexión con el suroeste
Al caso se le metió un elemento -el hecho de que los protagonistas y los sucesos son del suroeste antioqueño- que puede ser una mera coincidencia o podría también tener que ver con el interés de algunos de involucrar al Presidente o de garantizar que él se involucrara.
‘René’, al que supuestamente, según la carta iba a mandar matar el Presidente, era el jefe del grupo ‘para’ de la zona. ‘Tasmania’ era su segundo y fue señalado como autor del secuestro relámpago (en julio del 2004) de Germán Fernández, primo de Uribe y quien admitió haber pagado por su liberación. Ernesto Garcés Soto es un reconocido cafetero con influencia en la zona que sonó hace un año porque dejó la campaña de Álvaro Leyva para ayudar a financiar la reelección del Presidente; y hace 12, por figurar en un expediente por la supuesta conformación del grupo ‘para’ La Escopeta. No obstante, tras 13 meses en prisión, el caso de Garcés Soto precluyó y él decidió, entonces, demandar a la Nación.
En medio de este panorama y sin asomo de que por ahora mejoren las posiciones radicalizadas de Uribe y la Corte, la Fiscalía tiene la palabra.

“La justicia tiene que ser imparcial, profesional y estar en la balanza de la equidad. Colombia ha vivido las pescas milagrosas, salen unos delincuentes a tirar una carnada a ver quién cae, la justicia tiene que ser todo lo contrario”.
Dijo el presidente Álvaro Uribe esta semana

http://elnuevosiglo.com.co/noticia.php

POR MASIVAS RENUNCIAS DE CONGRESISTAS
Fiscalía crea unidad especial para investigar parapolíticos

El organismo buscará con esta medida agilizar los procesos que se llevan en contra de los legisladores que dimitan de su curul por presuntos nexos con las autodefensas. Prevén nuevas renuncias en los próximos días

A PARTIR de la próxima semana, la Unidad Especial de Investigaciones de la Fiscalía General de la Nación para la parapolítica comenzará a llevar los procesos judiciales en contra de los políticos que hayan renunciado a su fuero parlamentario por estar involucrados en este escándalo y que con sus decisiones evaden el accionar de la Corte Suprema de Justicia.
La medida fue anunciada ayer por el fiscal General encargado, Guillermo Mendoza Diago, quien manifestó que se prevén nuevas renuncias por parte de congresistas a quienes se espera que la Corte Suprema de Justicia abra investigaciones preliminares por presuntos nexos con las autodefensas.
“Es que cuando llegan ese tipo de episodios, la línea investigativa ordinaria se afecta un poco y entonces tienen que crearse mecanismos adicionales, comisiones especiales, grupos de apoyo”, enfatizó el Fiscal encargado.
Las recientes renuncias de los congresistas involucrados en la parapolítica se deben a la búsqueda de los implicados de una segunda instancia por parte del ente investigador.

Además, de acuerdo con Fiscal (e) la actitud de la Corte Suprema de Justicia frente a este escándalo, al anunciar para las próximas semanas nuevos llamamientos, está generando entre los presuntos implicados una ola de renuncias que debe ser atendida por el ente investigador.
Sin embargo, fuentes cercanas a la Fiscalía han confirmado que debido al número elevado de procesos que se llevan al respecto, los fiscales encargados se están quedando ‘cortos’ para atender las investigaciones.
Es por esta razón que se creó esta Unidad, la cual estará enteramente dedicada a llevar a cabo los futuros procesos que se presenten a raíz de la renuncia de los parlamentarios que estarían involucrados.
El fiscal Mendoza, explicó que a partir de la próxima semana, los fiscales deberán trasladar los portafolios de pruebas en contra de los ex parlamentarios a esta nueva unidad.

“Los nuevos renunciantes serán investigados por la unidad de fiscales especializados delegados ante la Corte Suprema de Justicia”, afirmó el Fiscal encargado.