Jose Rodrigo Garcia Orozco

Asesinado el 26 de noviembre de 1992 en Villavicencio

Memoria y Justicia


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La tristeza lo llevaba por una de las calles de la ciudad de Villavicencio. Entraba ya la noche, ya estaba próximo a llegar a su morada, cuando en el interior de la vivienda, Paola y Tania Marinella escucharon varios disparos y presintiendo lo peor empezaron a llorar y a gritar “mataron a mi papá”.

Eran las 6:45 de la tarde, Jose Rodrigo yacía tendido en una de las aceras del barrio Santa Inés, habia sido asesinado al igual que su amor hace algun tiempo atras. La noche se hizo más oscura, el fluido eléctrico fue suspendido a esa hora y en medio de la oscuridad escaparon los criminales, los mismos que habían acabado con la vida de decenas de mujeres y hombres en los llanos orientales.

Han pasado 16 años desde aquel jueves 26 de noviembre, cuando Jose Rodrigo Garcia Orozco fue asesinado por cuatro hombres de la estrategia militar encubierta, dos agentes del F-2 de la Policía y dos paramilitares, Arnulfo Castillo Agudelo, conocido como “Rasguño” y un hermano de éste conocido como “Puntillón”, de las estructuras militares del ganadero Víctor Carranza Niño.

Jose Rodrigo, se enfrentó a una muerte anunciada, no le temía. Ese día, minutos antes de salir hacia su vivienda desde la Asamblea Departamental, en la que se desempeñaba como Diputado por la Unión Patriótica, le expresó a uno de sus compañeros que: “ahí están los cerdos que me quieren matar”. Sabiendo que lo acechaban, sabiendo que ya existían las órdenes para asesinarlo, Jose Rodrigo caminó esa última noche de su vida, sin escoltas ni carros blindados, caminó acompañado de su propia soledad.

Según testimonios, Jose Rodrigo fue abordado por dos unidades del F-2 de la Policía, quienes lo requisaron a la fuerza, le decomisaron sus documentos y el arma que el mismo gobierno le había dado para su protección. JOSE RODRIGO, opuso resistencia, no había motivos para detenerle, por ello forcejeó con sus agresores, se resistió a que se lo llevaran, a que lo desaparecieran forzadamente, a que le negaran a sus hijas el derecho de ir a llorarlo a una tumba.

En medio del forcejeó, llegaron los paramilitares “Rasguño” y “Puntillón” en un vehículo del F-2 y una motocicleta. Llegaron a completar la misión de los agentes del F-2. Mientras Jose Rodrigo forcejeaba, recibió cinco impactos de bala, uno de ellos en la cabeza por parte de “Rasguño”.

En cuestión de segundos, en medio de la oscuridad, llegaron al lugar otras unidades policiales para realizar el levantamiento, a escasos 50 metros se encontraba una estación de Policía. Llegaron al lugar los policías, aquellos que tres años antes habían participado en el atentado contra Jose Rodrigo cuando era Alcalde del municipio de Puerto Rico (Meta).

Las unidades policiales que participaron en el asesinato de Jose Rodrigo, fueron trasladadas del lugar al siguiente día y se inició el ocultamiento, el tránsito hacia la impunidad. “Rasguño” y “Puntillón”, fueron los encargados de asesinar a quien exigía justicia por la masacre de Caño Sibao de meses atrás, donde ellos mismos habían participado junto con militares del asesinato del amor de Jose Rodrigo, la Ex Alcaldesa del municipio El Castillo, Maria Mercedes Mendez de Garcia, junto a cuatro personas más, militantes de la Unión Patriótica.

Posteriormente, “Rasguño” fue capturado y al poco tiempo la impunidad lo cobijó cuando la Fiscalía Sexta Delegada ante Jueces de Circuitos Especializados, precluyó la investigación realizada en su contra.

Jose Rodrigo, militó con el corazón y con la fogosidad que lo caracterizaba denunció cada uno de los crímenes contra los militantes de la Unión Patriótica en la región del Meta. Se empecinó en que se supiera la verdad, en evidenciar la responsabilidad de la Fuerza Pública en el asesinato de la madre de sus cuatro hijas, del gran amor de su vida. En sus escritos dejó plasmada la temeridad, unida en todo momento a la tristeza y al amor:

“En mis duras faenas, os amo pequeñas mías. Mi mejor muestra de este amor, es mi propia entrega por vuestro futuro y vuestros amiguitos y amiguitas del mundo. Cuánto os amo! J.R.G.”

“Al morir, no tendré tiempo de decir nada. Es por esto que dejo escrito: Mi vida fue el amor. Mi amor fue la libertad y la paz. Salud a los que aman! José Rodrigo.”

Bogotá, D.C noviembre 26 de 2008

Comisión Intereclesial de Justicia y Paz