El Trayecto del silencio, la memoria del terror y la deforestación.

Otros nuevos 60 kilómetros entre Dabeiba y Mutatá se recorrieron en el día de hoy. Dos personas más se han sumado a la Triatlón, ya son 32 los pedalistas. Hoy partieron a las 9:30 a.m. desde la plaza principal de Dabeiba. Las 5 horas recorridas permitieron observar 11 retenes militares y uno policial que refleja la importancia estratégica de este espacio territorial en desarrollo del conflicto armado interno.


A la bajada de Dabeiba los pedalistas cruzaron por el túnel de La Virgen que desde 1996 fue un lugar de retén paramilitar permanente. Allí se experimenta un silencio sepulcral interrumpido por la corriente del río Sucio, a donde eran arrojados los cuerpos con vida y sin vida de centenares de campesinos.

Más adelante los Triatlonistas transitaron por el conocido cañón de La Llorona en donde desde 1996 y hasta el día de hoy se han mantenido permanentes combates entre las fuerzas militares y la guerrilla de las FARC EP. Allí aún se experimenta el amargo sabor de la guerra.

Los caseríos a lado y lado de la carretera son la huella del desarriago, del desplazamiento forzado y en su entorno en cercanías de Mutatá se expresa la deferestación intensiva, la desertización de cerca de una decena de fuentes de agua.

El silencio militarizado fue la nota predominante en medio de los signos y las consecuencias del arrasamiento forestal.

Los militares nos vieron con sorpresa, la extrañeza se reflejó en sus rostros, una especie también de susto y de deformación de la cotidiana costumbre de requisar buses, camiones, carros”, expresó un pedalista del Valle

Este silencio se mantuvo aún incluso en Mutatá. “Fue la sensación de atravesar un muro, de encontrarnos con un muro de hielo, es un poblado en que el miedo se vive. Y así lo sentimos, testimonios del control paramilitar así lo manifiestan sus habitantes. Aquí han cambiado las formas, el fondo es turbio y sigue igual. Aquí en estas calles principales están los paramilitares, lo conocen todo, lo saben todo. La policía y los militares lo saben, pero es mejor guardar silencio”

A unos 400 metros sobre la salida de Mutatá se observa la ganadería extensiva y la mal halada Extractora Bajirá S.A, donde aún se procesa el maldito fruto amargo de la palma, al lado están los guardianes de la factoría de la ilegalidad.

Esta etapa ha sido el recorrido en el miedo, en el silencio sepulcral.

Bogotá, D.C. junio 17 de 2010

COMISIÓN INTERECLESIAL DE JUSTICIA Y PAZ