Eduardo Umaña Mendoza

Uno de nuestros maestros en los derechos de los pueblos y los derechos humanos, el amigo del alma de los sueños por una sociedad justa, el ingenioso Quijote.

Su incansable búsqueda de la verdad y la justicia lo llevó a defender importantes causas humanas, democráticas, judiciales. En su mesa del corazón hecho técnica y rigor jurídico pasaron procesos de detenidos políticos, sindicalistas, rebeldes violentados en sus derechos, perseguidos de la oposición política, familiares de los desaparecidos, entre ellos, los del Palacio de Justicia, casos de asesinados por el Estado.

Después de las múltiples amenazas que recibió en su vida, José Eduardo Umaña, fue asesinado, sus victimarios desarrollaron una acción encubierta de tipo paramilitar dirigida desde la Brigada XX del Ejército Nacional. Dos hombres y una mujer se hicieron pasar por periodistas entraron a su oficina y trataron de secuestrarlo, delito que siempre condenó, y del que días antes nos expresó: “Si vienen por mí, y me intentan llevar a la fuerza, no me dejo llevar”. Así cumplió su palabra. De alguna manera hasta en la muerte confrontó al Estado criminal. Se enfrentó a aquellos que fueron a cumplir la misión que otros, diseñaron y definieron; esos otros que hoy siguen disfrutando de privilegios y poderes político, castrenses, y económicos en muchas regiones del país.

Ese sábado 18 de abril, antes del medio día, en su apartamento, lugar habitado por la búsqueda insaciable de la justicia, espacio pequeño que albergó grandes ideales, en que se dispersaron humaredas de cigarrillo para apaciguar la ansiedad, en que se esparció el aroma del café por todo rincón, en ese nicho de acogida, en donde el llanto de los excluidos encontraba reposo, los perseguidos judicialmente encontraban esperanzas, y las víctimas de Crímenes de Estado una mano amiga. Allí en lo que era su hogar, el territorio de su amor humano, allí fue asesinado.

A pesar que en 2016 su asesinato fue declarado como Crimen de Lesa Humanidad, el último recurso simbólico de la turbia justicia para afirmar que sigue investigando. 21 años después como todo o como nada se sigue buscando a los responsables. Todo es impunidad con una eficacia simbólica del derecho.

Los integrantes de la Terraza mano de los planificadores están asesinados. Los mandos paramilitares, uno de ellos muerto, y otro sobreaguando en una cárcel de Estados Unidos, Diego Murillo. Desde allí aportó elementos para la identificación de los responsables, aun así la justicia colombiana actúa con ineficacia, no actúa. Algunos de los responsables siguen viviendo con su rostro de hierro protegidos por la impunidad de esa justicia. Los del poder político y económico de la democradura siguen perpetuados en sus privilegios, ellos o sus herederos.

El encubrimiento, la mentira siguen siendo parte de los expedientes de la justicia y de sus relatos. Solo la memoria que persiste, que resiste desmorona la impunidad. Sin que individualice necesariamente, la memoria renueva las verdades.

Camilo Umaña Hernández, expresión del amor de Eduardo y Patricia, escribe: “Estos  años de injusticia e indignación no podrían ser subtitulados de muerte porque la vida de mi padre ha brotado en muchas partes, formas y personas. Estos son años de una profunda trascendencia que se siente en el colegio Eduardo Umaña Mendoza, en grupos de debate, universidades, activistas, defensores de derechos humanos y sindicatos. En estos años bien vale hacer una acción de gracias. Con los pies firmes, agradecer a Eduardo Umaña Mendoza por no doblegarse, por insistir, por su ternura y solidaridad con los desaparecidos, con los muertos y torturados, con los puestos injustamente en prisión y con los que buscan otro futuro para su país. muchos años de “más vale morir por algo que vivir por nada”.

Palabras, llantos, temores, sonrisas y siempre buscando lo mejor por el país, quedaron en esa silla, que cambió de color blanco a café.

José Eduardo Umaña Mendoza, en la Memoria.

José Eduardo Umaña Mendoza, Sin Olvido.

Imagen: Archivo