Dignificación de las víctimas en Fort Benning

El 22 y 23 de noviembre fueron dos días profundos, donde la espiritualidad de las resistencias se apoderaron de la vía de acceso a la escuela de las Américas en Fort Benning, Georgia, USA. De un gran foro en el sábado, se pasó a una gran procesión el domingo. Miles de voces se unieron, desde la pluralidad de las resistencias del pueblo de los Estados Unidos, en el único grito que la dignidad de humanistas y creyentes les empujaba desde alma: ¡ Close the Soa!, ¡cierre a la escuela de las Américas!.

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Las evidencias no pueden ser más contundentes para esta exigencia. Los responsables de la masacre de Mozote, el crimen de los Jesuitas y el asesinato de Monseñor Romero, en el Salvador, se instruyeron en esa escuela. También el dictador más sanguinario de América Latina, Hugo Banzer, responsable de cientos de crímenes en Bolivia. En Guatemala General Efraín Río Montt, se formó también en esa institución militar y justo cuando se pedía frente a la Embajada de Estados Unidos en ese país el cierre de la escuela, en abril de 1998, se supo del asesinato de Monseñor Gerardi. En Colombia, militares como el General Rito Alejo del Río, responsable de la Operación Génesis en el Bajo Atrato chocoano se formó allí, también 15 de los 27 militares implicados este año en la desaparición y asesinato de 11 jóvenes de Soacha cerca de Bogotá, que fueron presentados muertos en combate. El anterior y el actual comandante del Ejército de Colombia G. Mario Montoya y el G. Oscar Gonzáles no sólo se instruyeron sino que han sido instructores de esta escuela de la que Colombia es cliente principal. Los dos han sido comandantes de unidades militares en las que el paramilitarismo se ha expandido y se han presentado graves violaciones a los derechos humanos.

Alrededor de 20.000 personas de diferente manera, como, desde el corazón, lo compartió Scott Wright de Epica y SISCSAL – USA, hicieron sentir su innegociable exigencia. Las teólogas y teólogos como Jon Sobrino, con sus tematizaciones del martirio, desde la fe cristiana, Obispos marginados y profetas como Thomas Gumbleton desde su testimonio de presencia directa en Guatemala, Colombia, Palestina, Irak decenas de mujeres y hombres tirados en el suelo donde permanecieron inmóviles con capas negras manchadas de sangre, artistas desde el ritmo, el movimiento y el color dieron formas diversas al reclamo.

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Un grupo de 6 estadounidenses, decidieron desobedecer la prohibición federal de no franquear las mallas con las que protegen el fortín militar y les espera una prisión de tres a seis meses. Hasta la fecha, como lo manifestó el P. Roy Beorgeois, desde el inicio de la vigilia en 1990, 280 personas han dado ese paso como expresión de no someterse a las leyes estadounidenses que acaban la vida. Una de las razones por las que el grupo de infractores no fue mayor fue el triunfo de Obama, de quien esperan cierre esa escuela.

La vigilia permitió volver a ver las más de 800 víctimas de la masacre de Mozote en el Salvador en 1981, ropa de niñas, niños, mujeres, campesinos y sus herramientas ayudaron a la conmemoración de su martirio. Al fondo el Blues y el Jazz, competían con el ruido de los helicópteros militares y las bocinas de los uniformados que advertían que esa propiedad federal no se podía franquear. Al fondo, en la tarima, el rostro de Rufina Amaya, resistente por la memoria de su familia masacrada en El Mozote, que falleció reclamando verdad, justicia y reparación integral, acompañó los testimonios de otras víctimas del continente.

El tradicional rito católico de las letanías de los santos, se resignificó con el nombre de centenares de asesinados y desaparecidos, santos por que como podemos releer de Pablo de Tarso, el cuerpo del hombre y la mujer son el santuario de Dios y quien atenta contra el cuerpo, está atentando contra la misma divinidad. Larga letanía que acompasó con la respuesta cantada a diferentes tonos de la multitud que se resiste al olvido: ¡Presente¡.

La cruz con el nombre de las víctimas, era elevado con reverencial respeto. Al final de este peregrinar por los alrededores de esta guarnición de la infamia, las cruces y los nombres quedaron incrustados en las mallas de la puerta de ingreso a la escuela. América Latina Resucitada estaba gritando en ese santoral. Los nombres y las fotos quedaron sembrados en la eternidad del momento, mientras los militares “limpian el lugar” de los recuerdos, como lo hicieron momentos, horas, días, meses y años antes con los cuerpos de tantas y tantos en nuestro sufrido continente.

De doce surgieron miles

¿Cómo se pasó de 12 manifestantes frente a la escuela en 1990 a un a un movimiento de 20 o 30 mil personas? se preguntó el p. Roy, fundador del movimiento, desde la tarima dio su respuesta: “son las víctimas del Salvador, de Chile, de Bolivia, de Guatemala , de Colombia, de Argentina, de Uruguay, Paraguay asesinadas por militares graduados en esta escuela, ellos, estudiantes, defensores y defensoras de derechos humanos, agentes de pastoral de las iglesias comprometidas, cuatro monjas estadounidenses violadas y asesinadas en el Salvador, el crimen de Monseñor Romero, de los Jesuitas en el Salvador, todas y todos empezaron a venir aquí para dar respuesta a las víctimas, para que sigan vivos, para llamar por su nombre a los criminales formados en esta escuela de asesinos”.

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Las víctimas son la razón, ellas y ellos son miles. Hay una misteriosa fuerza que se siente y que moviliza, para los cristianos se puede nombrar como resurrección, para los no creyentes, quizás la dignidad humana. No es sólo un ejercicio racional de recordar el pasado, es una fuerza que empuja, que eriza la piel, que imprime tenacidad, que genera lagrimas de indignación, que relativiza los riesgos y las distancias, que cuestiona, desacomoda, controvierte al poder, inspira el conocimiento de los victimarios y la frontal confrontación no violenta de las estructuras de victimización, por eso, en el caso de la Escuela de las Américas, los doce pioneros de esta resistencia, contagiaron de dignidad y experiencia de la resurrección a 20.000 y a 30.000 y se conecta con las reprimidas resistencias de Centro América, el cono sur de Sudamérica y las que hoy están vigentes en Colombia, cuyo gobierno es el principal cliente de esta escuela de criminales.

Algo parecido ocurrió con el asesinato del que fue víctima Jesús de Nazaret a causa de los poderes de su tiempo encarnados en las instituciones religiosas y políticas. El miedo inicial de sus amigos mas cercanos se fue transformando, de manera inexplicable, en fuerza que los motivó a anunciar el mensaje que en vida escucharon y testimoniar, hasta con la vida misma, su causa. De un pequeño núcleo se hicieron cientos, que perseguidos, después por el imperio romano, dentro y fuera del centro del mismo imperio, optaron por las catacumbas para reunirse, por los símbolos para comunicarse.

Hoy, desde América Latina, podemos presenciar con esperanza la vitalidad de un movimiento social en torno a un mensaje claro y contundente: ¡Cierre a la escuela de las Américas!, que se carga de fuerza transformadora al salir del seno del pueblo que vive en el país con mayor poder militar del mundo, responsable de centenares de crímenes, todos en la más absoluta impunidad, por contar con una legislación proclive a blindar a los criminales bajo el amparo del poder. Las cristianas y cristianos como el fermento en la masa, han dado razón de su esperanza en este rito solemne de la vida que se enfrenta a la muerte, de profetismo por llamar con su nombre a los criminales y conceder espacio a los pueblos victimizados para que hablen con su propia voz en las puertas de esta academia de crímenes contra la humanidad.

Cómodo sería la indiferencia cuando no se es víctima directa de los abusos del poder que se expresan en la tortura, los asesinatos, la desaparición forzada, el desplazamiento forzado. Los ciudadanos y ciudadanas estadounidenses que gritaron: ¡NUNCA MAS!, son afectados por los crímenes de lesa humanidad que hieren profundamente la conciencia moral de las mujeres y hombres con sensibilidad humana. Mas aún cuando se es seguidor o seguidora de Jesús, se comparte la identidad con la cruz y la resurrección en un movimiento ecuménico que desde la calle, la tarima, el culto, se entrelaza en defensa de la vida de los pueblos del mundo, que ha sido y sigue siendo exterminada desde el diseño y la enseñanza de sofisticados métodos de tortura y ataques a quienes considera opositores.

Dignidades encontradas

Una pancarta portada por dos mujeres llegó cerca a la tarima, en la entrada principal de la Escuela de las Américas, el domingo 23 en la que se lee “ROMAN CATHOLIC WOMEN PRIEST.ORG” (SACERDOTIZAS CATOLICO ROMANAS. ORG) y abajo un dibujo de la cena del señor en la que junto con Jesús comían el pan y el vino sus discípulas y discípulos y después la inscripción “REMEMBERING YOUR ANCIENT HERITAGE” (“RECORDANDO NUESTRA HERENCIA ANCESTRAL”). Una de las mujeres portadoras del mensaje es sacerdotisa ordenada para el ejercicio del ministerio dentro de su comunidad eclesial.

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Apenas un mes antes de la vigilia, el P. Roy recibió una carta de el Vaticano, de “La Santa Congregación para la doctrina de la fe”, en la que le daban tres meses como plazo para que reconociera su “error” al participar en la ordenación de una mujer como sacerdotisa mediante el rito católico romano. Su participación en la ordenación de su hermana en el sacerdocio, con la que comulga eclesialmente, se da en medio de las actividades que adelanta el movimiento que preside, como el diálogo con presidentes de la república para solicitar el cierre de esta escuela de asesinos o con la solicitud a un obispo católico, capellán de esta escuela, de que desista de prestar ese servicio en razón de los crímenes cometidos por esa guarnición de instrucción militar.

El respaldo de la base católica y de las organizaciones de otras iglesias al llamado que Dios hace a las mujeres para que sirvan al pueblo desde el ministerio sacerdotal, contrasta con la oposición de las jerarquías dentro y fuera de los Estados Unidos. Su intransigencia recibió una respuesta clara del P. Roy el 7 de noviembre de 2008, desde su conciencia evangélica en fidelidad a Jesucristo en la que le expresa al Vaticano que, de manera respetuosa, considera que la enseñanza de nuestra iglesia sobre este asunto es equivocada y no hay razón alguna para justificar el que no se ordene a las mujeres. “¿Quienes somos nosotros, los hombres para decir a las mujeres que nuestro llamado es válido, pero el suyo no lo es? Quienes somos nosotros para jugar con el llamado de Dios. El sexismo como el racismo es un pecado. Sin importar como tratamos de justificar tal discriminación, al fin, siempre es inmoral”, puntualiza el P. Roy.

Con la fraternidad y firmeza que lo caracteriza, el P. Roy continúa argumentando sus razones al Vaticano. Su llamado al sacerdocio como misionero de Mariknoll, tras la repugnancia que le causó el haber participado como soldado norteamericano en Vietnam, su trabajo de acompañamiento a las campesinas y campesinos empobrecidos de Bolivia que lo convirtió en víctima de la tortura por parte de las Fuerzas Militares de ese país y el compromiso de años por la justicia, en el movimiento por el cierre de la Escuela de las Américas, inspirado en el Evangelio, le da enorme peso a sus argumentos: “No puedo retractarme de mi fe, ni de lo que he dicho en público en apoyo a la ordenación de las mujeres en la iglesia. El trabajo y la lucha por la paz y la justicia son parte integral de nuestra fe, por esta razón, yo hablé en contra de la guerra en Irak y por los últimos 18 años he estado hablando en contra de las atrocidades y el sufrimiento causado por la escuela de las Américas. Hace 8 años cuando estuve en Roma en una conferencia sobre la Paz y la justicia, fui invitado a hablar sobre la Escuela de las Américas en radio Vaticano. Dije que no podía hablar de la injusticia en la Escuela de las Américas y callarme sobre la injusticia en mi iglesia. Dije que nunca habrá justicia en la Iglesia Católica hasta que sean ordenadas las mujeres.

“Sigo comprometido con esta convicción hoy. Tener un clero masculino, implica que los hombres merecen ser sacerdotes católicos, pero las mujeres no lo merecen. Según Usa Today (28 de feb de 2008) en sólo los Estados Unidos, 5 mil sacerdotes católicos han abusado sexualmente a más de 12.000 niños. Muchos obispos, concientes del abuso, quedaron callados. Los sacerdotes y obispos no fueron excomulgados. Sin embargo las mujeres en nuestra iglesia, siendo llamadas por Dios y ordenadas a servir al pueblo de Dios y los sacerdotes y obispos, quienes les apoyan, son excomulgados. El silencio es la voz de la complicidad, por eso, llamo a todos los católicos, sacerdotes amigos, obispos, al papa Benedicto 16 y todos los líderes de la iglesia en el Vaticano, ha hablar en voz alta sobre esa grave injusticia de excluir mujeres del sacerdocio”.

El Arzobispo Oscar Romero fue asesinado por su defensa de los oprimidos. El dijo que los que tengan voz, hablen por lo que no la tienen. Nuestro Dios amoroso nos ha dado una voz, déjenos hablar claro y audazmente y caminar en solidaridad como hiciera Jesús con las mujeres en nuestra iglesia, que están llamadas por Dios al Sacerdocio”.

Ese domingo, día del señor para los católicos, mientras los miles de mujeres y hombres se agolpaban al frente de la escuela de las Américas, al lado de la tarima, con las cruces blancas de los resucitados, muy cerca de ahí otra pancarta exponía la siguiente prueba para seleccionar con una X “¿A quién excomulgaría Jesús? A) Escuadrones de la muerte B) Sacerdotes que abusan a los niños B) Al padre Roy por participar en la ordenación de una mujer”

Pasaron ya los 30 días del ultimátum y ese domingo el padre Roy en un abrazo fraterno, con mirada serena, manifestó “tengo mucha paz” mientras alguien le dijo: “hoy te sentimos más iglesia que ayer”. Mientras se espera el cumplimiento de la sentencia del Vaticano, el movimiento por el cierre de la Escuela de las Américas hizo llegar al presidente electo de los Estados Unidos, Barack Obama su exigencia del cierre de esa escuela de asesinos, desde una decisión ejecutiva. La esperanza puesta en el primer presidente afrodescendiente de la historia de los Estados Unidos, se refrenda con la existencia de un movimiento social eclesial e interreligioso fuerte que resiste, hasta lograr la clausura de este centro de la inteligencia del crimen y se alistará para proseguir con la resistencia contra la guerra que la potencia norteamericana ha declarado contra pueblos del mundo, desde sus propios ejércitos o desde batallones por ellos instruidos.

Ya hay logros muy importantes. El congreso de los Estados Unidos decidió por votación mayoritaria el cierre de esa escuela, mas sin embargo continúo con otro nombre, los mismos cursos y en el mismo lugar. Algunos gobiernos de América Latina decidieron hacer caso al movimiento y renunciar al envío de militares a formarse en esa escuela de asesinos, lo hicieron ya Venezuela, Argentina, Uruguay, Bolivia, Costa Rica. Con otros países como Ecuador, se han logrado avances. El gobierno de Colombia, por su parte, no ha respondido siquiera las solicitudes de reunión que ha enviado al presidente la junta directiva del movimiento por el cierre de la Escuela.

Noviembre 28 de 2008
Comisión de Justicia y Paz, Colombia
Secretaría Ejecutiva del SICSAL.