Venezuela, referendo póstumo

Estos comicios se perfilaron como un referendo póstumo del gobierno de Chávez. El pueblo debió escoger entre la continuidad de su Revolución Bolivariana y del modelo socialista, con Nicolás Maduro, o dar un viraje hacia la derecha centrista, con el candidato opositor Henrique Capriles.


Después de una campaña de solo 10 días, una de las más breves de su historia, y con el país fuertemente polarizado pero en completa calma, casi 19 millones de venezolanos habilitados para votar celebraron las primeras elecciones presidenciales posteriores al fallecimiento de Hugo Chávez (1954-2013).

Más de 800 medios de comunicación extranjeros fueron acreditados, estuvieron presentes 170 observadores internacionales y cerca de 142.000 efectivos militares velaron por la seguridad de los votantes.

Estos comicios se perfilaron como un referendo póstumo del gobierno de Chávez. El pueblo debió escoger entre la continuidad de su Revolución Bolivariana y del modelo socialista, con Nicolás Maduro, o dar un viraje hacia la derecha centrista, con el candidato opositor Henrique Capriles.

Chávez elevó a Maduro, exconductor de metrobús, sindicalista y quien fue su canciller, a vicepresidente y lo señaló como su posible sucesor. Cuando anunciaron su muerte, el 5 de marzo, la Corte Constitucional, en una controvertida decisión, lo nombró presidente interino de Venezuela (según la Constitución ese cargo debía ocuparlo el presidente de la legislativa Asamblea Nacional), y se debió celebrar elecciones en 30 días.

Los seguidores de Chávez mantuvieron viva la imagen del líder, recientemente desaparecido, a lo largo de la campaña. Lo divinizaron, lo exaltaron a nivel de “salvador” y utilizaron su voz convocando a las elecciones de octubre para alentar la participación ciudadana el domingo 14.

A Capriles, miembro de una prominente familia venezolana, lo apoyaron los de arriba, el poderoso sector económico, y la mayoría de los medios de comunicación, radio y televisión (70 por ciento son privados y solo cinco por ciento estatales).

Chávez derrotó a Capriles en las anteriores elecciones presidenciales, de octubre, a pesar de no estar en su mejor momento. Estaba herido de muerte por el cáncer, desgastado por 14 años de controvertido gobierno, golpeado por las crisis energética y carcelaria, la desbordada inseguridad y la inflación, la más alta de América. Así le ganó con 55,1 por ciento de los votos sobre 44,2 por ciento. El pueblo no quiso el cambio.

En las elecciones del domingo 14, Maduro ganó con 50,66 por ciento de los votos, según los últimos datos divulgados por el Consejo Nacional Electoral. Capriles obtuvo 49,07 por ciento, al sumar casi 7,3 millones de votos, 1,2 millones más que los obtenidos en octubre.

Es un avance considerable de la oposición. Pero a Maduro lo apoyó el pueblo que le dio el triunfo a Chávez en las 14 elecciones celebradas en 13 años, reconocidas internacionalmente. Sólo perdió el primer referendo de la reelección indefinida, por escaso margen, pero ganó el siguiente.

Maduro ganó ahora por apenas 1,59 por ciento de los votos. No obstante, aseguró la continuidad de la Revolución Bolivariana, de los planes de integración regional, y ofrece cumplir con las metas de Chávez.

Con el gobierno chavista, Venezuela es el país menos desigual del continente más desigual del mundo, redujo el índice de pobreza a la mitad y bajó la indigencia de 20 a 8,5 por ciento de la población (Nacla, octubre 8, 2012), aseguró el control de los ingresos petroleros, base de su riqueza (este país es el principal productor de América y el octavo del mundo), y expandió el acceso a los servicios de salud y a la educación gratuitas.

Pero los retos y dificultades económicas que le quedan por delante a Maduro son enormes. La violencia criminal y la inseguridad ciudadanas, uno de los peores flagelos, según datos oficiales causó 16.072 asesinatos en 2012. Los dos candidatos trataron en sus campañas este tópico.

Venezuela es el tercer país más violento de América Latina, después de Honduras y El Salvador.

Honduras duplica el índice de asesinatos que se registra en Venezuela y sus fuerzas de seguridad contribuyen a esa violencia, cosa que no ocurre en el país sudamericano.

El periódico estadounidense New Yorker se pregunta cual será el destino del chavismo sin Chávez, si Maduro podrá controlar el país que tiene una de las mayores reservas petroleras del mundo y una de las economías más disfuncionales.

Para el vecino Colombia, el triunfo de Maduro es importante para continuar con el apoyo decisivo que le ha dado Chávez a las negociaciones de paz que lleva adelante el gobierno de Juan Manuel Santos con las insurgentes Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

Después de los fracasos de anteriores mandatarios, Santos busca poner fin a cinco décadas de conflicto armado interno, con un saldo de decenas de miles de víctimas, y reconoce que los avances logrados se deben al compromiso y dedicación del extinto líder venezolano.

En La Habana, donde tienen lugar las negociaciones, el comandante guerrillero Marcos Caralcá, al lamentar su muerte, afirmó: “Sin el papel de Chávez no estaríamos en el proceso de paz, porque son muchas las cosas que él facilitó”.

Chávez fue más que una piedra en el zapato de Washington. “Usó el petróleo y su músculo diplomático para oponerse a su política en todas partes, desde Cuba a Syria”, comentó el diario New York Times.

Con su política de integración regional contraria a los intereses de Estados Unidos, desarrollada con la ayuda de Luiz Inácio Lula da Silva (presidente de Brasil de 2003 a 2011) produjo el mayor cambio geopolítico ocurrido en el continente en varias décadas.

Ambos crearon la Unión de Naciones Suramericanas, el Consejo Suramericano de Defensa, el Banco del Sur y la Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe, mecanismos en plena vigencia. La elección de Maduro asegura su continuación.

Cuando aún se esperaba escuchar el dato oficial del Consejo Nacional Electoral sobre los resultados de los comicios, las estaciones de radio y televisión, en general contrarias a Chávez, especularon sobre el “seguro” triunfo de Capriles.

Esos medios, al perder Capriles, por un escaso margen, aplaudieron la decisión de este de exigir el recuento de votos y sus enérgica palabras contra Maduro. “Tú has sido el perdedor”, le dijo.

Los discursos de ambos fueron agresivos y la faena presidencial se cierra con poca opción de reconciliación interna. Pero sí una mejora con Washington: Maduro le expresó a Bill Richardson, exgobernador de Nuevo México, presente en Caracas en representación de la Organización de los Estados Americanos, su interés de mejorar sus relaciones, lo cual no significa, claro está, abandonar las metas de Chávez.

* Clara Nieto es escritora y diplomática, exembajadora de Colombia ante la Organización de las Naciones Unidas y autora del libro “Obama y la nueva izquierda latinoamericana”.(FIN/2013)

Foto tomada de internet