Uribe afrenta a las y los humanistas por la Paz

Las expresiones de Álvaro Uribe Velez en el Consejo Comunitario de hoy son la expresión del orgullo del poder desmoronado ante los logros de la sociedad que ha interlocutado con la guerrilla de las Farc Ep, demostrando la construcción de un escenario humanitario frente al guerrerista, y el del diálogo político para abordar las causas de la guerra.


Las manifestaciones uribistas son las posturas de la guerra en tribuna, las de aplausos en la distancia del mundo de las víctimas, en esas palabras de hoy, vuelve a revelarse el obstáculo mayor para la posibilidad de lo humanitario, pero también para la construcción de un nuevo país, que asume las contradicciones, las injusticias para abordarlas en su hondo contenido socio económico, político, cultural, comunicativo.

Los resultados concretos del carteo entre el Secretariado de las Farc y Colombianos por la Paz deja la constancia de la ausencia de una política de paz y la subordinación de los derechos de las víctimas a los postulados de la seguridad. Seguridad con su estela de ejecuciones extrajudiciales, de reingenieria paramilitar, de nuevas formas de “limpieza social”, de torturas y desapariciones forzadas, de desterritorialización y desarraigo.

Las palabras de Uribe son coherentes con su doctrina, con un dogmatismo ciego. Lejos estaríamos de pensar que cambiaría, ese camino continuará simulando que hay “progreso”, que hay “democracia”, que hay “paz”. Sin embargo para las víctimas del conflicto armado, para las víctimas de Crímenes de Estado, para los empobrecidos, para los excluidos, para las clases medias, para un sector empresarial ese camino de la guerra, de la consideración del otro como terrorista, solo prolongará el dolor, la impunidad, la injusticia y alimentará las ganancias de quiénes se benefician de la guerra, aquí y fuera del país.

Olvida en sus expresiones Uribe, que su Estado comunitario no está propiciando la justicia, sino la indignidad y la mendicancia, pero no el empleo digno, no la satisfacción de las necesidad básicas, la tierra, la seguridad alimentaria, el techo, la salud, la educación.

En contravía de la sensatez de los humanistas y de los análisis desapasionados sobre los conflictos armados, que se refieren siempre a causas, a motivaciones, que llevan a la decisión de empuñar las armas o a la desobediencia civil, la insensatez fundada en el orgullo, en la vanidad del poder continuará llevando al abismo.

Las palabras de Uribe pretenden ocultar esta batalla perdida, pues solo mira la vida como guerra, en la que la mentira y el saboteo, no logró impedir la libertad de 6 cautivos.

Bogotá. D.C. 7 de febrero de 2009

COMISION INTERECLESIAL DE JUSTICIA Y PAZ