¿Santos será el reformista, que se autoproclamó ayer?

Ayer aumento la votación, pero no tanto, como para dar indicios de la existencia de partidos fuertes ni para superar la que es una cultura abstencionista. La democracia en Colombia es absolutamente débil. El establecimiento ha logrado relegitimarse bajo el noble deseo de la paz, aunque ese ese establecimiento se encuentra aún tensionado con la visión de la derecha radical expresada en Zuribe.

El voto por Santos ha sido calificado como un plebiscito, para mi, implícito, pero no absolutamente favorable a la salida negociada. Ese voto no fue en apoyo a Santos, ni a un programa de gobierno fallido en muchos frentes, ni a un modo de hacer política distante de la gente, incumplido, falaz, ambiguo. Fue una expresión de un sector que vota para salir de una guerra de la que estamos hastiados.

Del total de 33 millones de ciudadanos con posibilidad de ejercer el derecho al voto, solo cerca de 7 millones 800 mil, lo hicieron por Santos, lo que equivale al 23 %. Porcentaje que se debe al respaldo de sectores del movimiento social, sectores de los partidos de oposición que respaldaron la reelección para mantener la salida política al conflicto armado. Del otro lado, Zuribe logró aglutinar a cerca de 7 millones de votantes, apoyado por sectores del partido Conservador.

Nuevamente se configura un país bipartidista con matices de ideas en su interior. El llamamiento a la paz o a la guerra, a veces más como ficción electoral, pues ambos candidatos asumen la solución del conflicto armado para asegurar la inversión privada, pesó en los electores y en las decisiones de sectores progresistas para respaldar a Santos.
Tal vez, eso parece haberlo comprendido Santos como se deduce de su discurso anoche ante sus copartidarios, y donde por cierto había banderas de la Unión Patriótica, de Progresistas y de Frente Amplio por la Paz. Difícilmente el discurso reformista de anoche en la sede donde celebró Santos su reelección será una realidad con Santos si éste no asume como estadista y con humildad que muchos votantes son de esos sectores populares y demócratas, de independientes y de los hastiados de la guerra, de la inmoralidad en la política, y que ven la terminación del conflicto armado, la posibilidad de avanzar en cimentar una nueva democracia para nuestro país.

Su agenda en lo económico y ambiental es estrecha para conciliar los intereses empresariales con los de los sectores excluidos, los marginados, y los sectores medios, que se expresan en parte del movimiento social, lo mismo ocurre con el cáncer de la justicia, con la ausencia de una reforma política y una política agraria conforme a los intereses del capital privado. Los cambios parahacer creíble la paz son ya, con destituciones concretas de un Ministro de Defensa que solo habla en en lenguaje de la guerra, o un Ministro de Agricultura que habla con el lenguaje empresarial, por nombrar solamente dos carteras. El de Santos es el de desmoronar las motivaciones del alzamiento armado, la de la apatía, la de la abstención y la de las demandas de la sociedad organizada y eso tiene dos nombres: inclusión y justicia integral. La justicia social, justicia ambiental y justicia jurídica que respete los derechos más amplios y específicos de los ciudadanos y que supere las estrechas miradas punitivas circunscritas a las sentencias carcelarias, la justicia como sustento de la paz es el reto de Santos.

Pero si Santos pretende construir de verdad la paz solamente podrá hacerlo, sin dejar de ser él, pero si asumiendo apuestas del movimiento social popular y de otros sectores. Asumiendo el reto de la justicia. Agenda que incluye, reformas a la ley de victimas 1448, el enfrentamiento de las lógicas y estructuras de operación paramilitar mafiosa y empresarial paramilitar, una verdadera apuesta por el derecho a la verdad, a la justicia y reparación con el mayor número cualificado de organizaciones de víctimas, una política ambiental y animalista consistente y una respuesta eficaz a las demandas de los sectores rurales, de la justicia y de la educación.

Si esta tarea no la cumple Santos pasará a la historia como quien desperdició la posibilidad de avanzar hacia la paz de verdad. Evidentemente de lo que se trata, más allá de las conversaciones con la guerrilla de las FARC y del ELN para solucionar el conflicto armado, es asumir el reto de comprender que la paz sustentable, sostenible y duradera será posible solamente con un nuevo Pacto Socio Ambiental en la justicia. Esta apuesta se construye en nuevas dinámicas sociales, con nuevos lenguajes y ejercicios ciudadanos participativos, deliberantes y transformantes en el horizonte de la justicia y no como un pacto entre élites, pero ¿Santos lo asumirá? …¿el reelegido será el reformista que se autoproclamo ayer?. Amanecerá y veremos.

Por lo pronto el amanecer está en la gente, en esos votantes por Santos, que lo hicieron con tapabocas o con guantes de cirugía para enfrentar la fetidez, o en esos ciudadanos sin partido, o en las miles de agrupaciones sociales y políticas democráticas, críticas y alternativas. El amanecer está en ese país nacional, que llama a organizarse para actuar a través de un gran convergencia amplia por la paz con justicia social y ambiental. Apuesta que exige la autocrítica, la superación del caudillismo individual, por uno colectivo, en una apuesta de convergencia ideológica y política que asuma en lo programático, los derechos y libertades de mujeres, hombres urbanos y rurales, ambientalistas, animalistas, víctimas, negados por la politiquería o usados circunstancialmente por las élites del establecimiento.

Camilo de las Casas
¿Santos será el reformista, que se autoproclamó ayer?