Retórica mentirosa ante el Consejo de Derechos Humanos

Hoy 25 de Febrero de las calendas en curso, con ocasión de la intervención de Angelino Garzón como Vicepresidente de Colombia ante el Consejo de Derecho Humanos, podemos afirmar sin vacilación alguna que sus palabras son una puesta en escena, adornada por una retórica mentirosa, mientras el gobierno nacional despliega su brutal represión contra la jornada de paro nacional de los caficultores, judicializando la protesta social, que es uno de los pilares fundamentales proclamado hace 65 años en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que en su preámbulo consideró que el menosprecio de estos derechos ha originado actos de barbarie para la humanidad, aspirando a un mundo en que los seres, liberados del temor y la miseria, disfruten de la libertad de palabra, a fin de que no se vea compelido al supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión, teniendo en cuenta que los pueblos de las Naciones Unidas se comprometieron en aquel entonces a promover el progreso social y a elevar el nivel de vida dentro de un concepto más amplio de la libertad.

Las protestas y las movilizaciones sociales, como lo han reconocido muchos autores en distintos rincones del mundo, son manifestaciones del ejercicio de la libertad de expresión y de asociación, y del derecho de reunión, reconocidos por los tratados internacionales.

No obstante, el grupo represivo de la policía nacional llamado ESMAD, repelió brutalmente en este día, en el municipio de Tuluá a los cafeteros en su legítima jornada de paro nacional, utilizando granadas de aturdimiento y gases lacrimógenos, dejando más de 30 heridos y la detención de varios de los participantes en la jornada de movilización social.

Por ello, las palabras del Vicepresidente son un canto a la falsedad de los hechos, es una tergiversación de la realidad colombiana, que se consuma al afirmar que el compromiso del gobierno nacional es avanzar hacia la construcción de una política integral de derechos humanos en el marco de un proceso profundamente participativo, cuando se echa al traste y se reprime brutalmente la movilización social de los caficultores colombianos. Pura retórica mentirosa.