¡Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio!

Uppsala 16 de abril 2020

Apreciados hermanos y hermanas de Defendamos la Paz,

Reciban mi profundo agradecimiento por la invitación a este espacio que alimenta la esperanza, el amor y la valentía, felicito a los y las organizadoras.

Los días tormentosos que estamos viviendo nos llaman, como iglesia y actor de fé, a tomar el lado del amor, de la esperanza y de la valentía.

Es nuestro deber cuidar a nuestros hermanos y hermanas, en particular a las personas que por una razón u otra se encuentran en situación de discriminación o desventaja, sea por su identidad de género, etnicidad, condición socioeconómica, edad, afiliación política, religión u otra razón.

La palabra de Dios y los sacramentos nos fortalecen en estos tiempos de pruebas y desafíos. Sabemos que la vida vencerá sobre la muerte. Sabemos que nada nos puede separar del amor de Diós, y como iglesia tenemos la responsabilidad de transmitir ese mensaje a todas y todos por igual.

Cuando me informaron del cese al fuego temporal y unilateral de la guerrilla ELN a finales de marzo de este año, me vino a la mente las palabras de Pablo en la Segunda epístola:

¡Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio!

Podemos transformar nuestras preocupaciones en amor. Los tiempos del coronavirus y los tiempos de guerra son tiempos de miedo y de tormenta, pero nos llama también a la reflexión y al aprendizaje:

¿Cómo deseamos vivir juntas y juntos? ¿Qué es lo que más valoramos en la vida? ¿Cómo construimos nuestra resiliencia colectiva ante los desafíos que nos enfrentamos como sociedad?

Colombia merece paz. Animo a todos los actores armados al cese al fuego, al diálogo entre el Gobierno Colombiano y el ELN, y a respetar los espacios humanitarios pactados e impulsados por comunidades, actores de la sociedad civil y actores de fé.

Antje Jackelén Arzobispa,

Iglesia Sueca

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