Palabras del Jefe de la delegación del Gobierno de Colombia, Juan Camilo Restrepo

El proceso que hoy inicia es un proceso independiente de otros, y por lo tanto merece un tratamiento único, particular; las discusiones serán autónomas y con esto pretendemos llegar a los acuerdos que respondan a la naturaleza de esta mesa. Reconocemos al ELN como una organización con su identidad e historia propias.

Palabras del Jefe de la delegación del Gobierno de Colombia, Juan Camilo Restrepo, en la ceremonia inaugural de la Mesa Pública de Conversaciones con el ELN

Febrero 7 de 2017
Quito, Ecuador

Colombia hoy no es el mismo país que hemos conocido en las últimas décadas. El de hoy, es un país con renovadas esperanzas de futuro, de unidad, de progreso; con desafiantes mandatos y expectativas de la sociedad. Nuestra nación hoy es un laboratorio universal de construcción de la paz, quizá el más vanguardista de esta época.

A lo largo de toda su vida republicana, Colombia ha enfrentado múltiples conflictos y expresiones de violencia; ha vivido grandes frustraciones y barbaries vergonzantes. Ha acumulado dolor y resentimiento, Sin embargo, ha continuado su camino hacia delante. Hoy estamos ante la oportunidad de, por fin, terminar el conflicto armado y pasar la página de la guerra.

Por años, Gobierno tras gobierno el país emprendió la difícil tarea de conseguir la paz; por diferentes caminos, con resultados muy disimiles. Es una historia valiosa que nos ha dejado experiencias y aprendizajes invaluables…

Hemos aprendido a ponernos objetivos y a definir rutas concretas para avanzar en la dirección que el país necesita.

Hemos aprendido que tenemos visiones muy diferentes acerca de la naturaleza del conflicto y que las mesas de conversaciones no son para ahondar en ellas, sino para encontrar los caminos para superar las heridas del conflicto y crear las condiciones para que no se repitan.

Hemos aprendido la trascendencia del papel de la ciudadanía al acompañar estos procesos, y cómo su interés, su conocimiento, y sabiduría pueden facilitarnos la tarea de llegar a acuerdos.

Hemos aprendido, también, que una mesa de diálogos tiene la enorme tarea de acordar el fin del conflicto armado, pero en ningún caso reemplaza a las instituciones.

Construyendo sobre estos aprendizajes, y de una manera franca, seria, realista, respetuosa y con un claro objetivo en mente, adelantaremos este proceso con el ELN.

Nos convoca para estas conversaciones la grandeza para poner la paz por encima de nuestras diferencias y para entender que son precisamente esas diferencias las que nos enriquecen como nación.

Unas conversaciones que materialicen el mandato constitucional de que “la paz es un derecho y un deber de obligatorio cumplimiento.”

¡Los colombianos tenemos derecho a la paz!

El acuerdo de diálogos de marzo de 2016; nuestra carta de navegación

Seremos fieles al acuerdo suscrito en Marzo de 2016; las agendas temáticas escogidas, su filosofía, sus principios y procedimientos serán nuestra carta de navegación.

De esta agenda quiero rescatar dos elementos: la decisión de las partes de ejecutar los temas con la mayor “celeridad y rigurosidad”, criterios estos que quedaron expresamente consignados en el acuerdo. Esto no debe confundirse con una paz exprés.

Pero sí quiere decir, y quiero recordarlo en esta ocasión, que las partes nos hemos comprometido, a avanzar. Avanzar con tanta celeridad como la prudencia lo permita.

No venimos a esta mesa a explorar; ya la fase exploratoria quedó atrás. El objetivo de esta mesa –cito el texto- es “subscribir un Acuerdo Final para terminar el conflicto armado y acordar transformaciones en búsqueda de una Colombia en paz y equidad.” Esa es nuestra misión.

En esta fase pública, nuestro espíritu es el de lograr un proceso creativo, innovador y pragmático que nos permita cumplir con los objetivos trazados. Venimos con una actitud propositiva para lograrlo.

Evitaremos caer en discusiones interminables, en un marasmo de conversaciones, o en un permanente estado dialogante. Estamos ya en un camino, debemos recorrerlo y estamos decididos a hacerlo.

Colombia y el mundo reconocen que esta oportunidad que hoy tenemos para terminar el conflicto armado y sentar las bases para la construcción de la paz muy difícilmente se nos volverá a presentar en el futuro. Esperamos que el ELN también valore y comprenda que éste es el momento de la paz.

El proceso que hoy inicia es un proceso independiente de otros, y por lo tanto merece un tratamiento único, particular; las discusiones serán autónomas y con esto pretendemos llegar a los acuerdos que respondan a la naturaleza de esta mesa. Reconocemos al ELN como una organización con su identidad e historia propias.

Claro, deberemos tener la madurez para incorporar del Acuerdo de La Habana aquellos aspectos que convengamos necesarios, siempre con una mirada constructiva y realista de los grandes avances que éste incorpora.

Tal como está consignado en nuestra carta de navegación, “Una vez hecho público este proceso”, es decir, a partir de este momento, “se establecerán mecanismos con la mesa de La Habana para identificar temas en que se requiera coordinación y sincronía.” Este también será un elemento esencial que nos guiará en estas conversaciones.

Terminar el conflicto para construir la paz

A lo largo de los últimos años hemos enfatizado la importancia de llegar al fin del conflicto. Es decir, superar la etapa de la confrontación armada, y permitirnos empezar otra, marcada por las transformaciones necesarias para alcanzar la paz. Como indica nuestra carta de navegación, el objetivo de uno de sus puntos es: “ponerle fin al conflicto armado para erradicar la violencia y propiciar el tránsito del ELN a la política legal”.

Cada dilación innecesaria en la búsqueda de la paz, significa el sacrificio de vidas y es tiempo que se pierde para sembrar las bases de la reconciliación.

No es posible realizar los cambios que Colombia necesita, y sobretodo atender aquellas regiones más afectadas por la guerra si no somos capaces de detener la violencia.

Por supuesto que debemos cerrar las brechas en las condiciones económicas y sociales que tiene el país. Que todos los colombianos, indistintamente del lugar donde vivan, tengan acceso a las mismas oportunidades. Que los derechos de todos se garanticen de la misma manera.

Queremos también profundizar nuestra democracia; alcanzar plenas garantías para la libre expresión de las ideas, que nadie sea estigmatizado por la forma como piensa, y así como decimos que el tiempo de la paz ha llegado, decimos también con la misma convicción, que el tiempo de la política con armas debe terminar.

Entendemos que modernizar nuestro Estado pasa por asegurar una mayor participación de la ciudadanía en los asuntos que le afectan directamente; promover una ciudadanía activa que contribuya a la toma de decisiones y al ejercicio del control político, como ha sido el espíritu de nuestra Constitución y lo han reiterado nuestras Cortes.

Ejercicios de deliberación democrática sobre problemas como la educación, la pobreza, la exclusión social, la corrupción y la degradación ambiental, todos ellos incluidos en la agenda pactada con el ELN para estos diálogos, pueden beneficiar de manera notable a departamentos como Arauca, Norte de Santander, Cauca o Chocó, por solo mencionar algunos.

Hace pocos días en el departamento de Arauca, sus habitantes nos señalaron su deseo de emprender proyectos para las comunidades, y la urgencia de tener oportunidades económicas y opciones productivas. Pero en un ambiente sin la coacción armada que les pone tantas limitaciones y les viola sus derechos.

De eso se trata este proceso: de reconocer a las comunidades, entenderlas, saber escucharlas para acordar planes y programas que mejoren su calidad de vida.

La prioridad son las regiones. Poner en marcha la construcción de la paz supone respetar sus necesidades, su vocación, su propia historia, y su cultura. Una paz desde los territorios.

Las víctimas

Colombia honra a las víctimas de este conflicto. Insistiremos, como lo hemos hecho sin cesar, en que los derechos de las víctimas están en el centro de estas conversaciones. La verdad, la justicia, la reparación y las garantías de no repetición son las raíces profundas y reales de la reconciliación. Estamos aquí para garantizar y defender esos derechos.

Las víctimas juzgarán si estuvimos a la altura de este enorme reto.

Fin de la violencia. No más secuestro

De todo esto se trata este proceso, y fundamentalmente, de que termine la violencia que se traduce en la amenaza de las armas.

La ciudadanía no quiere más enfrentamientos en los que mueran nuestros jóvenes, los ataques contra la infraestructura que afectan a la población; la intranquilidad de vivir acosados e intimidados por la violencia diaria y de la inaceptable práctica del secuestro.

Quiero aprovechar esta ocasión para invitar al ELN a darle hoy la mejor noticia a los colombianos con su renuncia pública al secuestro. No es aceptable en ningún caso, ni en el humanitario, ni en el plano ético, ni en el político, ni jurídico. El secuestro fue, ha sido y será injustificable.

Sin esta decisión por parte del ELN será muy difícil avanzar en la construcción de acuerdos y garantizar mejores niveles de credibilidad de esta mesa de diálogo. Colombia, la comunidad internacional aquí presente y las familias de quienes aún continúan secuestrados por el ELN esperan prontamente este anuncio.

Temas con los que inicia la mesa

Empezaremos estas conversaciones con dos temas de manera simultánea:

Las dinámicas y acciones humanitarias: Lo humanitario y la construcción de gestos de confianza serán preminentes en el proceso que hoy inicia. Esto debe generar mejores condiciones para la discusión de otros temas de la agenda.

Y la participación de la sociedad en la construcción de la paz: Para que ésta sea útil, debe ser ordenada; para que sea provechosa debe acotarse en tiempos determinados, y para que sea relevante, debe enmarcarse en el espíritu participativo de la carta del 91.

Este propósito de la Constitución del 91 ya cuenta con un desarrollo institucional para lograr la participación y sin duda será un soporte básico para cumplir los propósitos ya mencionados: una participación útil, provechosa y relevante.

Leo textualmente el acuerdo de marzo de 2016, “Las delegaciones definirán la metodología de trabajo y las formas en que estas iniciativas se considerarán, así como los mecanismos y formas de participación de la sociedad.”

Esa es la primera tarea a la que debemos abocarnos en esta mesa.

Teniendo una metodología clara, confiamos en que las propuestas de la sociedad, sin tener un carácter vinculante, serán de vital importancia en esta mesa.

Sabemos que estas propuestas, sumadas a aquellas que llevemos Gobierno y ELN, nos permitirán enriquecer el análisis de los temas que vamos a discutir.

Ese es el espíritu y el texto de lo ya acordado, y sobre el que empezamos a trabajar desde hoy.

Hacia una Colombia en Paz

La paz es para todos los colombianos; es la paz de la región, y una luz de esperanza para el resto de la humanidad.

Las nuevas generaciones, las víctimas del conflicto y el mundo entero están esperando que tengamos la sabiduría y la grandeza de superar esta guerra inútil.

Creemos en la importancia que tiene el paso que damos hoy. Un paso firme hacia esos ideales supremos de la nación.

Nuestros agradecimientos al Gobierno de la República del Ecuador por la generosa hospitalidad que le brinda a este encuentro por la paz.

Agradecimientos también a todos países garantes: Brasil, Chile, Cuba, Noruega y Venezuela, que con dedicación y profesionalismo vienen acompañando este proceso. Y a los demás países que acompañan y apoyan este proceso.

Agradecimiento a la Iglesia Católica que con su acompañamiento desinteresado y sincero viene prestando un apoyo invaluable a este proceso.

No podemos ser inferiores al mandato que por la dignidad y la paz le reclaman a estas negociaciones los colombianos. Queremos responder a ese llamado.

Queremos dar pasos firmes hacia una Colombia en paz.

Muchas gracias.

Foto: http://lasillavacia.com/sites/default/files/juan-camilo-restrepo1.jpg