Naomi Klein: lecciones de la pandemia y la urgencia de un plan de reparación

Para Naomi Klein la normalidad no es otra cosa que una “crisis permanente”, por ende nada más errado que volver ciega y rápidamente a ella. La escritora, periodista y activista canadiense cree que este es un momento para detenerse y aprender las “lecciones” que deja la pandemia. Todo está “roto”: el planeta, la relación con la naturaleza, las relaciones colectivas, los lugares de cuidado. Pero con “alegría”, las comunidades están llamadas a encarar un trabajo “cívico e intergeneracional”, que a la vez es un derecho: el de la reparación.

Klein brindó la conferencia magistral “Los años de reparación” en el marco de la primera Cumbre Mundial de la Internacional Progresista. Su disertación continuó con una mesa redonda de la que participaron Tasneem Essop (Sudáfrica), Carola Rackete (Alemania) y Aruna Roy (India), en la que se planteó la necesidad de la redacción de una “carta magna internacionalista global” que coloque a la pobreza y la inequidad en el centro de la escena.

Las lecciones del coronavirus

Cada vez que la normalidad vuelve gana el virus, eso es lo que estamos viendo. Si volvemos a cierta idea de crecimiento vamos a ver a la gente muriéndose del virus. Hay una relación íntima”, definió la autora de No logo. “Los líderes se han presentado como si estuvieran en guerra. ¿Qué tal si tenemos otra metáfora de este virus que no sea pensar que es un enemigo mortal y diabólico?“, dijo, para invitar a pensar en las “lecciones” que deja la pandemia, a modo de “llamado de atención”, de “cita con la historia”.

En principio, la Covid-19 “ha dejado claro que a los dirigentes de este mundo, y no sólo a Trump, no les importa nada la vida”, cuestionó. También ha enseñado que nadie debería vivir en el hacinamiento, en ninguna parte del mundo, porque “donde el virus ha sido más fatal” es en los países con poblaciones hacinadas. En tercer lugar, muchos trabajos otrora despreciados son los que actualmente se reconocen como esenciales. “Nos damos cuenta de cuál es el trabajo importante en el mundo: no es el que pensábamos.”

Otra cosa que el coronavirus enseña es que son las “comunidades” las que “salvan el mundo”. “Es un desastre la situación de la gente que vive sola en su departamento y tiene toda su vida por Zoom. Nuestra mejor tecnología es la comunidad. Vivir juntos, estar juntos, apoyarnos mutuamente”, remarcó la autora de La doctrina del shock. “Hay más y más pandemias que saltan del mundo animal. Estamos atacando a la naturaleza, por eso nos responde. Para estar en buena salud tenemos que aprender. La Covid nos contamina más en espacios cerrados y estamos mucho mejor al aire libre. No son lecciones nuevas, pero a veces necesitamos una crisis para que la gente entienda este tipo de cosas”, expresó.

El coronavirus nos enseña sobre los valores de la naturaleza, lo fundamental de la economía del cuidado. Nos está diciendo que hay que parar. Ir más lento para frenar esta situación”, aconsejó. De lo contrario, volveremos a una normalidad que no es otra cosa que “una crisis permanente”. “Vamos a enfrentarnos a un muro, otra vez”, alertó.

Klein prefiere hablar de solidaridad en lugar de empatía. Cuando la sociedad se vuelve adicta al “crecimiento perpetuo” y a la “perspectiva del progreso”, cuando se mueve en la aceleración constante, no deja espacio para aquél sentimiento. Los seres humanos se vuelven islas. “Cuando vamos a este ritmo no tenemos tiempo para hacernos preguntas sobre las miserias que extendemos en el mundo. El capitalismo moderno se ha basado en este sistema racista y de explotación. Nuestro modo de vida aumenta los riesgos de este modo de vida. La pandemia podría permitir imaginar otro tipo de mundo. Tal vez ésa sea la lección fundamental.”

Plan de reparación

“¿Qué vamos a hacer con un 2020 con todo derrumbándose alrededor?”, se preguntó la escritora. La respuesta que surge es “reparación“, algo que podría lograrse con “un plan urgente y colectivo“. Porque resulta que habitamos un mundo “roto” en muchos sentidos. Un planeta roto, con relaciones colectivas rotas, lugares del cuidado –hospitales y escuelas– rotos, como resultado de una “negligencia organizada hace muchos años”. Rota está la clase política. Mientras, a la par, los más ricos del mundo y las empresas se alimentan de los “Estados fracasados”. Son felices ante esta “ruptura total”.

Rota la naturaleza. Rota nuestra relación con la ecología. “Hace una semana que donde estoy no vemos el cielo, por el humo de los bosques que se están quemando. Las aves migratorias caen del cielo, decenas de miles, no pueden huir del humo. No es una sorpresa: sabemos que está roto el planeta. Es un momento para abrir nuestros corazones y dar la bienvenida a una misión colectiva urgente. A nuevas historias y narrativas.” 

La reparación es un marco en el cual podemos trabajar las esferas económicas, ecológicas y políticas que están rotas“, definió. Es un derecho y a la vez un trabajo, cívico e intergeneracional. “Es la práctica de rehacer, reparar, re-emparejar las cosas. Entre el corazón y la mente, los individuos y sus colectividades, los humanos y el mundo natural. Hay que arreglar las escuelas y el sistema de transporte. Pero lo más importante es rearreglar este mundo basado en la supremacía de los hombres blancos cristianos“, destacó. 

Una reparación incluye: desfinanciar a la Policía, poner fin a la colonización y a la muerte “legalizada”, devolver a los pueblos originarios lo que se les ha quitado. “Cuando vemos cuál es el problema hay posibilidad de liberarnos. Cuando ya no nos escondemos de la verdad damos un paso muy importante. No podemos seguir siendo ciegos. Dejarnos engañar por un imperalismo barato y un patriarcado de mala calidad.”

No podemos volver al business como siempre. Seguir ignorando a los fascistas que están caminando. A los bosques que se están quemando. Hay una necesidad de un plan urgente y colectivo. No se trata de poner la vida en pausa hasta que llegue la vacuna, sino de hacernos las preguntas reales para empezar un proceso de reparación y apoyar un Nuevo Acuerdo Verde. Tenemos que reclamar a nuestros gobiernos que la reparación esté en el centro”, instó la autora.

Claro que no hay solución de un día para otro para siglos de opresión. El proceso “va a demorar”, porque “demasiado daño ha sido hecho”. Sucede además que el capitalismo “tiene la ilusión de que cada día es un nuevo comienzo”. La reparación podría tomar herramientas de los movimientos feministas y anticoloniales. “Esta es una oportunidad. Hay un colapso de la economía, las empresas, las aerolíneas. Si no estamos haciendo este trabajo juntos en este momento, ¿qué estamos haciendo? Nos vamos a encontrar con muchas otras pérdidas, choques y extinciones. Si entendemos que nuestra misión fundamental es la reparación, tenemos que encontrar alegría en este proceso. Porque haciéndolo nos vamos a reparar a nosotros mismos.”

Progreso y Nuevo Acuerdo Verde

La Internacional Progresista debe anunciar a qué tipo de progreso apunta y de cuál quiere alejarse. El progreso hasta aquí operó como “ideología mortal y fatal”, imponiendo su lógica sobre mujeres y campesinos, desarrollando una “cadena jerárquica” de las relaciones sociales. “Ha llevado a la idea de que no vale nada en el mundo sino es porque destruye todo lo que hay y lo transforma. Y nos ha llevado a las crisis a las cuales nos estamos enfrentando.”

Al comienzo, Klein rápidamente instaló el tema del cambio climático, uno de los ejes de discusión de “las organizaciones del sur global hace muchos años”. “Hemos hablado de transformación del sistema, transición; Evo Morales le dio otro nombre. Hemos hablado de los derechos de la madre tierra, en Cochabamba. En Canadá hablamos del Leap Manifiesto. Ha tenido muchos nombres. Hay una generación que tiene su imaginación puesta en esta lucha por el tema climático. Y hay muchos límites de cómo lograr desarrollar una perspectiva de izquierda común: cómo vamos a proteger el planeta y defender a las comunidades empobrecidas”, sostuvo.

Todas estas problemáticas tienen un punto en común: cómo podemos alejarnos de la energía fósil mientras vamos construyendo un mundo más justo, para poder ofrecer una reparación a la gente que ha sido despojada de sus tierras. Siempre ha habido una tensión, aunque lo llamemos Nuevo Acuerdo Verde o de otra manera. Todos los cambios de ese nivel de transformación obviamente tendrán un impacto sobre el PBI, y nuestras sociedades están profundamente ligadas a la devastación ambiental y la necesidad de consumir más energía. Si no estamos dispuestos a pasar estos riesgos no vamos a lograr transformar la matriz de producción. Si no vamos a la raíz del problema, la sobreconcentración de los más ricos de este planeta, no vamos a lograr la transformación.”

Una carta magna global

En la mesa redonda coordinada por David Adler y compartida con Tasneem Essop (Sudáfrica), Carola Rackete (Alemania) y Aruna Roy (India) quedó planteada la necesidad del diseño de una carta magna global que coloque en el centro de la escena a la pobreza y la inequidad.

Las crisis de las migraciones, los refugiados climáticos, la pobreza, la injusticia social y el cambio climático están conectadas. Hay una conciencia creciente de esto; nos lleva a entender el sistema, que es la causa. No tenemos que pensar en grande. Estamos hablando de derechos básicos para la resiliencia. Implica sistemas de salud gratis, acceso al agua, soberanía alimentaria y vivienda. El centro son la inequidad y la pobreza. Tal vez no están en las agendas políticas grandes pero es el centro de las agendas de los movimientos y estamos en una sola lucha: ése es el derrumbe de muros y es la idea de una carta magna global”, se explayó Essop, experta en clima, energía y justicia social. “Tenemos que tener una carta global de derechos a la salud, la educación, la comida, nuestros ríos y bosques. Necesitamos gobiernos más transparentes que rindan cuentas a sus pueblos. Un nuevo tipo de democracia“, coincidó Roy, activista.

Klein se unió a estas ideas. “La urgencia es el hambre”, sentenció. “Hay muchas emergencias que no estamos tratando como tales y otras que no lo son y las tratamos como tales”, añadió, y se refirió a las aperturas aceleradas en las escuelas. También dijo que “no hay contradicción entre el sentido de emergencia y la paciencia” a la que la situación invita. Que se puede volver a las calles como ocurrió en las marchas del Black Lives Matter, con todas las precauciones. “El riesgo es adentro: volver a almacenarnos en los espacios previstos por el capitalismo para almacenar humanos.”

Las calles piden reemplazar la arquitectura de la infraestructura del castigo por la del cuidado, y es momento de escuchar a los más “empobrecidos”. En Estados Unidos puntualmente hacen falta más “gobernantes negros”, dijo quien se presentó como “veterana de la campaña de Bernie Sanders”. “La narrativa apocalíptica es profunda y enraizada. Es una perspectiva de redención, de que pocos vamos a sobrevivir. Necesitamos alimentar otra imaginación. La gente está cultivando otro futuro, tenemos que visibilizarlo. Está dispuesta. Nos alista para otra fase, otro momento. Para ir más allá de ‘ya fue, vamos de compras’. Hay que evitar esa narrativa y abrir otras posibles. Es importante construir esta infraestructura, es el mandato de la Internacional Progresista, para que la solidaridad sea más que una consigna“, concluyó Klein.