Manuel Cepeda Vargas

Han pasado 16 años del asesinato de MANUEL y desde aquél martes 9 de agosto del 94, después de las 8:30 de la mañana el clamor de justicia ha estado presente. Para nadie hoy es un secreto que los responsables actuaron bajo la orientación del plan “Golpe de Gracia”, uno de los planes de exterminio contra el movimiento político Unión Patriótica, orquestados desde estructuras del Estado, de las Fuerzas Militares en aquiescencia con los paramilitares.

Asesinado en Bogotá, 9 de Agosto de 1994

Memoria y Justicia

Esa responsabilidad fue la reconocida el pasado 26 de mayo por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en su última sentencia frente a crímenes de Lesa Humanidad en Colombia (Ver Sentencia).

16 años de impunidad que permanecen frente a los autores intelectuales y beneficiarios de este crimen, por ello la Corte es enfática en disponer que el Estado colombiano debe investigar y sancionar a los responsables de la ejecución extrajudicial de MANUEL CEPEDA VARGAS y hacer un reconocimiento público de la responsabilidad estatal, entre otras disposiciones encaminadas no solo a la reparación integral del daño sino a la dignificación del grupo familiar y desde él a la sociedad.

En 16 años la exigencia de justicia y castigo, la afirmación de la memoria, llevó a uno de los hijos de MANUEL a transitar los caminos que él anduvo, los de la búsqueda de la paz, los del ejercicio de la oposición política de izquierda, los de la afirmación de la verdad y la justicia como requisitos sin los cuales la paz siempre será una ilusión lejana. Hoy, como Representante a la Cámara, en los senderos del ejercicio político en un país que sigue expresando la ausencia de garantías para la defensa de los derechos humanos, de la oposición política y la libre expresión.

MANUEL, hace 16 años escribió, pensando de seguro en el hoy:
Hay que hacer algo. Ir lejos. Golpear un tarro en solitarias calles. O resolver los teoremas que el otoño plantea. Hay que hacer algo Ir lejos De uno mismo.

Desnudarse y caer, como un volcán que se va a pique o saber que siempre fuimos cráteres encendidos, que hasta en los más remotos terremotos anduvimos despiertos, que nunca conocimos la tranquilidad ni el punto aparte,

y los demás, aquellos que fueron con nosotros vastos veleros desplegados, blancos del desafío de oír chirriar el sol en sus altos velámenes o en las noches en que junto al amor, en esa indecisión en que las lámparas del mundo oscilan entre el ayer y el hoy oíste posarse el ave enorme de las radiopatrullas tras tus pasos

¡Hay que hacer algo antes de aniquilarse, Antes de que desaparezcas, que preguntes si fuiste Porque definitivamente ya eres nada!

Ir más allá de lo propio, de lo que somos, de lo que nos dejan ser. Ir más allá, en la memoria, en la actualización de la historia de los olvidados, de los vencidos. Ir más allá, hacia el hoy cotidiano de las luchas que no perecen a pesar de la muerte.

MANUEL, en la Memoria… MANUEL…. SIN OLVIDO

Bogotá, D.C., 09 de Agosto de 2010

Comisión Intereclesial de Justicia y Paz