Josué Giraldo Cardona

Militante de la Unión Patriótica, Abogado Defensor de Derechos Humanos. Esta en nuestra historia, 13 años después del asesinato de Josué Giraldo Cardona, a pesar de la impunidad, de la persistencia de las estigmatizaciones, de las persecuciones que el Estado ha adelantado contra quiénes comparten sus sueños, sus ideas.

Asesinado el 13 de octubre de 1996

En Villavicencio, en el Meta su presencia se percibe, al lado de tantos y tantos, defensores y defensoras de derechos humanos, de comunidades que se resisten a abandonar sus tierras ante la militarización institucional, el paramilitarismo de Estado renovado. Josué viviendo en medio del conflicto armado interno que se vive en el oriente, donde la esperanza no se acaba de existir.

Josué, al padre, el integro, el hombre de carne y hueso, que se arriesgo a estar al lado de su familia, oportunidad que los caminantes de la muerte no desperdiciaron para asesinarlo, si allí, al lado de sus amores. Así lo expresa Natalia, una de sus hijas:

“¿Quién era Josué Giraldo? Él además de ser un excelente padre, amigo, compañero, esposo, también se encargó de casarse con la mejor mamá, con la mejor mujer, porque sin ella y sin mi papá yo no sería la persona que soy, no tendría los principios y valores que me inculcaron.
Hoy después de 13 años de su muerte a nosotros nos queda una huella, qué huella, una huella de orgullo, dignidad, una huella que nos enriquece, que nos llena de admiración por él, por todos los logros que hizo, por todos los sentimientos que generó en cada uno de nosotros de él. Porque fue una persona firme en su ideal a pesar de que él sabía todo el riesgo que corría por sus ideales, se entregó totalmente a ellos y no le puede quedar más adecuada la frase que “ceder me parece más terrible que la muerte” nunca cedió, primero sus ideales, entregó la vida por todos. Y para qué? Para todo lo que hizo que yo valoro enteramente, si valió la pena todo lo que hizo. Para mi los derechos humanos, cada cosa que realizó él, vale mil, cada palabra que él dice, cada palabra que está plasmada en su libro, cuesta millón para mi. Y cada vez que se hacen estas reuniones, que se celebra un aniversario más, yo pienso como… no se qué decir… son como muchos sentimientos, de alegría, de tristeza. Alegría porque a pesar que pasa el tiempo no lo perdemos, lo seguimos teniendo como si hubiese sido ayer y de tristeza por el simple hecho de saber que no está acá, saber que no está aquí, que no comparte con nosotros, pero es más la alegría que me deja. Estos encuentros cada año, cada vez que nos vemos están llenos de personas que me enriquecen con sus experiencias que compartieron con él, me da mucha alegría de conocer a cada persona que está aquí y pues nada, decir que muchas gracias, que no lo vayamos nunca a olvidar
”.

En la memoria social, en la memoria dicha de Josué, se escribió un nuevo capítulo de esperanza, desde los destrozos de vidas humanas, desde la dignidad resignificada en el Meta. A sus 13 años se ha escrito: “Ariari: memoria y resistencia”. Una construcción colectiva desde el terror, más allá del terror, a pesar del terrori.

En una pequeña iglesia se presentó esta nueva memoria del Ariari, con signos de esperanza como la Comunidad Civil de Vida y Paz, en la que Lucero Henao, Reinaldo Perdomo y Josué Giraldo tienen una presencia especial.

Desde aquél domingo 13 de octubre para nadie es un secreto la responsabilidad del Estado en el crimen de Josué Giraldo, pasa el tiempo y esa verdad histórica no se encuentra en los expedientes judiciales, en los que ni siquiera el sicario que huyó en la moto y se dirigió hacia cercanías de la sede de la VII Brigada del ejército se encuentra identificado, mucho menos, quienes están detrás, los que ordenaron el crimen y que hoy disfrutan de bienes mal habido, gozan del privilegio de ser parte de la nueva élite que dirige el país en el nuevo pacto social de traficantes de drogas.

Un mes antes del crimen de Josué, el General Herrera, comandante de la VII Brigada expresó en un discurso público el 5 de septiembre de 1996 en el municipio de Mesetas: “los defensores de los derechos humanos son como mensajeros de la guerrilla”. Samper, presidente de Colombia en ese momento, un año después. Expresiones castrenses protegidas tal vez en las palbras de Ernesto Samper, quién expresó un año antes: “Como Presidente y Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas prefiero a los militares enfrentados a la subversión en las montañas y no en los juzgados del país contestando requerimientos infundados presentados por sus enemigos”.

Josué militante de la Unión Patriótica ejerció la oposición política sin armas, creyendo en la posibilidad de construir democracia, abogado, defensor de derechos humanos, fundador del Comité Cívico por los Derechos Humanos del Meta y en los últimos 45 días de su vida en la Comisión de Justicia y Paz.

Sus palabras son vida, son presencia, son vida de familia, vida de opciones, expresó Josué Giraldo: “Miedo, miedo si siento pero por mi familia, por mi esposa, por mis hijas. Es un miedo que no me permite dormir, el hecho que puedan poner una bomba en la casa, que puedan atentar contra mis niñas me hace desgraciado. A veces me da por pensar que es un acto de cobardía el irse. El hecho de ser obligado a dejar las cosas que has construido, los espacios de lucha que te enriquecen en tu condición de ser humano, y dejarlo todo por las amenazas o la inminencia de la muerte, es enajenarle tu libertad a los verdugos, es endosarle al criminal la condición de un dios que puede decidir sobre tu vida o tu muerte. No lo acepto, ceder, me parece más terrible que la muerte misma”.

Bogotá, D.C Octubre 13 de 2009


Comisión Intereclesial de Justicia y Paz