Ha pasado a la historia – Ciprian Angúlo Celorio, 1962- 2019

Nació el 7 de agosto de 1962 a eso de las 5 a.m. cuando tocaron el alba en el corregimiento de San Francisco, río Naya. Quién asistió este parto fue la señora Segunda Panameño, quien además de encargarse de ayudarlo a traer al mundo días después le colocaría el nombre y junto con su esposo Miguel Panameño se convertirían en sus padrinos. 

Sus padres fueron María Leonor Angúlo Celorio y Anatolio Angúlo Ceballos, fue el primogénito tanto paterno como materno. Fue criado por su abuela materna Doña Paulina Celorio, quien murió cuando Chipo tenía 18 años, desde ese entonces, éste vivió de manera independiente.

Desde niño se caracterizó por ser un hombre muy activo en su comunidad y veredas aledañas, razón por la cual, era muy querido en su entorno, se desempeñó como líder, padre comunitario, sindical de la iglesia San Francisco de Asís, enfermero, médico tradicional y partero.

También se caracterizó por ser un gran cocinero razón por la cual se desempeñó como cocinero de la Institución Educativa Santa Cecilia en su pueblo natal alrededor de por lo menos 20 años. Hizo un gran aporte al sector tradicional gracias a su bagaje inmenso y trascendencia que hizo de sus conocimientos en el baile, el canto, la cocina, etcétera.

Fue un hombre entregado a las actividades religiosas, hizo el papel de Jesucristo en algunas ocasiones realizándolo por última vez en abril del 2019, además también hacia la mujer del año viejo los 31 de diciembre, era el alma líder a la hora de tirar los cohetones, el hombre con más ahijados en la historia de San Francisco.

Tallerista de tareas asociadas a las áreas de sociales, religión y cultura. En las fiestas patronales era un ser incansable e irremplazable, líder en La Alborada, cantautor y bailarín de currulao y arroyos tradicionales, organizador, etcétera.

Él tenía indicios de haber tenido un hijo más sin embargo esa paternidad no fue confirmada. Falleció sin tener hijos biológicos, pero con muchos adoptivos.

Falleció el 24 de septiembre del 2019 en la clínica Santa Sofía de la ciudad de Buenaventura tras sufrir un infarto fulminante fue un hecho que dejó no sólo a una familia en luto sino a un centenar de personas inválidas en la tristeza y la melancolía que siempre le recordarán como esa persona alegre y servicial que fue.

Escrito por la Comunidad de San Francisco, Naya.