Fumigada la dignidad de las comunidades negras En el Pacífico colombiano

El día 7 de septiembre se iniciaron las fumigaciones en el rio Naya, que afectaron las comunidades de San Pedro, San Antonio, Santa María, San José en donde había cultivos de coca, aunque en baja proporción con respecto a los cultivos tradicionales de pancoger de las comunidades. En el caso de la comunidad de Chavirrú, no había coca, pero igual, fumigaron con la misma intensidad. Fumigaron también la iglesia y el parque de Puerto Merizalde.

Como si fuera poco, fumigaron en las horas que los niños se movían de sus escuelas a sus casas y también asperjaron con glifosato las quebradas, el río, los estanques piscícolas, las granjas escolares, los viveros de frutales y cacao. Esto, a todas luces, es una acción con intensiones perversas que va más allá de erradicar cultivos de uso ilícito”.

El pancoger de las comunidades son los alimentos para el sustento diario, pero también son las semillas y materiales adaptados durante siglos en esos suelos y en ese clima. Son parte de la cultura y son la reserva estratégica de miles de personas, no solo del Naya, sino también del Pacífico colombiano, y si se quiere, de toda la población rural de Colombia.

Además el río Naya es una región bien poblada y es para los afrocolombianos el emblema de la resistencia y de la cultura de nuestros ancestros: Los nayeros siempre se reconocen como tal y no admiten ser tratados de manera distinta porque una margen del río sea del Cauca y la otra sea del Valle del Cauca. Estos hermanos afrodescendientes han entendido claramente que no es condición tener el título para ser los legítimos propietarios del territorio. Una economía con suficiente comida, unos lazos familiares y comunitarios fuertes, una tradición cultural viva y las ganas decididas de quedarse en el territorio son una clara manera de hacer ver que la ancestralidad tiene mayor trascendencia que la legalidad, es decir, es el derecho mayor de los negros, el derecho que nos ganamos al ser acogidos en estas tierras cuando nos sacudimos el yugo de la esclavitud y el secuestro y cuando nos negamos a ser desarraigados y desarrollamos nuestra resistencia.

No podemos desconocer que efectivamente se están expandiendo los cultivos de uso ilícito en todos los ríos del Pacífico y también en nuestros territorios. Este no es pues un problema exclusivo del Naya. Pero nos preguntamos: ¿Quienes si no los paisas nos trajeron esas semillas? La planta sagrada de los indígenas desde que fue vuelta negocio, ha sido llevada a muchas partes y ha generado los mismos problemas en todas las regiones y tenido los mismos efectos nocivos: destrucción, abandono de las prácticas económicas tradicionales, desprecio de los saberes ancestrales, violencia entre hermanos y contra la naturaleza. Cerramos la pregunta: ¿Por qué los llamados paisas no tienen control alguno? ¿Por qué no tienen control sus compras a gran escala de gasolina? ¿Por qué son los dueños de las proveedoras y de los bares que tienen el mayor lucro de este negocio? ¿Por qué no tienen control la Bayer, la Monsanto, la Basf, Novartis y todas estas grandes empresas que gozan de la llamada seguridad jurídica para las inversiones? Ni seguir contando de los atropellos que enfrentan las comunidades que a diario se ven maltratadas y no pueden comprar más de 55 galones de gasolina, viendo como sus libras de panela y azúcar son tratadas con recelo y desconfianza en las requisas y que sus muchachos son reclutados con engaños y falsas ilusiones para cargar las basuras y engendros de los negocios de los paisas.

La fumigación del Naya muestra la apatía de unos y la cobardía, la infamia y mala fe de otros.

Queremos romper la apatía de nuestros hermanos, de los otros ríos del Pacífico y de los amigos y amigas que entienden lo que está en juego: La permanencia de las comunidades en los territorios. Nos preocupa mucho la mala fe, la cobardía y la infamia de quienes buscan de manera forzada aventar mas familias a la economía de la coca, o desplazarlas, pues junto con los otros pobladores ancestrales de estas tierras nos hemos convertido en un estorbo para la voracidad de este sistema económico que nos ofrece el señor Uribe.

Sabemos que debemos buscar estrategias para que se detenga el avance de la coca en nuestros territorios, e incluso mientras más rápido salgamos de este flagelo, mejor. Pero no violentando nuestra gente, nuestros ríos y territorios. Sabemos que no podemos tolerar economías dañinas y extrañas a aquellas que nos permitan estar en nuestro territorio. Pero no podemos tolerar que se extienda el vuelo criminal y mal intencionado de las fumigaciones en los territorios ancestrales y colectivos. Esto no puede intimidarnos y tirarnos para atrás en las demandas de nuestros derechos que con orgullo y con mucho costo hemos conquistado y con lo cual le hemos sumado a la construcción de este país.

La fumigación en el río Naya genera una reflexión fundamental, pues no podemos permanecer aislados. Debemos actuar de manera urgente y estratégica y en bloque todos los consejos comunitarios del Valle del Cauca y sus amigos y aliados.

Invitamos a los demás consejos y organizaciones comunitarias de base, al Proceso de Comunidades Negras, a las organizaciones y comunidades indígenas, a nuestros amigos y amigas a alzar nuestras voces para reclamar la dignidad de las comunidades negras y sus organizaciones.

No perdamos de vista que está en juego nuestra diversidad biológica, cultural y política.

Organización de Negros Unidos del Río Anchicayá, ONUIRA

Humane, río Anchicayá, 12 de septiembre de 2009

Adhieren a este comunicado:

El Consejo Comunitario de la comunidad negra del río Anchicayá

El Palenque “El Congal”

El Proceso de Comunidades Negras, PCN

El Colectivo de Trabajo Jenzera