Falso festejo

Que Bernardo Moreno, y quienes lo acompañaban en la audiencia en la que le imputaron cargos por concierto para delinquir y otros delitos, transmitida por televisión, hayan celebrado tan alborozadamente la decisión del juez que lo dejó en libertad mientras es juzgado por el caso de las “chuzadas”, es tan artificioso, como el esfuerzo de quienes se empeñan en vender la idea de que el uribismo salió victorioso de esa faena judicial.


No hubo nada que celebrar, por el contrario, si algo dejó en claro el juez fue que respecto de Bernardo Moreno y María del Pilar Hurtado, hay pruebas suficientes que le permitieron inferir razonablemente que son autores del complot contra la Corte Suprema, críticos y periodistas. Lo único cierto es que Moreno, en un mes, tendrá que comparecer ante la Corte, a defenderse de la más grave acusación que haya caído contra algún secretario de la Presidencia.

Si los medios hubiesen informado con seriedad sobre lo que pasó en esa audiencia, y no con la ligereza con la que anunciaron que Moreno había salido en hombros, habrían advertido que el mismo juez que lo dejó libre, recordó lo que él y su banda olvidaron cuando eran dueños del poder: que en un Estado de Derecho pueden hacerse operaciones de inteligencia, como las que ellos ejecutaron desde la “Casa de Nari”, pero con previa orden judicial.

Si a Moreno lo dejaron libre no fue por no tener nada que ver con las “chuzadas”, sino porque al juez de garantías no le supieron acreditar, habiendo podido hacerlo, que estando en libertad este individuo sí tiene como intentar obstruir la justicia.

Que el juez haya dejado en libertad a Moreno mientras se surte su juicio, demuestra que la justicia no está politizada y que, contrario a lo que pregona Uribe, sí ofrece garantías a los funcionarios de su Gobierno. Lo mismo no puede predicarse de la Comisión de Absoluciones, donde el representante investigador encargado del litigio de las “chuzadas” renunció por amenazas, como antes lo había hecho su antecesor, por otra de las llamaditas indebidas del que sabemos. No fue, pues, que el juez estuviese intimidado por el respaldo inusual del presidente Santos a Moreno y a María del Pilar Hurtado, expresado la víspera de la audiencia.

Fácil resulta suponer que los exfuncionarios del DAS que hoy padecen cárcel por haber chuzado por orden de los hombres de la “Casa de Nari” anden iracundos de verse privados de la libertad, mientras un gran protagonista de varios sucesos inexplicados continúa en libertad. Ojalá revisaran sus colaboraciones con la justicia y se decidieran a contar de una vez por todas lo que han revelado a cuentagotas.

A este penoso proceso le faltan todavía muchas verdades ocultadas por quienes ya se empiezan a podrir en las cárceles o en el exilio, creyendo protegerse cuando están cavando sus tumbas.

Para no ir muy lejos, el 14 de julio de 2010 María del Pilar Hurtado dijo que “Sigo a disposición de la Fiscalía General cuando ésta lo requiera”. Se voló y hoy tiene por prisión a Panamá, donde tarde o temprano comprenderá que la dejaron sola, como al buen muchacho, Jorge Noguera, otro reo que arrastra solito el bulto de muchos delitos.

Llegará el día en el que el presidente cómplice de Panamá, Martinelli, deje el poder, y la Hurtado tendrá que poner otra vez pies en polvorosa, porque entonces ni siquiera el retador anuncio de la Canciller de que Colombia tampoco hará nada en esta ocasión para que se revoque el ilegal asilo panameño, podrá salvarla de las rejas. Cuando ese día llegue, ya será muy tarde, porque la justicia de la que se fugó, la habrá condenado para siempre.

Adenda. A quienes sostienen la imbecilidad de que el presidente Obama sí utiliza los computadores y USB encontrados a Bin Laden, hay que recordarles que no los ha hecho valer como pruebas en los estrados judiciales, sino como elementos de inteligencia. Esa es la diferencia, que los trogloditas no han querido ver.

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