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Espacio de la memoria en INZA, San Antonio

Las víctimas tienen nombre, tienen rostro, tienen voz, tienen identidad, tienen historia. Los familiares, las comunidades de San Antonio, municipio de Inzá en el Cauca vienen desde hace dos años desde la memoria construyendo su propia historia, resignificando la vida de Hortensia Neyid Tunja Cuchumbe y Manuel Antonio Tao Pillimue, luego de su crimen injusto por parte de efectivos militares, el 8 de enero de 2006.


Procedentes de diferentes lugares de Colombia y del departamento del Cauca, llegaron al lugar en donde nacieron estos jóvenes, pieles distintas, colores diversos se encontraron en la memoria de Hortensia y Manuel, la que se hace propia, la que se diferencia a partir del recorrido por los diversos relatos de la represión, de la violencia socio política que ha pretendido imponer modos de sociedad, miradas únicas y proyectos de vida impuestos sobre los pueblos.

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Se evocaron las vidas de Hortensia y Manuel, y las millares que son parte de la historia negada de este país.

“Aunque vengamos de diferentes lugares y tengamos diferente color de piel, el problema es el mismo, nos une el mismo dolor, nos hace encontrar la misma esperanza y la misma ilusión, unir nuestras manos, defender con dignidad el territorio; escenario considerado desde nuestras distintas cosmovisiones como el principio de la vida”.

Se inició luego un recorrido hacia la “Gruta de la vida”, lugar donde la comunidad hace un año construyo e instaló un monumento en memoria a Hortensia y Manuel y en memoria de las otras victimas de crímenes de Estado. Lo ubicaron en el preciso lugar donde las balas oficiales disparadas por militares del batallón “Cacique Piguanza” segaron las vidas a estos pobladores. El Monumento inaugurado hace un año, es una expresión artística popular, con las manos propias, los artesanos, los alfareros, los constructores de Inza. La expresión familiar y comunitaria es la afirmación del derecho a la memoria, a no olvidar, mecanismo de resistencia a las múltiples formas de destrucción social, de impunidad y de silenciamiento.

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Con alegría desbordante, la que se antepuso al propósito temerario de los oficiales generadores de la muerte y la destrucción de los pueblos, mestizos, indios, afrodescendientes y pobladores urbanos, se dio pasó en el monumento a la expresión artística plasmada en el canto, la poesía, el teatro se conjugó con el ritual de fe cristiana que contagio a los presentes.

Sobre una mesa campesina se ofrecieron productos y semillas nativas expresión de la tierra fértil, de la integra relación de hermandad territorio comunidad, En ese mismo lugar, los nombres de Hortensia y de Manuel, pero también, de Yiovany, Eduardo, Álvaro, María, Rosa, Orlando, Juana, Marino, y…tantos nombres mas de hombres y mujeres. Juntos nombres y semillas se convirtieron en germen de la dignidad.

Sobre la mesa el pan, pan amasado de las mujeres de San Antonio. Sobre la mesa las frutas, y la sustancia elaborada y añejada con el conocimiento propio de campesinos y campesinas del Putumayo.

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La palabra de los pueblos como la voz de la memoria, como el llanto, y la risa, constataron una vez más los abusos del poder, de los poderosos, descubrieron la faceta de crimen del Estado, las técnicas novedosas de la estrategia parainstitucional del Estado y su conexidad con los proyectos económicos de las empresas privadas nacionales y de la economía transnacional desterrando a millones de pobladores del campo. Manuel y Hortensia se suman, a l cerca de millar de víctimas conocidas como falsos positivos de la estrategia de seguridad “democrática”. Sus ejecuciones extrajudiciales son la respuesta por el desmesurado afán por presentar logros en la cruzada contra el “terrorista”. Crímenes financiados por la comunidad internacional con el Plan Colombia, Plan Patriota, Plan de Consolidación, y que ha tomado como blanco de esta guerra mayoritariamente a pobladores del sector rural; afrodescendientes, indígenas, campesinos. Pero igual en las ciudades, las dinámicas de control atropellan la vida y las libertades.

Esas palabras hablaron de la inseguridad democrática, las formas abusivas de control y violación a los derechos humanos y derechos de los pueblos, enquistada y reafirmada mediáticamente; un recorrido desde Hortensia y Manuel por el aparato de injusticia, que actúa en la inoperancia, en la iniquidad para proteger a los criminales y enjuiciar a las víctimas..

Las palabras hablaron más allá de lo jurídico, de la afección integral, del copioso caudal de sangre, de la tortura, el asesinato selectivo, la masacre, en cada ejecución extrajudicial, la desaparición forzada, los éxodos masivos, la expropiación territorial afrenta que pretende negar a la víctima, sus proyectos sociales y su historia.

A través de la Palabra se pudo analizar como emergen nuevos sujetos colectivos con historia, que trascienden el dolor y la angustia sin olvidar, convirtiéndose en sujetos protagónicos de la nueva historia. Palabras que se concretaron en la Instalación de la Casa de la Memoria. Allí en medio del anonimato, del aislamiento geográfico, se construyó el “Refugio de El Saber”, con sus propias palabras, el nombre del lugar, el espacio de la fuente de Vida, de la Sabiduría Popular.

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Allí en una vivienda, donde nació Hortensia se inauguró este espacio de la Memoria. Allí las manos, los textos, las palabras son labradores del por venir. El espacio fue restaurado en una minga de alegría, se juntaron manos y propósitos, que al calor del dialogo y la risa, del trabajo decoraron y embellecieron las ventanas, las puertas y las paredes. El lugar habla de los sueños campesinos, de los logros populares, de los sentidos de las vidas juveniles, de las mujeres y de los niños, lugar donde se teje una red por la memoria y la solidaridad.

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La casa abandonada, reconstruida, se convirtió en el “Refugio del saber en memoria de HORTENSIA, MANUEL Y YOVANNY. La construcción fue elaboración de duelo, reconstrucción de sentido, catarsis y esperanza. Allí en ese lugar de la memoria, las palabras de la memoria del Putumayo, Nariño, Cauca, Valle, Meta, Antioquia, Chocó, Santander se entrelazaron para dar vida fraterna a ese lugar desde ese día, el espacio sagrado de la sabiduría.

La declaración de la casa donde creció y vivió HORTENSIA como un Refugio de Sabiduría, es la afirmación del Derecho a la memoria, es la propia constitución del sujeto colectivo de derecho.

Ante la memoria de Manuel Tao, Hortensia Tunja y Yovanny Pillimué (Líder campesino, miembro de la asociación campesina de Inzá, Tierradentro, asesinado el 14 de septiembre de 2007); los familiares de las victimas, comunidades de Inzá y los delegados de las organizaciones de base participantes resignificaron el valor de la construcción propia, de la afirmación colectiva de la dignidad, que no es posible esperar de los Estados

Allí en San Antonio a dos años de los Crímenes de Hortensia y Manuel, ejecuciones cometidas por el Estado en enero de 2006, se erige un refugio para enfrentar el olvido, para enfrentar el miedo, para afrontar el culto irracional a la seguridad “democrática”, para exhumar los sueños aliento del por venir.

Enero 7 y 8 de 2008, Comunidad de San Antonio, Municipio de Inzá, Departamento del Cauca.