Día de homenaje a las víctimas de desaparición forzada

*A todas y todos los familiares de las víctimas de la desaparición forzada
mi expresión solidaria, afectuosa, y mi compromiso por impulsar sus
iniciativas para evitar que este crimen de lesa humanidad se vuelva a
repetir, y sus derechos a la verdad, a la justicia y a la reparación, sean
una apuesta para la reconstrucción del Estado Social de Derecho, en este día
de homenaje a sus víctimas, nuestras víctimas.


Bogotá, D.C. 31 de agosto de 2010*

Hoy hacemos memoria, de nombres, de hombres y mujeres, de historias, de
sueños segados por estructuras y lógicas estatales que han sido
criminalizados, que han sido estigmatizados, que han sido torturados y sus
cuerpos arrojados a lugares donde se les sepulta o se les arroja a los ríos
y el mar. Su ocultamiento es la pretensión de negar la historia, las
posibilidades de otro modo de existencia, de otro tipo de democracia, es la
forma del aleccionamiento colectivo, es el aseguramiento del miedo.

Desde aquel día en Barranquilla a finales de los 80 su víctima fue Omaira.
Luego esta técnica se dirigió contra estudiantes de la Universidad Nacional.
Era el período del “Estatuto de Seguridad”, la no bien recordada génesis de
La Triple A, como una operación miliar encubierta, que se ha prolongado en
el tiempo hasta en la llamada “Seguridad Democrática”. Hoy son cerca de 60
mil las víctimas de la desaparición forzada, según cifras oficiales. Muchas
más que el conjunto de las reportadas en los tiempos de las dictaduras
Argentina y Chilena.

Aquí en Colombia se configuró una maquinaria de exterminio con hornos
crematorios, fijos y móviles; se reeditaron los medios de terror para acabar
con el cuerpo consumido con cocodrilos o con felinos; los mecanismos de
ahogamiento en los ríos, en los mares o tan simplemente en las cañerías de
los baños. Se trata no solo de sitios de enterramientos, algunos públicos y
otros clandestinos de NN, donde existen indicios serios de restos de
personas que fueron desaparecidas o ejecutadas extrajudicialmente como en La
Macarena. O sitios de ahogamiento del cuerpo como ha ocurrido en
Buenaventura, en el bajo Atrato o en Dabeiba; o en parajes más
cercanos en Bogotá
o en las goteras de Medellín. Son millares que se encuentran en los parajes
de la noche y la niebla. Y por eso hoy seguimos promulgando: “dónde están?”

Hoy hay un avance formal con la aprobación de la ley de 1408 de 2.010,
promulgada recientemente por el Presidente de la República, Juan Manuel
Santos, que reconoce hoy como el “Día Internacional de los detenidos
desaparecidos”. Hoy todas las autoridades locales, regionales y nacionales,
con esta disposición legal, asumen obligaciones respecto a la memoria
histórica, así como la obligación de buscar e identificar a las miles de
víctimas con la participación de las víctimas.

Nada de lo logrado ha sido posible sin la memoria colectiva de las Abuelas,
las Madres, y los Hijos de la Plaza de Mayo y de su propia historia, de sus
llantos y su cirirí, de sus alegrías y de su dignidad. Y a pesar de la
objeción de Álvaro Uribe, hoy existe el reconocimiento institucional a este
día de Homenaje, gracias a ustedes, profetas en el desierto de la impunidad
jurídica, política y social.

Hoy el poder ejecutivo y el legislativo del que formo parte, debemos asumir
responsablemente la recolección de sus más 10.000 firmas para la
ratificación plena, sin dilación, sin omisiones y sin micos, de la
Convención Internacional para la protección de todas las personas contra las
desapariciones forzadas de Naciones Unidas.

Debemos abrir espacios para la discusión sobre la ley de víctimas y la ley
de memoria histórica, donde la especificidad de este crimen de lesa
humanidad, quede reconocido, proscrito y condenado jurídica y socialmente.
Pero urge definir una política pública con decisiones presupuestales que
atiendan la gravedad de esta situación que la enfrenten y la prevengan
estructuralmente.

Ustedes, en particular, las madres, las mujeres, las hijas, las hermanas han
sido la guía cierta hacia la verdad, la justicia y la reparación. Quedó a
disposición de todas y todos ustedes para unirme a sus apuestas, y proyectar
desde mis responsabilidades como ciudadana y parlamentaria sus derechos.

Piedad Córdoba Ruíz.

Senadora Liberal

Presidenta Comisión de Paz de Senado