¿A quién engaña, Ministro?

En materia de reformas políticas, el Gobierno lleva dos años jugando a engañar al público, complacer a los congresistas y proteger a sus ‘parapolíticos’. Hagamos un poco de memoria.
El Presidente pidió a los ‘parapolíticos’ seguir votando antes de ir a la cárcel. Así lo hicieron. Todos los uribistas presos por ‘parapolítica’ votaron a favor de su primera reelección y votaron a favor del TLC, no sin antes asegurarse de que incluyera ventajas para sus regiones y negocios. Luego, presionado por la opinión pública, el Presidente radicó en julio del 2007 una reforma política.


Por iniciativa de ciudadanos y algunos congresistas, se incluyeron sanciones a los partidos que avalaran candidatos que resultaran investigados por vínculos con organizaciones criminales. Las sanciones eran escuetas y de aplicación inmediata: 1. Impedir el reemplazo de la curul del que iba preso, conocida como la ‘silla vacía’. 2. En caso de sentencia, eliminar los votos del condenado de la votación del partido y obligarlo a devolver los recursos públicos recibidos por el condenado. 3. Si el condenado había sido candidato de una circunscripción local y regional, el partido no podría presentar candidatos a esas circunscripciones en la elección siguiente. 4. Si más del 50 por ciento de las curules de un partido resultaban condenadas, el partido perdería la personería jurídica.

Durante 10 meses, varias ONG y ciudadanos, entre las que me incluyo, acompañamos al Gobierno por todo el país explicando y defendiendo esa reforma y sanciones, con las que el Gobierno nos dijo estaba comprometido. Sorpresivamente, en el penúltimo debate de la reforma, a tres semanas de su aprobación, el Gobierno cambió de opinión y le pidió a su bancada hundir la reforma aduciendo que “no estaba dispuesto a perder sus mayorías en el Congreso”. La orden se cumplió y la reforma se hundió en junio del 2008.

En efecto, si las sanciones se hubieran aplicado, todos los ‘parapolíticos’ presos habrían perdido sus curules, por lo menos dos partidos uribistas habrían perdido su personería jurídica (Colombia Viva y Colombia Democrática, partido del primo del Presidente, Mario Uribe) y los colombianos habríamos recuperado casi dos mil millones de pesos que habían recibido para sus campañas. El que convenció al Gobierno de hundir la reforma fue Fabio Valencia Cossio, que estaba a punto de ser nombrado Ministro del Interior y sabía que manejar el Congreso sin mayorías contundentes complicaría su gestión.

Para mantener las apariencias, Valencia Cossio radicó como Ministro otra reforma política, que propone eventuales sanciones que deberán ser reglamentadas por el Congreso y cuya aplicación está sujeta a que exista sentencia ejecutoriada por delitos relacionados con la vinculación de grupos armados ilegales y actividades del narcotráfico. Nada de sanciones inmediatas desde que van presos, ni eliminación del carrusel de reemplazos, ni devolución de la plata. Todo quedará como una remota aplicación futura de eventuales sanciones, que en nada afectan a los ‘parapolíticos’ y bancadas actuales de los partidos uribistas.

En cambio, la reforma sube el umbral e impide la inscripción de posibles candidatos que pudieran competirles a los congresistas actuales, les permite a estos cambiarse de partido sin ser sancionados, hacer consultas interpartidistas, les da más plata y por anticipado para que hagan campaña, les quita la obligación de devolver la financiación de los ‘parapolíticos’ y asegura que todos los partidos -con condenados o sin estos- sigan con personería jurídica y plata para la campaña del 2010 y para apoyar la segunda reelección.

Ahora sí, Valencia Cossio le pide urgentemente al Congreso aprobar esa reforma para que haya “cero corrupción en las elecciones”. De un experto clientelista, con su hermano preso por vínculos con narcoparamilitares, no se espera nada menos, pero del Presidente que prometió acabar la politiquería se esperaba mucho más. Desafortunadamente, ambos nos han engañado por igual.

Claudia López

http://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/claudialpez/a-quien-engana-ministro_4969128-1