A quién benefició la bomba?

Desgarradoras las escenas que vimos el jueves en Bogotá como consecuencia del carro bomba en contra de las instalaciones de Caracol Radio en la calle 67.


Miles de colombianos vieron cómo sus viviendas sufrieron por el impacto de la onda explosiva. Mujeres mayores, jóvenes y niños se asomaban por las ventanas de sus apartamentos como incrédulos de que eso les hubiera pasado a ellos.

Ese mismo día entrevisté para El Radar de Caracol Televisión al presidente de la cadena radial, Ricardo Alarcón. Y les confieso que me impresionó mucho estar allí, en la mitad de la sala de redacción, sintiendo los fuertes vientos que entraban por lo que hasta hacía unas pocas horas eran unas ventanas con unos vidrios gruesos y seguros. A la hora de la grabación, 5 de la tarde, todavía volaban pedazos de escombros por encima de los periodistas.

Sin embargo, lo que más me conmovió fue el profesionalismo de los periodistas de Caracol. Allí se trabajaba con tal entusiasmo que parecía que nada hubiera pasado; los terroristas no habían logrado su objetivo. En la cabina estaba Hernán Peláez con su equipo de La Luciérnaga transmitiéndole al país, como si fuera cualquier otro día normal. Su entusiasmo y optimismo, sumados al de los jóvenes periodistas que se encontraban en la sala de redacción, me hicieron pensar que la grandeza existe.

También ese día vimos en las horas de la mañana al presidente Santos y a su ministro del Interior, Germán Vargas Lleras, llegar a las instalaciones de Caracol. Y a diferencia de los años anteriores, vimos a unos funcionarios parcos en sus declaraciones. Ninguno de los dos, y con razón, acusó a X o Y organización de haber perpetrado el crimen. Y no lo hicieron, pienso yo, porque eso todavía no está claro. El hecho de que no se lo hayan atribuido a las Farc nos pone a pensar que detrás de este atentado podría estar algún grupo de ultraderecha que pretendía mandar un mensaje al mejor estilo mafioso.

La bomba explotó en las horas de la madrugada cuando no había, por fortuna, mucha gente en los alrededores. Iba dirigida en contra de Caracol, en donde laboran Darío Arizmendi y Félix de Bedout, quienes precisamente no se caracterizan por haber sido defensores de los grupos paramilitares o de la derecha. Y digo que el mensaje de la bomba es mafioso, porque de una vez pretendían notificarles a otros periodistas que ellos todavía están en la capacidad de actuar. A su vez la pusieron en una zona de estrato 6, para que los habitantes de la zona piensen que sólo habían pasado cinco días desde que salió Uribe para que las Farc se volvieran a tomar Bogotá. Esta bomba, además de mandar estos mensajes que he dicho, también pretende desestabilizar al gobierno del presidente Santos, quien entró con pie derecho tomando distancia de su predecesor. Las preguntas que nos hacemos es: ¿A quién benefició este atroz acto criminal? ¿Quién quiere que a Juan M. Santos le vaya mal como Presidente de la República?