¿Un perdón presidencial?

A dos semanas de que se instale en Oslo (Noruega) la mesa de negociación entre el Gobierno y las Farc, el país está volcado en el tema. El presidente Juan Manuel Santos dice estar seguro de que es el momento de la reconciliación; en el Congreso se habla de una consulta popular para evaluar los resultados de los diálogos; un representante a la Cámara invita a utilizar la figura del perdón presidencial a los guerrilleros que se desmovilicen y el Eln, a través de de alias Gabino, su máximo líder, dice tener la intención de unirse al proceso.


En la mañana de ayer —Día Internacional de la Paz— Santos volvió a insistir en que hay condiciones y que “si hay voluntad de las partes, podemos llegar a un acuerdo para ponerle fin al conflicto. Por parte nuestra, esa voluntad está presente”. Y agregó: “Nosotros estamos en el proceso de ir fomentando la reconciliación entre los colombianos”.

Mientras tanto, en el Congreso, luego de que las comisiones de paz del Senado y la Cámara de Representantes se reunieran con el jefe de Estado esta semana, surgieron varías versiones de lo que éste habría dicho a los legisladores. El representante liberal Guillermo Rivera aseguró que se habló de utilizar un mecanismo de consulta popular “para poner en consideración de los colombianos los resultados de los acuerdos de paz en La Habana”; el presidente del Senado, Roy Barreras, de la U, dijo que esto nunca se mencionó.

Pero la cosa no para allí. El representante de Cambio Radical, Jorge Enrique Rozo, advirtió que presentará un proyecto otorgándole al primer mandatario la facultad de conceder el perdón a quienes se vinculen al proceso de paz. “El Congreso no puede cargar con ese peso y si el presidente, como dijo, asume el éxito o el fracaso del proceso de paz, debe ser el que tome decisiones y asuma las consecuencias al respecto”, expresó el legislador. “Es sencillamente incluir un artículo donde el Congreso faculte al presidente de la República para ejercer las condiciones del perdón presidencial”, explicó.

Desde la otra orilla, Nicolás Bautista, más conocido como Gabino y máximo cabecilla del Eln, manifestó en una entrevista con el medio argentino Marcha que les desea la mejor de las suertes a las Farc y al Gobierno en el intento de encontrar la paz, al tiempo que volvió a mencionar el deseo de dicho grupo insurgente de sumarse al proceso, en una sola negociación.

“El Eln considera como lo más acertado para el proceso de paz una mesa única de la insurgencia. Y debemos esforzarnos para que así sea. Esto requiere niveles de unidad y estamos caminando para lograrlo. Somos respetuosos del proceso que ha iniciado el Gobierno con los compañeros de las Farc y les deseamos muchos éxitos. Confiamos en que más adelante, el proceso que ahora se inicia por separado, pueda confluir en una misma mesa, ya que salvo algunas diferencias, somos fuerzas con objetivos similares, que es lo más importante”.

Incluso, la moda de paz ha trascendido las fronteras. La plataforma de ONG europeas y colombianas Oidhaco —donde se encuentran agremiadas 34 organizaciones defensoras de derechos humanos— le solicitó a la jefa de la diplomacia de la Unión Europea (UE), Catherine Ashton, que “dé prioridad” en su agenda internacional a la negociación de paz entre el Gobierno de Colombia y las Farc. “La UE, como actor protagonista de la comunidad internacional, debe pasar de mero observador del proceso que se ha iniciado en Colombia a apoyarlo directamente”, indicó el portavoz de Oidhaco, Vicent Vallies.

Es evidente que el país y el mundo están ilusionados con un proceso de paz para ponerle fin a uno de los conflictos armados más viejos del mundo. Es claro que por ahora el presidente Santos mantiene un moderado optimismo e incluso dice que las cosas pueden salir “más rápido de lo que se piensa”. En el Congreso, por su parte, comienzan a escucharse propuestas, unas aceptadas otras no tanto. Y los otros movimientos ilegales, como el Eln, ven la oportunidad de subirse al tren de la paz, aunque en la Casa de Nariño creen que debe ser un proceso por separado. Lo claro es que todavía falta mucho por definirse.

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