¿Tara o hipocresía?

No son pocos, lamentablemente. Cunden por doquier. Los hay, contaminados de la ceguera de que hablara Saramago, tratando de no ver, de negar la posibilidad de que regresen a la luz quienes tuvieron la venda de las armas, la violencia y la guerra por décadas.

Los hay, mirando para otro lado cuando las minorías piden cabida, levantan la mano, llaman la atención y encienden sus rostros para hacerse visibles, para hacerse posibles.

Los hay, con la cabeza enterrada como el avestruz, para no demostrar su ineptitud, como la administración Peñalosa, o para no tener responsabilidad, como los “conciudadanos” de los injustamente criminalizados habitantes de la calle.

Los hay, con la mirada extraviada cuando se habla de colombianos en situación de hambruna, migración o exclusión, como si la cosa no fuera con ellos.

Así son (así somos), esos colombianos soberbios al pedir, paradójicamente, una solución pronta para la guerra siempre y cuando los otros, los desmovilizados, no se dejen ver por la civilización; o al exigir leyes justas para los minorías siempre y cuando no se muestren y sigan escondidas en sus clósets; o al solicitar medidas prontas para las hordas de vagabundos citadinos detrás de esa frase hipócrita de “salida digna” que traduce llevarlos al ostracismo bajo las alcantarillas; o al clamar por vindicaciones para los desposeídos pero que no tengan que ver con los bolsillos propios o con los esfuerzos propios.

Generación hipócrita y enferma que no es capaz siquiera de ver por encima del hombro a esos otros, porque imagina, en el fondo, que al no permitirles visibilidad les niegan la posibilidad de existir.

Fuente: http://www.elespectador.com/opinion/tara-o-hipocresia