SIN OLVIDO – 27 años de la pascua de JOSE EDUARDO UMAÑA MENDOZA.

Dirán que pasó de moda la locura

Dirán que la gente es mala y no merece

Más yo seguiré soñando travesuras

(acaso multiplicar panes y peces)”

 

En nuestra memoria continúa vivo el altruismo y convicción que destacó al jurista, al defensor de Derechos Humanos, al humanista, al convencido que el ejercicio del derecho era una simple herramienta que debía ser complementada y acompañada de decisiones organizativas y comunitarias en la exigibilidad de Verdad, Justicia, Sanción y Garantías de no Repetición. Su don de servicio y ética profesional jamás le llevaron a declinar su labor por la defensa de los más desfavorecidos y desprotegidos en nuestro país.

Representante jurídico de casos emblemáticos como el de los falsos montajes judiciales y privación de la libertad a los trabajadores de la empresa TELECOM, los desparecidos del Palacio de Justicia. JOSÉ EDUARDO asumió con entereza en los estrados judiciales cada defensa de sus representados, impotente ante un Estado social de derecho, desecho cuyo sistema judicial favorecía los mecanismos de impunidad.

Caracterizado por su capacidad de oratoria, heredada de su padre el maestro Eduardo Umaña Luna, en cada mensaje infundía en presentes y lejanos el respeto a la vida, la defensa de la soberanía de nuestra patria, cuestionando el sometimiento y la imposición de políticas externas que atentaban contra la autonomía de nuestro país.

Su pensamiento y dedicación a la labor de la defensa de los Derechos Humanos hoy cobran fuerza, exigente y radical con su trabajo, creativo del quehacer jurídico desenmascaró la afrentosa estrategia de la justicia sin rostro, donde testigos velando su identidad, declaraban en contra de quienes se quería procesar judicialmente, a lo que José Eduardo denominaba “la justicia sin rostro y el rostro de la injusticia”.

Su talante de jurista y defensor de Derechos Humanos, cuya conciencia innegociable demostraba la corrupción de la justicia colombiana por sus nexos directos con los poderes mafiosos y su funcionalidad con una clase social llena de privilegios que se imponía sobre las capas de las mayorías sumidas en la pobreza y la exclusión, se convirtió en la causa para ser sentenciado a la muerte.

JOSÉ EDUARDO, el quijote que luchó contra los molinos de viento de la injusticia soñó con la paz para Colombia, se afectó por las formas y estrategias de guerra implementadas como el paramilitarismo, al que denunció con ahínco y sin temor, sosteniendo la importancia de humanizar la guerra, ante tanta degradación.

Hoy, mas que nunca, su legado invita a pensarnos formas de transitar a la paz, mermar la intensificación y degradación de este conflicto armado que destruye a nuestro país. Su constante llamado al respeto por la vida podrían ser las mismas acciones de Jesucristo a quien seguimos en esta Semana Mayor, abriendo los ojos a los ciegos, levantando a los paralíticos, dando oído a los sordos. Podría considerarse que el mandato del amor a los demás de Jesús de Nazareth fue tomado por José Eduardo Umaña, quien llevó y asumió sin límites su compromiso de defensa de la vida, hasta el punto de plantearse que: “es mejor morir por algo, que terminar dando la vida por nada”.

SIN OLVIDO José Eduardo, en la memoria de las víctimas de violaciones a los Derechos Humanos.

SIN OLVIDO José Eduardo, en la memoria de los procesos organizativos y comunitarios que trabajan por defender su vida y sus territorios.

SIN OLVIDO José Eduardo, en la memoria de quienes exigen Verdad, Justicia y Garantías de no Repetición.

JOSÉ EDUARDO UMAÑA MENDOZA, SIN OLVIDO