Si Fuera Fácil Construir Confianzas, Sería Fácil Hacer la Paz

Hace daño y obstaculiza el desarrollo de los diálogos y el avance hacia la paz el estimular la imposición de inamovibles, considerar la Mesa como un acto altruista del gobierno, junto a la exigencia a la insurgencia para que suspenda actividades bélicas, mientras el régimen queda con las manos libres, para continuar profundizando la guerra.

¿En razón de qué la guerrilla tiene que suspender sus operaciones militares defensivas y ofensivas, mientras las fuerzas gubernamentales bombardean sus campamentos, torturan, desaparecen, encarcelan y asesinan a nuestros compañeros, que son luchadores políticos, en muchos casos en estado de indefensión, en abierta violación del Derecho Internacional Humanitario? ¿Por qué razón los medios de información califican como actos contra la paz las operaciones guerrilleras, y las acciones de guerra del ejército, policía y paramilitares son en beneficio de la paz? Esto no es equilibrado ni justo y no hace honor a la verdad.

Tal desequilibrio informativo atenta contra la objetividad con que se debe presentar la Mesa de diálogos, que no es de rendición, sino de búsqueda de posibles acuerdos, que concreten pasos de avance hacia ponerle fin al conflicto social y armado actual.

Miedo al cese

Es importante el debate que se viene dando sobre la tregua o cese al fuego. Quienes plantean que se exija a la guerrilla la tregua unilateral, que equivale a que se amarre las manos y se deje matar, defienden la prolongación de la guerra por muchos años más y promueven el fracaso de los actuales diálogos, con el deliberado propósito de tener tiempo de exterminar supuestamente a los alzados en armas y pacificar el país, y por esta vía evitar hacer los cambios que el país requiere, para que todo siga igual.

Al poner sobre la Mesa como condición el cese unilateral, condenaría al fracaso este intento por llegar a un acuerdo que conduzca a la paz, propósito que buscan los seguidores del proyecto de ultraderecha del ex presidente Uribe.

En la guerrilla estamos de acuerdo en contribuir a generar condiciones, en dar pasos bilaterales que permitan que el ambiente para la paz se generalice, para que se construyan confianzas entre los contendores, en el resto de colombianos y en la opinión internacional. Pero esta decisión debe ser de doble vía, es decir que las Partes asuman el mismo compromiso ante la paz, y no que la guerrilla sea la que haga el gasto, en una situación de desventaja, que no reconcilia sino que exacerbaría el enfrentamiento.

Enredar el análisis, es postergar la solución

Los medios de información generadores de opinión hacen un flaco servicio a la construcción de la paz, con el deliberado propósito de mantener los privilegios económicos y políticos, que proporciona a unos pocos la prolongación de esta guerra, sin que se sepa a ciencia cierta, por cuántos años más deberá sufrirla el pueblo.

Dichos medios con la forma como analizan las causas originarias del conflicto interno y la interpretación sesgada que le dan a determinados hechos, propios de toda guerra, satanizan la operatividad guerrillera y en cambio las operaciones de guerra del gobierno, unas las santifican y otras las invisibilizan, como los bombardeos indiscriminados y los mal llamados Falsos Positivos, que son en verdad crímenes de guerra.

Esta forma perversa y engañosa, desnaturaliza el conflicto colombiano, invisibiliza las razones políticas y sociales que motivó el levantamiento armado, le otorga a la guerrilla parentescos que no tiene, al calificarla de “amenaza terrorista” y sus actividades presentadas como “violencia de bandidos contra el pueblo”. Tal postura unilateral impide que se entienda el conflicto en su verdadera dimensión y obstaculiza el hallazgo de posibles soluciones en un momento en que la insurgencia se dispone a explorar caminos, que sean ciertos para construir la paz junto y con el pueblo.

La larga historia de las desconfianzas

Los colombianos durante más de 70 años, incluida la guerra de mitad del siglo pasado, llamada La Violencia, hemos sufrido como pueblo los efectos dolorosos y desastrosos del conflicto interno. Hoy cuando las grandes mayorías claman por la paz y piden cesar la guerra, este clamor llega al ELN hasta lo más profundo de sus fibras humanistas, disponiéndose a firmar un armisticio, serio y responsable ausente de trampas, que abra la autopista que conduzca a la paz real donde impere la justicia social, que sea estable y duradera.

El ELN en la década del 80 del siglo anterior presentó públicamente al gobierno, la propuesta de firmar un acuerdo para Humanizar la guerra y hacer menos doloroso los efectos de ésta sobre las personas protegidas, mientras se creaban otras condiciones para la paz. Esta propuesta sigue vigente, así como la disposición de llegar a un acuerdo que ponga fin al conflicto.

En ese entonces el régimen guardó silencio y prefirió aliarse con los capos del narcotráfico, integrando sus escuadrones privados a la estrategia contrainsurgente, dando rienda suelta al paramilitarismo y a sus horrorosos crímenes.

El protagonista de la paz

Si la elite dominante y sus medios de información, si el gobierno Santos que la representa, se disponen a que demos pasos bilaterales serios, con responsabilidad y lealtad, será posible la paz; de lo contario la guerra lamentablemente se prolongará por muchos años más, ¿hasta cuándo?… hasta que la oligarquía se disponga y facilite los cambios, que el país reclama o hasta que el pueblo hastiado de sufrir pasivamente los desastres de la guerra, y de soportar al régimen represivo y anti democrático, se convierta en un torrente unido y movilizado, capaz de construir la paz con fuerza imparable.

Las mayorías nacionales en su condición de constituyente primario y dueño de su destino, son el legítimo constructor de la paz y quien tiene la palabra. Y no como está sucediendo ahora, cuando los negociantes que se enriquecen con la guerra, son los que toman las decisiones en el país, obstaculizan la paz y suplantan a la sociedad colombiana, que la quiere y la reclama.