Senaida Parra Parra

Nuestra amiga, compañera y defensora de derechos humanos y derechos de los pueblos, integrante de nuestra Comisión de Justicia y Paz.

Ayer martes 19 de enero, a las 10:40 p.m. en un hospital de Soacha, falleció nuestra pequeña, grande, la hormiguita, la pedagoga popular, la constructora de equidad y género, nuestra poeta, nuestra Gioconda Belli, nuestra amada de Frida Khalo. Por eso afirmó en su espíritu libertario “Espero alegre la salida y espero no volver jamás” como lo dice la mexicana. Con ella Blades, Arjona, Paez, Calamaro, Sossa, Ana y Jaime, Lennon, la expresaron.


Fuerte, vertical, a veces tímida, pero nunca dubitativa sobre la razón de existir, sobre la razón de defender los derechos humanos. Hormiguita que desde esos nichos de dignidad, desde la pasión por el derecho de los niños y las mujeres, desde el derecho al territorio y la pedagogía, aportó a los derechos de los pueblos. Ella se enfrentó al monstruo del poder paraempresarial, se indignó, se arriesgo, fue amenazada de muerte, fue perseguida judicialmente y murió acompañando desde nuestra Comisión de Justicia y Paz.

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Esa pequeña, Senaida, nacida en las barriadas populares, en la tradición católica convertida desde la memoria de los cristianos de pie, los de las catacumbas, concretó sus opciones más profundas por la justicia, por el respeto a la vida, a la dignidad de los pueblos, de las mujeres, de los niños y de la naturaleza.

De sus 32 años, hemos caminado con ella, estos últimos 4 años de la vida, ella es parte de esa minoría que se negó al ascenso social, a la movilidad que niega la raíz o las convicciones profunda, se negó al acomodo y a las posibilidades de una vida estable en las lógicas del capital, renunció a los fantasmas del progreso.

Como las utopías que se acercan y se distancian así ha sido su vida. Buscando hacer realidad eso de la justicia en la que se cree, por lo que se apuesta y se arriesga la vida, ella lo avisoro, lo vivió plenamente. Pero conoció también la experiencia de la traición, de la hipocresía, de la muerte. Conoció a las almas débiles al poder del dinero y la corrupción, de la persecución y de la muerte violenta. Senaida creyente más allá de la retórica discursiva, de las elaboraciones teóricas, pero siempre buscando el rigor en la pedagogía.

Así las últimas horas, las que padecemos con la certeza de nuestra finitud, cuando el destino, la historia, el azar o las consecuencias de nuestras opciones nos dan esa posibilidad, vivió estos últimos días… una percepción de los límites, una sensación entre la brecha de poder seguir o la imposibilidad, unas palabras de miedo, de la soledad absoluta e intima con el propio ser, con lo vivido, las horas concientes adormecidas químicamente recorriendo la propia historia. Allí la historia de papá y mamá, de sus hermanos Choco / Rubén/, Wilsin y su marcela. Ellos el trasfondo del adorado Curvaradó y Jiguamiandó Naya, Cacarica, Buenaventura con Pablito Salazar, Cecilia Naranjo, Chuz, Nohora, Elizabeth, Luz Marina, Alba, Elkin, Chris, Ana María… en fin, todas y todos con los dramas y las alegrías propias, las familiares, la colectivas con la sed de la justicia ante el poder de los poderosos, criminales, con la indignación a flor de piel, voz con la voz indígena, con la voz negra, con la voz mestiza, con la voz del barrio popular.

Ella también como los excluidos de Colombia ha sido víctima del sistema de salud, del negocio de las EPS, que engañan con sus estrategias de cobertura y una calidad de atención que es solo fantasía. Pasó por Medellín saliendo de Curvaradó con un diagnóstico con un altísimo margen de error y una simple expresión: vaya a descansar. Llegó a su hogar en Bogotá y luego al hospital donde a su exigencia de una toma de exámenes le respondieron, luego de tanto insistir: “Siga ahí y hágase ese hijueputa examen allá”.

Y luego un día más, y el lunes pasado no podía ser traslada de un centro de atención de pésimo nivel y luego a otro…… y espere, espere, espere…… y tanto tiempo perdido, y luego, de un momento a otro, a cuidados intensivos. Paso desde el norte de la ciudad hasta Soacha, kilómetros y kilómetros en una ambulancia con el riesgo de morir, aunque a pocos kilómetros podía ser atendida, pero como la salud es mercancía no se podía. Y llegó a Soacha, y allí en esa memoria que circuló en su conciencia sedada recogió los pasos de su historia, los que hoy están aquí y allá.

Aquí lloramos, o lloramos sin llorar, lagrimeamos o dejamos inundar nuestros ojos. Estamos atragantados, estamos invadidos, sin abrazos o con ellos, con nuestras palabras negadas o por decir. Algo inesperado, sin espera, la muerte nos ha tocado en ella, como nunca antes. Estamos un tanto derruidos, sin lágrimas rodando en nuestra piel, estamos estupecfactos, no salimos del asombro ni de la sorpresa.

La pequeña, de sueños multicolores se ha ido o está aquí, la buscamos se nos pierde y la encontramos, ha recorrido su paso en nuestra historia, en nuestras vidas, ha pasado en nosotras y nosotros, como pretendemos ser y existir ….. “ Por eso, no quiero que me lloren si algo pasa ”, dijo luego de las amenazas de muerte, “quiero que siempre canten y hagan poesía por la libertad”, Sor Libertad. Zenaida eres expresión de nuestra libertad. Como siempre decías y ahora nos continúas diciendo: “Ser, dejar ser, sin dejar de ser”

Velación Funeraria La Gaviria San Juan de Ávila Cll 136 A 18 / 85

Celebración de su historia jueves 21 de enero, 2:00 p.m. templo San Juan Bosco Cll 170 con Cra 7ma.

Bogotá, D.C. 20 de enero de 2009

Comisión Intereclesial de Justicia y Paz