Respuesta de las FARC- EP al ACIN

Montañas de Colombia, Marzo del 2009

Diálogo epistolar Compatriotas:
Acin, Asociación de Cabildos del norte del Cauca;
Cric, Consejo Regional Indígena del Cauca.
Santander de Quilichao

Reciban un cordial saludo que por su intermedio quisiéramos extender a todas las comunidades indígenas del Cauca.

Nada fácil ha sido la lucha de los sectores populares que conformamos Colombia, reivindicando derechos, buscando justicia, igualdad de posibilidades, bienestar general y sobre todo la dignidad que desde hace más de 500 años nos han conculcado sucesivamente los imperios de España, Inglaterra y Estados Unidos así como también los nacionales dueños del gran capital y sus socios, los insaciables latifundistas.

Cabe recordar hoy, cómo, en el departamento del Cauca durante la segunda mitad del siglo pasado, se libraron duras e intensas batallas de recuperación de tierras usurpadas por la aristocracia valle caucana a las comunidades indígenas de esta parte del país, luchas que contaron, como siempre, con la plena e incondicional solidaridad de las FARC – EP y con nuestra participación activa, una y otra nacidas de una concepción revolucionaria de la sociedad y expresamente señaladas en los documentos fundacionales farianos que nos convocan a luchar sin desmayo por la devolución a las comunidades indígenas de las tierras que les han sido arrebatadas. Somos pues, parte integral de esta lucha.
Relacionamos aquellos momentos de la historia reciente, no solo porque sintetizan la teoría y la práctica de las FARC – EP alrededor de las tierras comunitarias, sino también porque evidencian nuestro permanente compromiso y positiva disposición en beneficio de la causa indígena, al punto que hoy en día, varios frentes e innumerables unidades guerrilleras están conformadas mayoritariamente por combatientes provenientes de diferentes etnias, continuadores de la epopeya libertaria de importantes héroes indígenas de la historia nacional.

Un proceso de consolidación de Colombia, como nación, desata dinámicas no exentas de generarnos dificultades muy puntuales y desencuentros en algunas zonas, originadas en la enorme complejidad del conflicto colombiano.

Han transcurrido 22 años desde la firma de acuerdos entre la dirigencia indígena y el Estado Mayor Central de las FARC – EP en los cuales los jefes de la insurgencia hicimos ” un llamamiento a los frentes que operan en zonas de población indígena, a recoger en su actividad el espíritu y la letra del SEXTO PUNTO del PROGRAMA AGRARIO DE LOS GUERRILLEROS que exige el respeto a la organización autónoma de las comunidades indígenas, a sus cabildos, su vida, su cultura, su lengua propia y su organización interna “, llamado que hoy reafirmamos y reiteramos públicamente.

Pero, vale señalar que desde entonces, la confrontación fratricida en Colombia, antes que amainar se intensificó y que a pesar de nuestra manifiesta disposición por lograr acuerdos conducentes a la convivencia democrática y a la paz, los distintos presidentes no solo incrementaron la estrategia neoliberal de nefastas consecuencias sociales sobre la mayoría de la población sino que acentuaron la violencia fortaleciendo la maquinaria de guerra y su paramilitarizada concepción de la seguridad nacional.

Los “diálogos de paz” con la insurgencia revolucionaria efectuados durante ese tiempo, solo buscaron nuestra capitulación o, como lo reconoció públicamente el presidente Pastrana, “ganar tiempo para fortalecer la fuerza pública estatal” multiplicando su capacidad de agresión y redoblando esfuerzos por comprometer a la población civil en el conflicto sin tener jamás la decisión política de poner fin a confrontación.
Tal estrategia oficial sumó nuevas dificultades a la crítica situación de los sectores populares en todo el territorio nacional.

Todo ello a pesar que las comunidades indígenas, las minorías étnicas, los pobres, el campesinado, los trabajadores, las FARC, es decir el pueblo colombiano, los sectores excluidos y perseguidos secularmente, anhelamos la paz con intensidad, la hemos reclamado, guerreado, una paz entendida no solo como la ausencia de confrontación militar sino también de convivencia con justicia social, democracia, progreso, soberanía y , como bien lo señalan ustedes, de vida buena en armonía con la naturaleza.

Esa es nuestra razón de ser y nuestra lucha, que la necesitamos convocante, confluyente y unitaria como condición de victoria lo que nos permite compartir la sabia conclusión del Primer Congreso Indígena y Popular de Cauca y Valle del Cauca de septiembre del 2004 que señaló: “Esta vez salimos a convocar pueblos, organizaciones y procesos populares. Marchamos para expresar nuestro compromiso de unirnos y trabajar tejiendo la solidaridad recíproca que hace falta para defender la vida. Esta vez sabemos que solos no podemos y que nos necesitamos mutuamente para entender, para resistir y para crear un país y un mundo posible y necesario”.

En las innumerables ocasiones en que localmente los mandos farianos han tenido la invaluable experiencia de intercambiar con las autoridades indígenas del Cauca, sobre nuestras respectivas cosmogonías, hemos expresado identidad con la esencia de principios como Territorio, Unidad, Cultura, Autonomía, Resistencia, Justicia y Moral que los participantes indígenas nos han expuesto con generosidad. Esa misma armonía con nuestra visión del mundo nos ha facilitado buscar la solución a muchas de las dificultades concretas, cuando en la cotidianidad de la lucha, nos las hemos tropezado.

Debemos de proseguir esos intercambios con la mayor frecuencia que nos sea posible, dadas las circunstancias, para lo cual tenemos la mejor disposición. Cada diálogo, cada acercamiento, cada razonamiento que realicemos conjuntamente allanará senderos civilizados para superar la dificultad.

Millones de quienes conformamos los sectores sociales de Colombia agredidos por las arrogancias del poder, explotados de mil formas, violentados por hacendados, terratenientes y poderosos, tenemos la certeza que solo la confluencia unitaria y popular hará posible una Nueva Patria, donde quepamos todos, en democracia y con pleno respeto.

Los grandes abismos e injusticias que padecemos los de abajo, los explotados, las etnias, los despojados y desplazados solo podremos superarlas construyendo un nuevo régimen político que represente genuinamente los intereses populares colombianos, lo que nos reclama prevalencia férrea de los elementos unitarios y discusión fraternal de cualquier diferencia. Es la esencia de la reflexión que queremos compartir con ustedes en esta ocasión.
Les agradecemos su atención,
Por el secretariado del Estado Mayor Central de las FARC – EP,
Compatriota,

Alfonso Cano