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Regreso al alto Ariari, un año afirmando el derecho a la vida, al territorio, a la memoria

La Comunidad Civil de Vida y Paz, CIVIPAZ, celebró el primer aniversario de regresar a la región del Alto Ariari, a una zona humanitaria en la vereda El Encanto, municipio del Castillo. Desde el 18 de marzo de 2006 poco a poco han empezado a ir a sus fincas, a limpiarlas a recuperar de los destrozos que dejó el desplazamiento forzado ocasionado por el FUDRA del Ejército y el Batallón 21 Vargas de la Brigada 7, por el accionar paramilitar que hoy permanece disfrazado, mimetizado en nuevos nombres como el de las “Aguilas Negras”. Un año del regreso a la región, pero aún no es posible el retorno definitivo a sus tierras, el conflicto armado permanece. Poco a poco van volviendo a sembrar sus fincas, primero el maíz, la yuca, el plátano, toca asegurar la comida para lo que vendrá.


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Desde la zona humanitaria, la afirmación de la dignidad, del derecho a la verdad, a la búsqueda de justicia, el derecho a la memoria. Desde la zona humanitaria, un lugar donde habitar, desde dónde seguir construyendo un proyecto de vida. Desde la zona humanitaria, la posibilidad de la educación propia de los niños y las niñas, de los jóvenes. Desde la zona humanitaria, la defensa de la vida, la defensa de la tierra. Desde la zona humanitaria, unas nuevas formas de relación con los vecinos, con los demás campesinos que se han arriesgado a regresar por su cuenta. Desde la zona humanitaria, nuevas formas y maneras de comunidad, de organización, de sociedad.

Un año de reencuentro con la tierra, con el agua, con el aire, la naturaleza, con el imponente paisaje del piedemonte llanero en el Alto Ariari. Un año reconstruyendo lo destruido. Un año sembrando la tierra, conservando la memoria. Un año de fortalecimiento de su dignidad.

En los años 2002 y 2003 hubo una fuerte arremetida militar paramilitar en la región del Alto Ariari y de una manera brutal en Puerto Esperanza y veredas cercanas que originaron el desplazamiento de sus pobladores: asesinatos, desapariciones, torturas y destrucción de las fincas, casas… Ver hoy a Puerto Esperanza estruja el corazón, a pesar de las pocas familias que intentan habitarlo, es un símbolo de destrucción: casas caídas en medio del rastrojo, huellas de arremetidas militares-paramilitares, la escuela y el internado abandonado y destruido, postes de la luz sin utilizar y cables en el suelo. Pero pasar a la zona humanitaria ubicada a unos 500 metros de Puerto Esperanza, vuelve la esperanza, resplandece la dignidad.

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En la víspera del 18 de marzo, al entrar la noche, luego de evaluar el primer año de regreso, la comunidad y los primeros visitantes que llegaron a compartir con ellos la alegría del regreso, afirmaron la memoria. En la caseta comunitaria una de las mujeres de la comunidad dio pasó al momento de conmemorar: “cada persona recibirá una vela encendida y luego todos caminaremos en silencio hasta el monumento de la memoria en el árbol de la vida y colocará la luz nombrando, recordando a cada una de nuestras víctimas…desde el 2002 son ya 132 nuestros desaparecidos y asesinados…Al principio existía la Palabra y la Palabra existía con el Creador, y la Palabra era la Creación… Todo se hizo se hizo por medio de ella, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres. Y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la recibieron… hoy permanecen las tinieblas, siguen sin aceptar la Palabra, se mantienen en el terror, en la destrucción… nosotros creemos en la Palabra, hablamos con la verdad, no tenemos miedo a la memoria”

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En un silencio penetrante, las llamas de las velas desafiando al viento y a la oscuridad de la noche, se llega al monumento, el encuentro con la vida y la memoria, con los sueños que no pudieron ser destruidos. Alrededor del círculo de piedras, en cada una grabado un nombre de las víctimas… Los presentes fueron rodeando el monumento y se inició el ritual de Pronunciar, de nombrar, de traer sus vidas al presente a través de sus nombres y recuerdos… se rompió el silencio, las voces entrecortadas y la luz de las llamas fueron llenando la noche de esperanza…Cantando: “no se puede sepultar la luz, no se puede sepultar la vida…” .

Al salir del monumento, las lágrimas y los expresiones de dolor convertidas en fuerza para resistir y conservar la memoria. Resistencia recogida en una película que próximamente será estrenada en España y otros países. “Los Invisibles”, película producida por Javier Barden y dirigida por Javier Corchera, la cual hace visibles 5 realidades trágicas de dos países latinoamericanos y tres africanos. El regreso a la región del Alto Ariari de la Comunidad Civil de Vida y Paz es uno de los protagonistas.

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El domingo 18 la actividad comenzó en la madrugada con la preparación de los alimentos para la celebración, una fuerte lluvia refrescó el ambiente y dejó el terreno listo para la siembra. A media mañana llegó un grupo de vecinos de la región, de misioneros claretianos y otras experiencias comunitarias de Bogotá y Cundinamarca. Se continuó la conmemoración con otra visita al monumento, esta vez no solo los nombres, a plena luz del día, con orgullo, los rostros de las victimas, sus retratos, la vida dignificada nuevamente.

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La memoria sembrada en el alma, en los corazones de los presentes, fue expresada en una siembra comunitaria. Se repartieron semillas a todos y uno a uno, luego que uno de los miembros de la comunidad indicara cómo sería la siembra y su sentido.

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A un año del regreso el proyecto de vida de la comunidad es expresado a través de un símbolo, un escudo que representa los principios de de la comunidad: Verdad, Justicia, Trabajo, Dignidad, Libertad, Esperanza, Comunidad, Solidaridad, Organización, Responsabilidad.

Luego del almuerzo comunitario, los encuentros deportivos de integración con otros campesinos de la región.

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Al final de la tarde, la celebración de la vida y el pan, en medio de una eucaristía la comunidad enunció el sentido profundo y trascendente de su resistencia. Varios miembros de la comunidad hicieron una relectura del Libro del éxodo y explicaron como habían vivido la opresión, la muerte y el destierro pero también como habían decidido regresar a su tierra y cómo estaban resistiendo por la defensa de la vida y el territorio. Un grupo de niños y niñas presentaron el decálogo de principios de la comunidad escritos en tablas e iluminados con una vela fueron explicándolos y rodeando el altar de la celebración. En las ofrendas del agua, los frutos, el pan, la luz, la tierra y un bebe de un año de nacido, la comunidad presentó su proyecto de vida, la consagración del grupo juvenil “la voz del pueblo”. Y para finalizar un acto cultural, con torta y masato repartidos por lo jóvenes, convirtiendo el espacio de celebración en fuerza y alegría para seguir el camino de la defensa de la vida, de las tierras, de la memoria.