‘Quorum’

También al fracaso se le llama Historia: y es un buen momento para decir esa obviedad. Porque estos congresistas orgullosos de sus impedimentos e incapaces de sobreponerse a sus pequeños intereses están a punto de pasar a la Historia por truncar el fin de nuestra guerra más larga en estas décadas de guerras.

Unos lo estarán haciendo porque no creen que este desangre haya sido un conflicto. Otros lo estarán enredando “en defensa de las instituciones”. Pero demasiados andan entorpeciendo “por falta de quorum” la aprobación de la Justicia Especial para la Paz, que es el relato de lo que pasó, ni más ni menos, porque aquí la cosa es sálvese quien pueda, porque acá la idea es exprimirle a este Gobierno de traidores traicionados lo poco que le quede, porque ellos sí estaban de acuerdo con que se acabaran las Farc, claro, pero hasta ahí: no más.

Su disfraz de esta semana fue su mismo disfraz de siempre: el de políticos. Pero lo que hace esta gente no se llama “política”, que “política” es el arte de la convivencia, sino “corrupción”: el taimado oficio de aplastar lo de todos en beneficio de lo de uno. Querían que se acabara esa guerra así tocara hacer la paz. Pero jamás pensaron que la frase “recibir a las Farc en la democracia” significara “recibir a las Farc en la democracia”: su idea ni siquiera era traerlos a la justicia, que era lo mismo que incorporarlos a la Historia y reconocerlos como colombianos, sino desarmarlos para seguir odiándolos, para seguir diciéndoles que su violencia fue peor que la nuestra, para vivir recordándoles, de aquí a que nos muramos todos, que no van a llegar al poder ni van a ser escuchados ni van a tener la oportunidad de recobrar la humanidad.

Su idea ni siquiera era traerlos a la justicia, que era lo mismo que incorporarlos a la Historia y reconocerlos como colombianos, sino desarmarlos para seguir odiándolos.

Estoy de acuerdo: ni el abuso del poder, ni el terror ni la lucha armada tienen sentido. Pero esto de disponer a punta de “falta de quorum” de diez mil vidas que están tratando de vivir en esta Colombia; esto de decirse que “democracia” es el concurso y el debate y el gobierno de los que se parecen a nosotros; esto de andar por ahí diciendo que las Farc se van a quedar con todo, como el ladrón que juzga por su condición, teniendo claro que no va a ser así –en fin: esto de enrarecer, esto de sabotear, esto de mentir–, no parece ser el mejor camino para demostrar que, superadas la guerra bipartidista, la barbarie guerrillera, el terror de los narcos y la masacre paramilitar, por fin nos hemos puesto de acuerdo en que de ahora en adelante nuestra lengua va a dejar de ser la violencia.

Cuentan los periódicos que ni los liberales ni los conservadores han estado asistiendo a las sesiones para aprobar el tribunal para la paz. Dicen las noticias que el representante Rodrigo Lara ha estado valiéndose de astucias, como llamar a debate en la madrugada, a las 12:05 a. m., cuando los demás congresistas se han ido a seguir durmiendo, para entorpecer la reforma política: “el propósito de la reforma es hacer un frente de las izquierdas”, dijo Lara, el 31 de octubre, como un tipo de 42 años disfrazado de reaccionario del 48. Se siente cerca, en fin, un Frente Nacional: un pacto entre este establecimiento partido en dos, inversionistas versus terratenientes, para que no sea el sentido común que puntea las encuestas, sino el poder terminante que gana las elecciones, el monstruo que siga prometiendo que Colombia va a ser un país normal.

Y creo que es un error: montar un Frente Nacional hoy –que no hay partidos que encarnen a los pueblos y el establecimiento a duras penas puede llamarse así, pues ya no hay quorum– es empeñarse en el pasado cuando ya es demasiado tarde, resignarse a entrar en la Historia como la clase política que entorpeció la paz y correr el riesgo de que los dejemos sin trabajo.

Autor: Ricardo Silva

Fuente: http://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/ricardo-silva-romero/quorum-jep-en-el-congreso-147568